Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

7 Mar, 2015

Las reglas incumplidas (Primera parte )

Empiezo esta serie con una mirada somera a lo que pasa actualmente en este descontrolado mundo donde, para variar, se están gestando focos de peligro que pueden afectar (o lo están haciendo ya) a todo el orbe. En su gran mayoría estos conflictos se deben a que se han roto reglas básicas de convivencia pacífica, basadas en la tolerancia, en la libertad de expresión y otros derechos que los seres humanos consideramos como básicos e inalienables. Parece que la guerra entre civilizaciones, que predecía Samuel Huntington, estuviera empezando. Pero incluso entre miembros de una misma religión. Unos ejemplos vienen al caso:

¿Dónde se había visto recientemente el quemar vivos, decapitaciones televisadas a propósito, secuestro de niñas para esclavizarlas e imponer dictaduras teocráticas? ¿O el anexar territorios sin ningún recato y seguir planeando conquistar territorios al más puro espíritu medieval o de guerra religiosa o imperial? Claro que, después de la terrible II Guerra Mundial, que demostró hasta dónde pueden llegar la bajeza y miseria humanas, han habido otros genocidios y peleas étnicas. Pero a este ritmo nos estamos acercando a un cataclismo irreversible y de consecuencias impredecibles. Cuando le preguntaron a Einstein cómo pensaba lo que sería una III Guerra Mundial, el genio respondió: “No sé como sería ese conflicto, pero estoy seguro que la IV Guerra se peleará con piedras y palos”. Desgraciadamente, no estaba tan errado.

Si nos damos cuenta, muchos de estos males son el resultado de que, a pesar de las buenas intenciones de gobiernos y una mayoría de ciudadanos que proponen y votan por mantener relaciones amistosas de convivencia interior, entre regiones y países, promulgando constituciones y leyes, o aceptando los dictados de autoridades electas democráticamente, esas reglas no son cumplidas o son interpretadas a modo para cumplir con sus intereses. Desde gobernantes corruptos y déspotas, hasta fanáticos fundamentalistas de cualquier filiación religiosa, el mundo se está complicando, arrastrándonos a un caos y violencia inaceptables para el siglo actual. Todo esto debido en gran parte a la falta de reglas claras, objetivas y razonadas o a su incumplimiento por diversas causas, entre ellas la delincuencia impune, la corrupción y la falta de confianza que impera en muchas partes. Es un gran problema y se resume no sólo en México sino a nivel global en la tristemente célebre frase de “¡al diablo con las instituciones!”

Regresando a las empresas familiares, en un reciente e intenso seminario sobre negocios entre hermanos un asistente mostró su escepticismo sobre las reglas emanadas de un protocolo entre familiares socios: Salo, ¿cómo puedes asegurar que, después de firmado dicho protocolo, no haya uno o varios miembros que vayan a hacer lo que mejor cumpla a sus intereses personales y van a ignorar o incluso desafiar este importante documento? Mi contestación es muy sencilla: Nadie puede garantizar que el protocolo, o las reglas que de ahí emanen, vayan a ser acatadas por todos, actual o posteriormente. Pero hay varios elementos clave que deben tomarse muy en cuenta:

a.- El protocolo sirve como base para mantener la armonía entre socios, sus familias y sus descendientes y pocas personas serían capaces de romper la unidad tan preciada con acciones individuales. Existen personas así, por supuesto, pero el costo emocional y personal es muy alto y en mi experiencia, al final del camino, me ha demostrado que todos pierden, tanto la empresa como el patrimonio y se generan discordias por décadas. Si este costo, como suele decirse, le vale al familiar que comete la infracción a las reglas establecidas, allá él y su familia.

Continuará..

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