Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

12 Mar, 2015

El problema no es nuestra ignorancia para apreciar la estabilidad, es la incapacidad para explicarla

El Presidente, en sus más recientes intervenciones públicas, se ha referido a la comunicación que lleva a cabo el gobierno que encabeza; ha mencionado —con una claridad que se agradece—, los elementos que debe contener la comunicación que deberá poner en práctica el nuevo coordinador de Comunicación Social de la Presidencia de la República, licenciado Eduardo Sánchez.

Dijo ahí, en la Ceremonia de Relevo, que para que la comunicación del gobierno permita realmente proyectar, en su exacta dimensión y con toda oportunidad, el trabajo que realiza el Gobierno, pero muy señaladamente el Presidente de la República ante la sociedad mexicana, habrá que emprender caminos de innovación, de acercamiento, de amplio respeto a los medios de comunicación; de entender los tiempos que vivimos, de mayor apertura; de tener hoy una sociedad crítica y abierta, que es bienvenida en el México democrático que hoy tenemos.

Pocos días después se refirió a uno de los efectos de una comunicación no adecuada, tanto en la forma como en los contenidos; dijo anteayer, si bien México, y es algo que a veces no apreciamos suficientemente,… lleva décadas de gran estabilidad política y social. Pocos países en el mundo pueden preciarse de ello.

A estas palabras del Presidente agregaría, que a pesar de las locuras y excesos de los años setenta del siglo pasado, hemos mantenido y gozado estos últimos tres sexenios (Zedillo, Fox y Calderón) de estabilidad económica la cual, espero que durante éste no la vayamos a perder. 

Ahora bien, ¿es posible para millones de mexicanos, entender la significación e importancia de un concepto como la estabilidad política, económica y social? ¿Acaso es fácil para decenas de millones de mexicanos valorar ese logro? La respuesta es no; ni les es posible además, dados sus escasos conocimientos en economía; tampoco es fácil.

¿No habría sido más objetivo, y muestra de lo mucho que nos hace falta un ejercicio de autocrítica, haber dicho que eso no se apreciaba debidamente y a cabalidad porque, éste y los gobiernos anteriores, no han sido capaces de explicar dicho concepto, de manera clara y convincente?

Siempre será más fácil trasladar —a millones de mexicanos— la responsabilidad de nuestras fallas y limitaciones como ésa —no saber apreciar el significado de la estabilidad política, económica y social—, que aceptar autocríticamente que no hemos sabido comunicar en materia económica, y también en muchas otras.

La responsabilidad pues, de dicha falla, no radica en la escasa preparación y nula comprensión de ése y otros conceptos por parte de millones de mexicanos, sino en los funcionarios que provistos de doctorados en esto o aquello, sólo lucen su incapacidad y soberbia que los lleva a utilizar un lenguaje tan confuso, que ni entre ellos se entienden. No hay que olvidar que el que bien sabe, mejor explica.

La comunicación pues, talón de Aquiles de éste y de gobiernos anteriores, ha sido deficiente; de ahí los efectos negativos, reconocidos incluso por el Presidente. ¿No sería mejor entonces, dejar de culpar a millones de ignorantes, y dedicarse a diseñar y poner en práctica una comunicación adecuada?

¿Lo hará el licenciado Sánchez? Si lo dejaren, sin duda podría.

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