Víctor Beltri

Víctor Beltri

19 Feb, 2015

Innovación contra el robo de combustible

Las cargas formales e informales, que tiene que soportar Pemex, son brutales: en el primer caso, la economía del Estado mexicano se asienta en buena medida en los recursos que obtiene de la petrolera, dejando un margen para invertir, para investigar, para desarrollar, francamente ridículo en comparación a sus competidores.

La carga informal es la que tiene que enfrentar ante el robo del producto terminado, que se realiza cada vez en escala más grande y de forma cada vez más descarada. Un delito incomprensible, a no ser que cuente con la connivencia de una red amplísima de corrupción: la tecnología actual es capaz de monitorear e informar con precisión y oportunidad de cualquier variación en la presión de los ductos. La empresa sabe qué le roban, sabe las cantidades, sabe el lugar y el momento en el que se desarrollan los delitos. En circunstancias normales, valdría un aviso a la policía más cercana al lugar del ilícito para detenerlo y poner a los responsables a disposición de las autoridades correspondientes.

Esto no ocurre de esta manera a pesar de que, como apuntamos anteriormente, los recursos tecnológicos existen. Así, el hecho de que se pueda saber el lugar y el momento en el que ocurren los robos, pero no se hubiera hecho nada al respecto, nos habla de al menos dos posibles escenarios: en el primero, los robos ocurrirían en lugares de difícil acceso, ya sea por las condiciones de terreno o por la ubicación del mismo en territorios cuya situación de inseguridad vuelven poco viable la actuación de la policía. En el segundo escenario, la situación del terreno sería intrascendente ante la colusión de las autoridades en el robo de combustible.

En días pasados, Pemex anunció una nueva estrategia para evitar el robo de combustible. Una estrategia innovadora, sin duda, y que vale la pena seguir con atención. Consiste en desalentar la ordeña de ductos, al modificar la estrategia de producción y transporte: de esta manera, los ductos transportarán solamente productos no terminados, cuyo mezclado final se realizará en las terminales de almacenamiento y reparto de la empresa.

Las consecuencias son evidentes. El combustible que es robado, bajo el esquema actual, puede pasar de inmediato a los consumidores. Sin necesidad de más procesos o mezclas. Combustible valioso, que circula sin protección por ductos sin vigilancia en zonas de criminalidad elevada. Al quitarle al combustible su comerciabilidad, el valor para quienes no tienen cómo terminarlo se reduce prácticamente a cero.

La solución es, sin duda, ingeniosa. Las alternativas para cuidar el combustible eran poco viables, ante la imposibilidad de colocar policías a lo largo de toda la red de tuberías, que abarca más de 14 mil kilómetros. El combustible robado tenía que ser comercializado, es cierto, pero colocar medidas de control en cada gasolinería sería, además de costoso, probablemente muy tardado. En cambio, al pasar de un producto terminado a uno en proceso, se reduce el valor comercial del combustible para el crimen organizado, y en consecuencia el robo debe de disminuir. Muy ingenioso.

El proceso final se hará, como apuntamos anteriormente, en las 77 terminales de almacenamiento y reparto de Pemex. La inversión necesaria para realizarlo palidecerá, en términos del propio director de la compañía, ante los montos ingentes que actualmente son robados y que terminan en las arcas del crimen organizado.

Pemex llegó a una solución innovadora, que podría evitar pérdidas de miles de millones de pesos al año. La solución está planteada utilizando los recursos de que se dispone actualmente, y haciendo cambios pequeños que requerirán inversiones marginales, resolviendo de forma sencilla un problema en apariencia complejo. Eso es innovar, y existen, estamos seguros, muchas oportunidades de innovación más. Lo invito a continuar la conversación a través de Twitter o de mi correo electrónico, donde responderé con gusto a sus preguntas. Innovemos juntos.

vbeltri@duxdiligens.com

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