Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

3 Mar, 2015

¿Con esos pluris la haremos? Ni con los 300 restantes, pues en México legisla el Ejecutivo

No hace muchos años, las diputaciones plurinominales servían, al menos ése fue uno de los objetivos originales al diseñar y poner en práctica dicha modalidad, para colocar en la Cámara de Diputados a especialistas en éste o aquel tema los cuales, por su falta de experiencia política y nula disposición para buscar el voto ciudadano, estaban imposibilitados para obtener la victoria en alguno de los 300 distritos de mayoría relativa.

Al paso de los años, como ha sucedido con todo lo que tocan nuestros políticos, esa modalidad empezó a ser corrompida para llegar, en los tiempos que corren, a la vía fácil y segura para colocar en la Cámara de Diputados a quienes se distinguen, entre otras cosas, por su falta de experiencia y falta, en no pocos casos, de capacidad y conocimientos para analizar un problema y proponer, así sea parcialmente, algún remedo de solución.

Los diez partidos que competirán este 7 de junio con cinco listas de 40 nombres cada una —para dar un total de 2000 suspirantes, que buscan llegar a San Lázaro para agregar unas líneas a su currículum y con base en ellas, aspirar a otra posición política—, saben que sólo 10 por ciento de ese número llegará a San Lázaro.

Por otra parte, al repasar la lista de los posibles 200 afortunados, se ve que poco o nada harán frente a los problemas estructurales que nos impiden dejar el estancamiento de estos últimos 30 años y empezar a crecer, y tampoco frente a un largo rosario de problemas en todos los aspectos de la vida nacional.

Entre los 200, hay de todo; compadres y cuates, y familiares de políticos distinguidos; sin embargo, ni la amistad y el compadrazgo y tampoco la consanguinidad garantizan inteligencia, disposición al estudio de los problemas del país, capacidad para articular propuestas viables para enfrentar y resolver los problemas del país, y menos el interés por el servicio público.

Luego entonces, preguntará usted, si ya no llegan los especialistas que dominaban temas específicos y contaban con los conocimientos para analizar un problema y articular sus soluciones, ¿qué será de las necesidades legislativas que nos urgen? Por favor, deseche esa preocupación; hoy, y desde hace una buena cantidad de años, el Poder Legislativo ha entrado en un receso casi permanente pues ha sido sustituido, quizás para bien, por el Poder Ejecutivo.

Hoy por hoy, y desde hace no pocos años, el mejor talento y la más amplia experiencia en casi todos los campos de la vida nacional, están concentrados en el Poder Ejecutivo. Ahí es donde se elaboran las iniciativas de las nuevas leyes, y los proyectos para reformar las vigentes.

Salvo las honrosísimas excepciones de rigor, ambas Cámaras del Congreso se dedican, con una eficacia que sorprende, a defender y aumentar los privilegios de los partidos políticos. También, a complicar y retrasar -cuando no impedir-, la discusión y aprobación de iniciativas a favor de la modernización del país las cuales, vaya contrasentido, son elaboradas y enviadas al Legislativo por el partido que gobierna cuyos militantes, constituyen el grupo más numeroso en aquéllas. 

Reconozcamos pues un hecho evidente, que quizás sea más suerte que tragedia: en México, el Poder Legislativo ni puede ni legisla.

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