José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

6 Mar, 2015

Promisoria Reforma Energética

La reunión de la Alianza de Álamos, de la que hice un breve relato en mi columna anterior, culminó con la conferencia magistral a cargo de Pedro Aspe, con el tema: La situación económica actual de México y la Reforma Energética, y a mí me tocó el privilegio de presentar al orador.

Conozco a Aspe de toda la vida, por lo que tenía material substantivo y anécdotas suficientes para ocupar un par de divertidas horas en presentarlo, pero me limité a diez minutos y destaqué sólo algunos aspectos de su exitosa e íntegra carrera como académico, como funcionario público y, desde que dejó el gobierno, como empresario.

Empecé diciendo que la violación de los derechos de propiedad, que los economistas tenemos como sagrados, a veces tienen consecuencias positivas impensadas, que fue el caso del joven Aspe, que había decidido probar su suerte como agricultor en un rancho de la familia, con un gran éxito inicial, que atrajo la invasión de ejidatarios y regresó al joven aspirante a hacendado, a las aulas de economía del ITAM y del MIT.

Esto fue una gran suerte para el país, pues sus aportaciones al buen gobierno fueron notables en todas las instituciones por las que pasó. Como primer director del INEGI, le dio sólidos cimientos; como secretario de Programación y Presupuesto convenció al presidente De la Madrid, en 1987, de la urgencia de adoptar un programa de ajuste en su último año de gobierno, para atajar una inflación que estaba ya fuera de control.

Ya en la Secretaría de Hacienda, en 1989, condujo la renegociación final de la deuda externa que había hundido al país en un marasmo terrible, y con talento y diligencia logró un arreglo que finalmente nos quitó la pesada carga de pasivos que impedían el crecimiento, y pudimos, al fin, regresar al mercado voluntario de capitales foráneos.

Su desempeño en Hacienda fue brillante, aunque sus detractores le achaquen haber “dejado al país colgado de alfileres” —a lo que se dice que respondió: “¿Y por qué los quitaron?”—, en el intento de achacarle el “error de diciembre”, cuyo solo responsable fue Ernesto Zedillo, que objetó que Aspe operara una transición sin crisis financiera.

Su presentación en Álamos enfatizó los problemas que acarrea la caída en los precios y producción de petróleo, no tanto por su impacto en la balanza de pagos, pues está equilibrada en materia petrolera, sino en las finanzas públicas, donde se abre un hoyo y en el menguante impacto positivo sobre el crecimiento de la inversión en petróleo.

A pesar de ello, se mostró optimista debido a las reformas en telecomunicaciones y energía, que serán un importante motor del crecimiento en el mediano plazo, además de la impresionante recuperación de la economía de EU, que siempre jala a la nuestra, y la mejora notable en la productividad manufacturera en México.

A este respecto, mostró números sorprendentes: los principales exportadores a EU en 1990 eran Canadá y Japón, con 18.4 y 18.1% de sus importaciones totales, respectivamente, con México y China muy lejos, con una penetración de 6.1 y 3.1% de ese mercado. Se proyecta que para 2018 México será el mayor exportador a EU con una penetración de 16%, frente a 15.8% chino, 14% canadiense y 5.4% japonés.

Mostró cómo la economía china pierde competitividad frente a la nuestra, debido a aumentos salariales por encima de alzas en su productividad, a la apreciación de su moneda y al alto costo del transporte. Aludió al rápido aumento de las exportaciones manufactureras de México a EU, sobre todo de vehículos, donde ya pasamos a Japón, a pesar de que el costo de nuestra electricidad es 76% superior al promedio en Texas.

Para paliar este último problema, se construyen a gran velocidad ductos para traer gas de EU en gran escala, además de que la Reforma Energética entraña la solución de largo plazo. Asimismo, los consumidores se beneficiarán de la mayor competencia en toda la cadena de valor, con mejores precios y servicio en electricidad, gas y gasolina.

Ahora Aspe, con veinte años en el sector privado, donde creó una firma de banca de inversión, que hace nueve años se asoció con otra muy exitosa de EU, es de los primeros inversionistas privados, en alianza estratégica con el Grupo Diavaz, prestigiada firma mexicana en el ámbito petrolero, en invertir 250 millones de dólares en exploración y explotación de petróleo, al amparo del nuevo régimen jurídico.

Fue el colofón óptimo para una reunión de lujo.

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