Mayor uso del carbón tira los precios del gas natural

Las grandes inversiones de infraestructura ligadas a ese energético están detenidas ante la baja en su cotización, aunque la creciente demanda en América Latina, Reino Unido y China alientan al sector
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Chevron, la firma que preside John S. Watson, invirtió 30 mil millones de dólares en instalaciones de GNL en Whearstone,  Australia. Foto: AP
Chevron, la firma que preside John S. Watson, invirtió 30 mil millones de dólares en instalaciones de GNL en Whearstone, Australia. Foto: AP

LONDRES.- Un estancamiento en la demanda de gas natural licuado (GNL)que ya acumula tres años, aunada al auge del uso del carbón, el combustible fósil más sucio, pero también el más barato, han hecho caer los precios de ese gas a su nivel más bajo desde mediados de 2012, a alrededor de 2.75 dólares por millón de unidades términas británicas (BTU) marcando una era dorada para los consumidores, pero malas noticias para los inversionistas.

En 2011, cuando el petróleo era costoso y las fuentes de energía parecían escasas, la Agencia Internacional de Energía (AIE) anunció una “era dorada del gas” y sugirió que la creciente demanda, principalmente debido a las economías emergentes y a la generación de electricidad, podía llevar al combustible a desplazar al carbón en 2030.

Los altos precios y la creciente demanda en China y Japón alentaron a las grandes firmas a invertir en proyectos enormes en lugares como Australia y Papúa Nueva Guinea para producir gas natural licuado, ya fuera de la perforación marítima o de lechos carboníferos, como en el proyecto de 20 mil millones de dólares en Queensland por parte del británico BG Group.

Estados Unidos, inundado de gas gracias al auge del esquisto, empezó a modificar las terminales costeras originalmente construidas para importar GNL para también exportarlo.

Reversa energética

Entonces el carbón experimentó un inesperado renacimiento, notablemente en Europa, desplazando al gas para generar energéticos. La abundante oferta de carbón barato en los mercados mundiales y las abundantes fallas en las reglas de la Unión Europea para intercambiar permisos de emisión de bióxido de carbono impidieron que  fuera eliminado de la generación de energía.

Ante ello la demanda de GNL ha permanecido sin cambios durante los últimos tres años, creando  un mercado de compradores, intensificado por la reciente debilidad en los precios del petróleo.

La caída de los precios es global. El precio spot en el mercado vital de Japón cayó a 6.65 dólares por millón de BTU, el nivel más bajo en cinco años, y por debajo del precio europeo por primera vez en cuatro años.

Los inversionistas de grandes instalaciones gaseras como plantas de licuefacción están sufriendo.

Como con los precios del petróleo, el desplome del precio del gas es resultado de la demanda débil y la oferta en auge, aunque sin el ingrediente añadido de un cártel colapsado. Millones de toneladas de capacidad nueva están llegando al mercado, conforme se completan los proyectos iniciados cuando los precios de la energía eran altos.

Lo que viene

La capacidad exportadora mundial debe aumentar en un tercio, de 290 millones de toneladas por año a fines de 2013 a casi 400 millones de toneladas para 2018. Australia superará a Qatar para convertirse en el exportador más grande, triplicando su capacidad a 86 millones de toneladas al año para 2020, y Estados Unidos empezará a exportar este año.

Dos gigantescos proyectos de GNL que aprovechan los campos gaseros frente a la costa del oeste de Australia deben entrar en operación el año próximo: el complejo de 30 mil millones de dólares de Chevron frente a Whearstone; la planta Prelude, de Shell, basada en un barco gigante y que cuesta alrededor de 13 mil  millones de dólares; un proyecto de Exxon, de 19 mil  millones de dólares en Papúa Nueva Guinea, que empezó a enviar gas en mayo pasado, antes de lo programado.

Ahora, en lo que un reporte de la firma de investigación Sanford C. Bernstein llama un “ataque de ansiedad”, la inversión nueva se ha estancado. No se han anunciado proyectos nuevos en meses.

La industria es tan intensa en el uso de capital que los contratos a largo plazo, que representan tres cuartas partes del comercio mundial, son esenciales. Esos contratos significan que los precios spot débiles son menos un problema para los países que producen gas que para los Estados petroleros.

Sin embargo, para las compañías energéticas, los contratos ya no están ofreciendo el colchón de confort necesario para las grandes inversiones. Los compradores están aprovechando el mercado débil, y regateando al máximo. El año pasado, Japón, por ejemplo, firmó contratos para gas en alrededor de 16 dólares por millón de BTU. Ahora se pronostica que los precios de contratos caigan a 11 dólares o menos y, con el precio spot por debajo de siete dólares, esas predicciones parecen poco realistas. Dado el costo de la licuefacción y embarque, los exportadores estadunidenses pudieran enfrentar pérdidas.

Apuestan a la demanda

Latinoamérica está mostrando un apetito inesperadamente fuerte, las ventas a Gran Bretaña han aumentado e Indonesia, alguna vez un exportador, ahora está importando gas. Sin embargo, el panorama a corto plazo es sombrío. El crecimiento económico está desacelerándose en China y es débil en Japón. Incluso las economías sanas están usando la energía de todo tipo de manera más eficiente.

Otros combustibles están compitiendo fuertemente. Es probable que Japón reencienda parte de su capacidad nuclear este año, y puede quemar petróleo barato en algunas plantas eléctricas. China está avanzando en la producción de gas interna, así como en el uso de carbón limpio y fuentes renovables, todo lo cual desplaza al gas importado en la generación de electricidad.

Los clientes europeos pueden usar el GNL como una ficha de negociación contra los proveedores como Gazprom de Rusia, pero la demanda en Europa está declinando, no aumentando.

Con tantos consumidores de energía que buscan combustibles más limpios, pero no están dispuestos aún a renunciar por completo a los hidrocarburos,el panorama a largo plazo para el gas natural parece fuerte. Su demanda como combustible de transporte se encamina a un rápido crecimiento. Algunos fabricantes de autos, como Fiat Chrysler, están promoviendo versiones de sus vehículos operadas con gas, cuya economía en combustible les hace atractivos incluso en una época de gasolina barata.

La industria automotriz está esforzándose por cumplir con los más estrictos estándares de emisiones en Estados Unidos, China, Europa y Japón, y una forma de cumplir con ellos es vender más vehículos que funcionen con gas. Las ventas de los que operan con gas natural comprimido, como los triciclos motorizados, están en auge en China e India.

Las inquietudes sobre la contaminación generada por el crudo pesado usado por los motores marítimos han provocado nuevas y estrictas reglas de emisiones en el mar Báltico y en las aguas costeras estadunidenses. Esto está llevando a un cambio a embarcaciones que funcionan con GNL.

Timo Koponen, de Wartsila, una compañía finlandesa que construye motores marítimos, dijo que la principal restricción ahora es el reabastecimiento de combustible. Sin embargo, Estados Unidos está abriendo su primer instalación de repostaje de GNL en Port Fourchon, Louisiana. Llevó a cabo una prueba de reabastecimiento de combustible a principios de este mes.

Electricidad a partir de GNL

Un cambio hacia la generación de electricidad en plantas más pequeñas más cerca de los consumidores, lo cual reduce los costos de distribución, también está incrementando la demanda de gas natural a costa de otros combustibles.

Richard Kauffman, el jefe de Política Energética para el estado de Nueva York, señaló que las plantas “combinadas de calefacción y electricidad” a pequeña escala y alimentadas por gas ahora son más económicas que nunca. Algunas empresas y complejos de departamentos están empezando a instalar sus propios generadores de gas de tiempo completo, reduciendo su dependencia de la electricidad suministrada externamente.

El actual congelamiento en los proyectos nuevos significa que el crecimiento de la demanda pudiera empezar a superar el crecimiento de la oferta en unos años. Por tanto, el exceso actual podría menguar, permitiendo a los productores recuperar poder de determinación de precios. Tomará tiempo, pero deberían disfrutar también un futuro dorado.

 

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