Los nuevos retos del sistema migratorio en Canadá

Al pasar de una política basada en valores cívicos a una regida por la lógica comercial, el país corre el riesgo de ser más vulnerable al fraude y la discriminación
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Un nuevo “sistema de Ingreso Exprés” aumenta en gran medida el peso dado a las ofertas de empleo para las personas que soliciten convertirse en residentes permanentes. Foto: Getty
Un nuevo “sistema de Ingreso Exprés” aumenta en gran medida el peso dado a las ofertas de empleo para las personas que soliciten convertirse en residentes permanentes. Foto: Getty
En 1967, Canadá inventó una forma de eliminar la discriminación y el prejuicio del proceso de elegir a qué inmigrantes permitirles la entrada. El sistema de puntos pasaba por alto la raza y el país de origen del solicitante; hasta entonces había ayudado ser blanco. 
 
En vez de ello, recompensaba la educación, la fluidez en el inglés o el francés y la experiencia laboral. Con el cambio, los asiáticos suplantaron a los europeos blancos como el grupo inmigrante dominante.
 
 
La idea de basar la admisión en Canadá en el mérito, en vez de en un capricho burocrático, fue visionaria en su momento. Varios países, incluidos Australia, Nueva Zelandia y Singapur, adoptaron los sistemas de puntos estilo canadiense. En Europa, incluso los políticos hostiles a la inmigración “sin control” entonaron elogios para el enfoque selectivo de Canadá.
 
Canadá sigue siendo relativamente tolerante con la inmigración. El gobernante Partido Conservador quizá sea el único partido derechista en el mundo occidental que la favorece firmemente. 
 
Mientras los países europeos buscan maneras de cerrar sus puertas y Estados Unidos discute cuántos inmigrantes ilegales deportar, Canadá recientemente elevó su meta para nuevos residentes permanentes de 265,000 a 285,000. Chris Alexander, ministro de Inmigración, dijo que esperaba un escándalo cuando el anuncio fue hecho en octubre. Nunca ocurrió.
 

La gente pensó que era lo correcto”, dijo.
 
Sin embargo, la política canadiense está cambiando. Desde que llegaron al poder en 2006, los conservadores se han apartado de la idea de permitir entrar a la gente con base en su “talento para la ciudadanía” para admitir a trabajadores con ofertas de empleo. El 1º de enero, el gobierno avanzó más en esa dirección. 
 
Un nuevo “sistema de Ingreso Exprés” aumenta en gran medida el peso dado a las ofertas de empleo para las personas que soliciten convertirse en residentes permanentes.
 
En esto, Canadá se convierte en seguidor en vez de líder. Nueva Zelanda empezó a dar preferencia a quienes tienen empleo en 2003 y Australia hizo el cambio en 2009.
 
El cambio tiene sentido, pero a los críticos les preocupa que, al pasar de una política basada en valores cívicos a una regida por la lógica comercial, Canadá esté haciendo al sistema más vulnerable al fraude y la discriminación. Aunque más abiertos que otros partidos de centro-derecha, los conservadores de Canadá han sido característicamente renuentes a permitir el ingreso de refugiados y familiares de inmigrantes.
 
El sistema de puntos original tiene defectos. Los inmigrantes escapaban de la discriminación en las puertas de entrada, pero a menudo la enfrentaban cuando trataban de encontrar un empleo. 
 
Los patrones no siempre reconocían las habilidades y la educación adquiridas en el extranjero, especialmente fuera de Europa. Los médicos terminaban conduciendo taxis, mientras que los arquitectos se afanaban en tiendas de conveniencia. La tasa de desempleo entre los inmigrantes es casi 50 por ciento más alta que para los trabajadores nacidos en Canadá.
 
Se pretende que los sistemas encabezados por los empleadores corrijan algunos de estos problemas. Reducen la discordancia entre los empleos disponibles y las habilidades de los inmigrantes, y los alientan a asentarse fuera de las grandes ciudades como Montreal, Toronto y Vancouver, donde tienden a congregarse.
 
“Si a uno le interesa solamente cómo les va a los inmigrantes en un sentido económico, la evidencia sugiere que un sistema dirigido por los empleadores es bueno”, dijo Madeleine Sumption, directora del Observatorio de la Migración en la Universidad de Oxford en Inglaterra.
 
El primer intento de los conservadores por adoptar uno no fue un éxito. El gobierno intentó complacer a los empleadores incrementando significativamente el número de trabajadores extranjeros con permisos para ingresar temporalmente. Esa fue la única manera de cubrir los empleos poco calificados o semi-calificados que los canadienses no querían, dijo Dan Kelly, jefe de la asociación que representa a las pequeñas empresas de Canadá. Los solicitantes de residencia permanente estaban demasiado bien educados.
 
Sin embargo, hubo quejas. En vez de discriminar contra los inmigrantes, los patrones se desviaron de su propósito para contratarlos a menor costo. Un banco despidió a 60 empleados de tecnología de la información y contrató el trabajo con un proveedor, quien presentó solicitud para traer empleados extranjeros para reemplazarlos. 
 
Las visas para “bailarinas exóticas” avergonzaron al Primer Ministro Stephen Harper, un cristiano evangélico. En junio pasado, el gobierno restringió severamente el ingreso bajo visas de trabajo temporales.
 
El Ingreso Exprés es un segundo intento. Califica a los potenciales migrantes económicos sobre una escala de 1,200 puntos, y la mitad de los puntos se conceden a aquellos con una oferta de trabajo o una nominación según uno de los planes de inmigración provinciales de Canadá, que están estrechamente alineados con las vacantes de trabajo.
 
Aquellos con las puntuaciones más altas rápidamente son invitados a solicitar la residencia permanente según uno de los tres programas de ingreso económico. El resto permanece en un grupo del cual el gobierno y eventualmente los patrones pueden seleccionar. Aunque los empleados calificados aún deben pasar el antiguo sistema de 100 puntos, esta es una formalidad legal.
 
El nuevo sistema ayudará a atraer a ingenieros, especialistas en tecnologías de la información y empleados del sistema de salud que Canadá necesita, dijo Alexander.
 
Los cambios abordan los problemas anteriores al requerir que los solicitantes prueben con anticipación que sus credenciales son reconocidas en Canadá y al obligar a los patrones a demostrar con anticipación que no hay ningún canadiense elegible para el empleo.
 
El nuevo plan también reduce las metas de edad de Canadá: los solicitantes veinteañeros reciben puntos máximos por su edad. El nuevo inmigrante soñado de Canadá es más joven, más políglota y ha trabajado más tiempo en Canadá que la versión anterior y, a diferencia de él, tiene una oferta de empleo. Un ex ministro elogia a los conservadores por transformar al departamento de inmigración en una gigantesca agencia de colocaciones.
 
No todos están tan contentos.
 
Los cambios representan una privatización de la política de inmigración y pudieran reintroducir la discriminación, dijo Jeffrey Reitz de la Universidad de Toronto.
 
“El sistema de puntos, con todos sus defectos, tenía cierto valor”, dijo Reitz.
 
Los agentes de visas temen que un sistema dirigido por los patrones esté “cargado de fraude”, según un sondeo comisionado por el departamento de inmigración. Les preocupa que patrones no existentes ofrezcan empleos ficticios a amigos y familiares de residentes.
 
Los nuevos canadienses son más jóvenes y mejor educados que nunca antes, se jacta Alexander.
 
Nuestros inmigrantes tienen una incidencia mucho más alta de títulos posteriores a la educación secundaria que la población canadiense en general”, dijo.
 
Eso es un buen augurio para el futuro de Canadá, pero el idealismo del pasado se está disipando. 
 
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