David Páramo

Análisis superior

David Páramo

4 Mar, 2015

Casi el paraíso

Santina Franco estaría en camino de convertirse en una muy divertida anécdota como alguien que logró la fama por colarse en una fiesta a la que no estaba invitada. No obstante, ni a eso llegará. Por el contrario: terminará siendo un pésimo chiste que podría causarle graves problemas personales.

Ella no es defraudada en Ficrea. De acuerdo con los registros oficiales, tanto de la sociedad financiera popular como de la intervención que realiza la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, no tiene un peso ahorrado en Ficrea, aunque en entrevistas dice que tiene invertida una cantidad muy importante.

Le ha contado a algunos que tiene una carta poder de su abuelita para representarla. Pero tampoco existe una constancia firme de esa situación. De acuerdo con alguna versión periodística, en 2008 llegó a “invertir” unos 18,000 pesos en Ficrea que retiró, casi inmediatamente, a través de diversos cajeros automáticos.

Sin embargo, esta mujer que encabeza el comité de comunicación del autonombrado Comité de Ahorradores de Ficrea (que no representa a todos e incluso hay quienes se oponen abiertamente a sus acciones) es la best friend de María Fernanda Olvera, hija del principal responsable por un fraude de al menos 2,700 millones de pesos en contra de unos 6,800 ahorradores, muchos de buena fe.

Ella le ha contado a quienes le preguntan que sí la conoce, porque fueron compañeras en la universidad; aun cuando existe constancia en las redes sociales de que eran mucho más que compañeritas de banca.

Mentiras

Lo verdaderamente malo de esta mujer es que está difundiendo mentiras verdaderamente graves que podrían convertirse en delitos. Entre los defraudados por Ficrea está circulando el siguiente comunicado firmado por ella Javier Paz Zarza, Fernando González Santillana, Juan Carlos Ferra e Ignacio Mercado (algunos con vínculos con Olvera y/o con Sergio Ortiz Valencia el número dos del fraude) y en el que puede leerse sobre una presunta recomendación de la comisión jurídica:

“Ahorradores que ya solicitaron el seguro y sus ahorros están por arriba de las 25,000 Udis (132,000 pesos).

“No presentarse a recoger el cheque, porque al firmar están renunciando a su derecho de ejercer cualquier remanente de ahorros, daño patrimonial, moral o cualquier otro.”

Se trata de una mentira abierta, puesto que la Ley de Ahorro Popular es particularmente clara al establecer que el pago del seguro de depósito no implica renunciar a cualquier otro derecho.

Continúa el comunicado: “Al firmar de aceptado no hay leyenda alguna que nos dé certeza que vamos a revertir las nuevas cláusulas que está imponiendo la autoridad, ahí tendríamos que imponer otra acción legal”.

Se trata de otra mentira que tiene como objetivo entorpecer el inicio de la solución del problema para la mayoría de los afectados. Como hemos denunciado en esta columna, el autonombrado Comité de Ahorradores pretende dilatar el problema en función de diluir la responsabilidad de Olvera, Ortiz y sus cómplices, así como dañar la actuación de la autoridad.

Lo único que no es una barbaridad es que les “recomiendan” que: “En el caso de que les resulte imperioso recoger su cheque del seguro anoten la leyenda: me reservo mis derechos”. Lo cual no implica absolutamente nada a la luz del documento elaborado por la autoridad.

Sacrificio

Donde muestran, nuevamente, que perdieron todo sentido común, es cuando le “recomiendan” a los que tienen invertidos menos de 25,000 Udis:

“Si así lo deciden, pueden solicitar el seguro y firmar un acuse de recibo sin ningún problema. Si por solidaridad deciden no hacerlo se los apreciamos grandemente.”

Hagamos a un lado el cada vez más notorio clasismo de este grupo, que cree que ellos fueron defraudados por ricos, sin darse cuenta de que lo hicieron por una mezcla entre ambiciosos y tontos, porque, entre otras cosas, no leyeron los contratos que firmaron en los que se establece el monto de cobertura del seguro de depósito y creen que quien se los hace ver es rencoroso o alguna otra tontería.

Piden, según ellos para presionar por su derecho, que un tercero renuncie al suyo. Ya Luis Spota describía muy bien a este tipo de personajes de un sector de la sociedad mexicana altamente acomplejada.

Entre los que están por el seguro de depósito no únicamente se encuentran aquellos que sólo tenían eso para invertir en Ficrea. También están aquellos que saben diversificar sus riesgos y no invertían más que lo cubierto por el seguro de depósito sin oír el falso canto de las sirenas de un tipo que, evidentemente, gastaba de más, tanto en su tren de vida como en actos de promoción. Ya lo dice el refrán: No se defrauda a una persona honesta.

Entre las recetas que, evidentemente, no aprendieron muchos de los defraudados por Ficrea destaca que, antes que pensar en elevados rendimientos, se debe considerar la seguridad. Se deben leer los contratos para saber cuáles son las obligaciones y derechos; que no se puede creer en algo que suena demasiado bueno.

Ingenuos

Quienes están siguiendo a Fauzi Hamdan en su loca aventura de demandar al Estado Mexicano para recuperar todo lo que tenían invertido, más intereses y un copete de 30% más por daño moral, siguen demostrando que, como dirían las abuelitas, se los va a llevar el Coco.

Ya se tragaron el cuento de que una Sofipo podía dar intereses del 10% anual, por encima de cualquier otro instrumento en el mercado financiero formal, cuando era evidente el dispendio de recursos como seguramente vio/disfrutó Santina al lado de su best friend.

Ahora creen que podrán recuperar lo que, por sus errores de juicio, perdieron ante un delincuente inexcusable, mediante una demanda frívola en la cual, le garantizo desde este momento, perderán ante tribunales.

Resulta prácticamente imposible demostrar que hubo omisiones y fallas por parte de la Secretaría de Hacienda y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Si hubiera fallas de este tipo habría otros problemas similares dentro de las sociedades financieras populares.

Más allá de eso, demuestra el egoísmo que caracteriza a quienes siguen este grupo. No importa quién les robó (evidentemente fue Olvera), sino que alguien les pague, aunque sean los contribuyentes y todos aquellos que sí saben cuidar su dinero.

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