Grecia: rumbo a un acuerdo en el que todos ganan

El ministro de finanzas griego ha dejado claro que quieren seguir en la eurozona, pero que precisan de nuevas políticas para dar aire a un país que se encuentra asfixiado
Economía -
Alexis Tsipras,  primer ministro de Grecia. Foto:  AP
Alexis Tsipras, primer ministro de Grecia. Foto: AP

CIUDAD DE MÉXICO.- El lema del recién elegido primer ministro griego Alexis Tsipras reza así: “se acabaron los rescates con medidas de austeridad devastadoras”.

A ese lema recurre a la hora de hablar de un cambio de las políticas europeas con el fin de promover el crecimiento y una mayor cohesión social. Eso fue lo que le vendió al electorado griego, y por lo que fue elegido primer ministro.

El doble rescate que se concedió a Grecia, primero en 2010 y luego en 2012, el mayor de la historia, ha sido sin duda devastador: el tamaño de su economía se ha contraído en 25 por ciento, la tasa de desempleo juvenil se eleva a 60 por ciento, un tercio de las familias viven en el umbral de la pobreza y su economía lleva dos años en deflación. Con toda propiedad se puede decir que Grecia vive una “Gran Depresión”.

El lema del todopoderoso primer ministro alemán Wolfgang Schaeuble, gran jefe europeo de la doctrina de la austeridad y la ortodoxia, es que “no hay alternativa: nada nuevo se puede negociar”.

Grecia y cualquier socio europeo debe cumplir con los compromisos asumidos, y un cambio de gobierno no puede suponer romper las reglas.

Debate en eurozona

En esa tesitura se celebra hoy la reunión del Eurogrupo que aglutina a los ministros de finanzas de la zona del euro, donde se debatirá el destino de Grecia. En la reunión de la semana pasada no hubo acuerdo.

Sin embargo, sí se apreciaron algunos avances en las pláticas que continuaron desde el jueves hasta ayer domingo entre líderes griegos y sus pricipales acreedores (Comisión Europea, FMI y BCE, grupo de instituciones que se conoce como la Troika).

Al menos ya se vislumbra una mayor disposición a alcanzar un acuerdo que conviene a todos: las amenazas de antaño quedaron atrás y tanto griegos como germanos empiezan a hacer algunas concesiones.

A la vista queda que el gobierno de Syriza ha rebajado sustancialmente sus reivindicaciones.

Primero, ya no hablan de una reestructura de la deuda, incluyendo una “quita”, algo inadmisible para los alemanes, sino de un canje de bonos, uno de los cuales tendría su rendimiento vinculado al crecimiento económico. 

Segundo, pese a que rechazan el actual programa de rescate, ya afirman que podrían cumplir un nada desdeñable 70 por ciento de dicho pacto.

Tercero, aunque mantienen su discurso “antiausteridad”, no es su intención demoler la actual disciplina fiscal, sino atenuarla: en vez de buscar un superávit primario (excluyendo el pago de intereses) de tres por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) que exige el actual programa, planea  reducirlo a 1.5 por ciento.

Cuarto, ya no rechazan la venta de activos públicos y hasta aceptarían privatizar el Puerto del Pireo, el más grande del país, cuyo proceso congelaron nada más llegar al poder.

Quinto, prometen combatir el fraude y la corrupción, algo que para los alemanes es escuchar musiquilla celestial.

Sexto, para paliar la crisis social pretenden otorgar subsidios al consumo de alimentos y electricidad para las familias de bajos recursos, un plan reltivamente poco oneroso. Y séptimo, para definir bien ese programa solicitan un crédito puente de diez mil millones de euros con el que poder honrar sus obligaciones hasta septiembre y así cerrar un acuerdo para el final del verano.

Acciones y modificaciones

A Alemania, algunos de los nuevos argumentos empiezan a gustarle y sus cartesianos cerebros empiezan a contemplar la posibilidad de modificaciones. Quizás el mal dato del PIB de Grecia para el cuarto trimestre publicado el viernes pasado, el cual registró una caída de 0.2 porciento respecto del tercer trimestre cuando el consenso estimaba una expansión de 0.4 por ciento, resultó providencial y puede sensibilizar un poco más a los socios europeos. Cumplir con 70 por ciento del actual programa, proseguir con el proceso de privatizaciones  y combatir el fraude y la corrupción para incrementar la recaudación pueden abrir algo de margen de maniobra para reducir el superávit primario a ese 1.5 por ciento del PIB que plantean.

Por tanto, y desde el punto de vista técnico, se empiezan a encontrar lugares comunes entre el actual programa y las reivindicaciones griegas que permitirían llegar a un nuevo acuerdo.

Sin embargo, no sólo importa la evaluación técnica, sino también el acuerdo político. Y aquí también hay diferencias.

Una de las cuestiones más delicadas es meramente formal, y es cómo vender este acuerdo (en caso de alcanzarse).

Los griegos han reivindicado frente a su electorado que darían por muerto el “actual programa”, por lo que no quieren utilizar más ese término ni nada que lo aluda.

Los alemanes, que son los que contribuyen con más dinero al rescate, quieren conservar su credibilidad y mandar el mensaje de que lo que ellos acuerdan es inamovible, por lo que les gustaría seguir refiriéndose al plan de ayuda como el “actual programa”.

Conceder que es un “nuevo programa” o una “modificación del programa” significaría una gran derrota política para Alemania y sentaría un precedente para que otros países renegociaran pactos ya alcanzados o lo hicieran en el futuro, como si lo que se firmara en el marco de la Unión Europea fuera “papel mojado”. 

Si los griegos lograron cambiar las reglas, también lo haremos nosotros, podrían plantearse otras formaciones políticas antiausteridad que emergen en Europa y que claman por una nueva forma de hacer política en esa región, con un mayor acento social, entre ellos el partido Podemos, en España, con psibilidades de ganar las elecciones generales que se celebrarán en dicho país a finales de año. Las alternativas que se estudian para librar ese escollo político es considerarlo como una ampliación del programa, o recurrir al “programa puente”.

Buscan respiro

Así están las cosas para la reunión de hoy. Ahora bien, aunque la maquinaria política europea trabajó a destajo el fin de semana para que hoy mismo se logre un acuerdo, las diferencias aún son amplias y dudamos que se alcance. “En palacio, las cosas van despacio”, y Europa es una gran corte donde todo va lento. El actual programa vence el próximo 28 de febrero y en caso de no llegar a un acuerdo hoy, no hay por qué ponerse nervioso.   

Lo importante es que el camino para lograr un consenso que favorezca a todos parece encauzado. Y lo que a todos favorece es, simple y llanamente, que Grecia siga en el euro.

El ministro de finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis, ya ha dejado claro que ese país quiere seguir en la eurozona, pero que precisan nuevas políticas para dar aire a un país que se encuentra asfixiado. Salir del euro sería una gran tragedia para una nación que se encuentra exhausta: quieren quedarse, pero con algo de margen para realizar políticas que le permita salir de esa larga y penosa depresión.

Para Europa, un “Grexit”, una salida de Grecia de la eurozona, significaría que el “euro no es irreversible”, como en su día aseguró el presidente del BCE, Mario Draghi, y generaría incertidumbre respeto al destino del euro en un momento en el que afloran sentimientos nacionalistas y antieuropeos que en el futuro podría detonar una diáspora de la moneda única.

A los mercados, finalmente, también parece que les gusta la idea de que haya un acuerdo y que Grecia se quede.

Así se desprende del rally bursátil la semana pasada: la bolsa de Atenas se disparó más de 11 por ciento, y la tasa de tres años se desplomó de 20.7 por ciento el lunes, a 15.5 por ciento el viernes.

Pero además, el S&P’s 500 terminó la semana en un nuevo récord histórico, el Dow Jones cerró arriba de 18 mil puntos y el Nasdaq acabó en su nivel más alto desde marzo de 2000, a sólo tres por ciento de su récord del 10 de marzo de 2000.

En Europa, el Dax de Fráncfort rebasó por primera vez en la historia 11 mil  puntos y en el año ha trepado ya casi 12 por ciento en euros, lo que la convierte en una de las bolsas más seductoras del mundo.

El Stoxx Europe 600, por otro lado, se halla en máximo desde 2007 y a menos de seis por ciento de su récord.

Grecia, estos días, es lo que mueve a los mercados.

* Director de llamadinero.com

Tips para tus finanzas personales directo en tu correo.
Al registrarme acepto los términos y condiciones

  TAGS

Taboola
Icono de te puede interesar de en dineroenimagen

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR