Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

31 Ene, 2015

Brasil nuevamente nos gana la partida en imagen internacional

Hace unos días, en una revista internacional, leía un reportaje que presentaba un artículo que me hizo reflexionar mucho. El argumento era que si en México se quería actuar de manera decidida en la lucha contra la corrupción, teníamos que seguir el ejemplo de Brasil.

Una conclusión de este tipo viene como una reacción a la percepción que se genera por ambos países. Voy a empezar por presentar tres ejemplos de la última década en los cuales se generó una percepción favorable de Brasil y en México no hicimos nuestra parte.

El primero tiene que ver con el mensaje principal que se difundió sobre México en la época del expresidente Calderón. El tema central en los discursos era la lucha frontal contra el crimen organizado. Esto generó la percepción en el extranjero de que México se encontraba en una situación dramática y era de los países más inseguros del mundo.

En paralelo, el discurso del presidente de Brasil estaba concentrado en el milagro económico brasileño. Un ejemplo era la reforma que habían logrado a la empresa estatal de petróleo Petrobras. Otro era la integración de un bloque económico de países emergentes del que México no forma parte.

La realidad era, que si bien la criminalidad había subido de manera importante en México, había estadísticas que mostraban que ciudades brasileñas como Río de Janeiro o São Paulo tenían niveles de homicidios similares o superiores al de muchas ciudades de México. Esto también era cierto para ciudades de otros países de América Latina.

El segundo tiene que ver con el milagro económico brasileño y el desempeño de la economía mexicana. La vocación de ambos países es muy diferente. Brasil es un país que se benefició de los precios elevados de las materias primas. Este fenómeno favoreció su situación e impulsó su crecimiento.

En este proceso ampliaron la base de producción de materias primas, siguiendo políticas no adecuadas con el medio ambiente. Documentales sobre el avance de la deforestación del Amazonas para sembrar son muy impactantes.

Cuando los precios de las materias primas entraron a un ciclo desfavorable, la economía brasileña sufrió mucho, porque no desarrolló otras ramas de la actividad económica.

A pesar de lo anterior, la percepción que se generó sobre el gran potencial y solidez de la economía brasileña fue tal que hubo mucha sorpresa cuando bajó el ritmo de crecimiento.

Por otra parte, México, que si bien tiene algunas materias primas, su modelo económico se encuentra más basado en ser una fábrica para el mundo, principalmente para América del Norte.

Si bien es cierto que el crecimiento de México no ha sido espectacular, sino en promedio un poco por arriba del 2%, se tiene una economía con una base más sólida y menos vulnerable a precios de materias primas.

Es decir: se generó una expectativa mayor de lo que en realidad eran las diferencias entre ambas economías.

El tercer ejemplo tiene que ver con la manera en que Brasil se presentó y consiguió que con una diferencia de dos años se organizarán el Mundial de Futbol (2014) y los Juegos Olímpicos (2016).

Además de presentarse como una economía con potencial de desarrollo, también tenía que mostrar que poseían la capacidad económica para hacer las inversiones necesarias y contar con infraestructura de transporte y hotelera.

La realidad es que llegó el ciclo de precio bajo de las materias primas y puso en aprietos a la economía.

Durante el pasado Mundial quedó claro que Brasil tiene un gran problema de infraestructura de transporte y hotelera. Con aeropuertos de mala calidad, además de carreteras bastante malas y cruceros que funcionaban como hoteles ante la falta de cuartos.

Por su parte, México, durante los últimos veinte años, ha desarrollado su infraestructura de transporte (carreteras y aeropuertos) y logística. De hecho, hoy estamos en una situación de alta competitividad para proveer bienes al mercado estadunidense.

En este caso, nuevamente, la percepción que se generó es diferente de la realidad respecto a la situación entre ambas economías.

Pasando al tema de la corrupción, la historia es un poco diferente. Con su nueva ley y los procesos contra funcionarios de Petrobras han creado la expectativa de que realmente se está luchando para resolver el problema.

Entretanto, aquí en México el gobierno se ha empeñado en decir que se necesita una nueva ley. Y sobre los escándalos recientes, se argumenta que no hay temas de corrupción y tampoco conflicto de interés.

Desafortunadamente en este tema, a diferencia de los tres ejemplos, sí nos están ganando. Allá hay formación de expectativas basadas en acciones y aquí sólo justificaciones.

*Director General del FUNDEF
guillermozamarripa@itam.mx

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