Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

29 Ene, 2015

¿Por qué no hay líderes reales y efectivos en México? ¿Acaso por la corrupción que nos ahoga? (Parte II)

Uno de los grandes vacíos en lo que se refiere a entender el proceso de formación de líderes y comprender qué es el liderazgo, y cuál su papel en determinadas coyunturas, es la falta de estudios acerca del tema.

Si bien abundan trabajos acerca de líderes y liderazgo en el ámbito privado —específicamente en la vida empresarial—, en el ambiente público y la vida política, es lo contrario. Aquí, lo que priva es la escasez de trabajos y estudios que traten el tema, no la abundancia.

Algunos, ante la carencia de estudios específicos, copian de manera mecánica lo que han escrito especialistas cuyo espacio de estudio es la empresa; no toman en cuenta que estamos ante un espacio diferente, el de la lucha por el poder y la búsqueda del favor ciudadano. 

El estudioso más conocido del tema en el ámbito privado, es Warren Bennis; sin embargo, no olvidemos que, tanto el concepto de líder como el de liderazgo en el espacio político difieren, sustancialmente, de lo que significan en el ámbito de las empresas. 

Lo que evidencian quienes lo citan, al confundir el espacio privado donde son aplicables sus recomendaciones con lo que sucede en el ámbito público, es su ignorancia acerca del tema y una gran subjetividad. El elemento central que diferencia el enfoque de Bennis y el que trata de líderes y liderazgo en la política, es que aquél analiza el espacio empresarial y el otro, la sociedad entera, la búsqueda del poder y la construcción del futuro de un país.

¿Por qué es central esta diferencia? Por la transformación que en no pocas  ocasiones sufre el líder, a medida que se consolida como tal; en las empresas, al desviarse de los objetivos de éstas y atropellar a los accionistas, estos lo destituyen sin consideración alguna. En la política, el que destituye y aplasta a los que a él se oponen, es precisamente el líder que se encumbró con el favor y la simpatía de los ciudadanos.

Ahora bien, ¿qué impide la formación de líderes y la construcción de liderazgos sólidos en los espacios políticos?, y ¿qué es lo que conduce al que empieza a mostrar las cualidades que un líder en la política debe reunir, para dejar ese camino y acogerse a las prácticas y modos de quienes se oponen con  todo al surgimiento de nuevos líderes y la construcción de liderazgos?

¿Por qué no pocos de aquéllos se convirtieron, después, en los peores dictadores que utilizaron todos los recursos —legales e ilegales— para impedir el surgimiento de nuevos líderes? ¿Por qué personajes como Stalin, Mao Tse-tung, Kim Il-sung y Fidel Castro —por citar cuatro excelentes ejemplos de aquella perversa transformación—, se convirtieron en la peor tragedia para sus países y pueblos?

¿Qué falta o qué sobra a las sociedades, que no son capaces de impedir esas perversas transformaciones, y menos la permanencia de los que de ser líderes y factores positivos para el cambio y la construcción de un mejor futuro, devinieron en el principal obstáculo que impidieron el uno y la otra?

Las preguntas podrían seguir pero, al final quedaría algo que los mexicanos conocemos bien: ¿Por qué en México no hay líderes? ¿Acaso, como dice un buen amigo, por la corrupción que todo lo destruye, incluso a los líderes y sus liderazgos?

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