El peso pone el dedo del Banxico en el gatillo

La volatilidad cambiaria se ha acentuado derivado de los datos de EU, lo que ha propiciado que el peso registre depreciaciones hasta alcanzar niveles críticos que ponen en riesgo la estabilidad financiera del país
Economía -
Agustín Carstens, gobernador del Banco de México. Foto: Reuters
Agustín Carstens, gobernador del Banco de México. Foto: Reuters

CIUDAD DE MÉXICO.- Mala celebración para un sexto aniversario. Sí, justo seis años después, en el tipo de cambio, el peso ha regresado al nivel de sus peores días, similares a los de marzo de 2009.

Por aquellas aciagas fechas, las de la “Gran Recesión”, las bolsas mundiales, tras un severo desplome, por fin tocaban piso y se detenía el deterioro en los mercados financieros, entre ellos el del peso mexicano.

El 9 de marzo de 2009, la paridad peso-dólar terminaba la jornada cambiaria en 15.5668 pesos por unidad, y a partir de ahí iniciaría una vertiginosa recuperación que lo llevaría a 13 pesos, poco más de un mes después.

Pues bien, seis años después, el pasado martes 10 de marzo, el peso se depreció hasta una escala intradía de 15.6468 pesos por dólar, y el cierre fue de 15.624 pesos por cada billete verde, un nuevo mínimo histórico.

Los niveles alcanzados ya y la violencia de la depreciación del peso mexicano nos hacen pensar que el Banco de México (Banxico), no quedará impasible, es decir, que no se quedará de brazos cruzados, y que podría reaccionar subiendo las tasas de interés en la primera ocasión que se le presente, esto supone, el próximo 26 de marzo.

De hecho, ayer anunció una nueva subasta de dólares para proveer de liquidez al mercado.

Fed y petroprecios, factores

Es verdad que el contexto del peso es muy diferente. Nada que ver con lo que acontecía hace seis años. Ahora buena parte de las bolsas mundiales están en récord histórico.

El S&P 500 y el Dow Jones cantaban nuevos máximos nunca antes vistos a principios de mes. El Nasdaq, a su vez, superaba cinco mil puntos, por primera vez desde marzo de 2000, y acababa a menos de uno por ciento del récord que se observó en la crisis de la “burbuja tecnológica”.

En los mercados de Europa, el Ftse-100 de Londres o el Dax de Fráncfort, también festejaban nuevos máximos históricos.

Pero además, la economía mundial crece, aunque lento, y el principal socio comercial de México, Estados Unidos, va viento en popa.

¿Por qué el peso, entonces, es vilipendiado y anda por los suelos?

Las razones, ya las hemos explicado en esta tribuna de Economía a Detalle, “El porqué del deterioro del peso: 11 de diciembre de 2014”; son en esencia dos: en primer lugar, el derrumbe de los precios del petróleo, y dos, la posibilidad de que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) empiece pronto a subir las tasas de interés.

Impacto en las cuentas nacionales

Para el asunto del petróleo, no hay solución de corto plazo. Hay un exceso mundial de oferta de crudo, debido a los niveles de producción históricos de Estados Unidos, los cuales son de 9.37 millones de barriles al día, producción que se ha mantenido al alza, pese al cierre masivo de plataformas petroleras.

A eso hay que sumar la lógica resistencia de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a reducir las cuotas de producción.

Eso se ha traducido en niveles récord de inventarios de crudo y una fuerte presión a la baja de los precios del petróleo.

La mezcla mexicana cerró el martes en 45.96 dólares y, aunque esa cotización es 23 por ciento mayor al mínimo observado en este año, 37.36 dólares por barril a mediados de enero, sigue muy lejos de la cotización de 79 dólares por barril, valor de la mezcla mexicana de exportación, presupuestado para este año, con los potenciales desequilibrios fiscales y de cuenta corriente que implica, y su impacto negativo sobre el peso.

Movimiento de tasas, sobre la mesa

En lo que se refiere a las tasas de Estados Unidos, la situación es más compleja. La Fed, pese a sus advertencias, puede todavía demorar un aumento de tasas, y tiene argumentos para esperar: los salarios allá aún crecen de manera moderada, la inflación permanece en una escala baja y la tendencia al alza del dólar se acentuaría con un aumento de tasas de interés; no obstante, dentro de la Fed existe miedo, fundado, de que un apretón monetario provoque convulsiones globales.

Aun así, el escenario de un aumento de tasas este año en Estados Unidos prevalece, y se ha fortalecido conforme se conocen nuevos indicadores económicos de ese país, como sucedió con el dato de empleo del pasado viernes.

De hecho, cada vez que se conoce un dato potente y las apuestas por un alza de tasas se calientan y el peso se resiente. Lo malo es que se espera que la mejora del mercado laboral prosiga en el corto plazo y que, tarde o temprano, se empiece a reflejar en mayores salarios y en un repunte inflacionario.

Incertidumbre

Esta inestabilidad financiera genera incertidumbre, la cual se acentúa en cada dato de Estados Unidos y que, para el peso mexicano, empieza a resultar ya fastidiosa y nos tememos que más intolerable, cada vez, para el Banxico, que ha dado muestras de incomodidad con la situación.

Los altos funcionarios del Banco Central de México, en sus últimas declaraciones, han puesto cada vez más énfasis en el riesgo de que una depreciación fuerte y sostenida del peso se traslade a los precios importados y termine provocando inflación.

Desde luego que la depreciación del peso en los últimos tiempos no es nada desdeñable, y es suficiente para pensar en un contagio: en los últimos seis meses, el peso se ha depreciado en torno a 15 por ciento, lo que ha propiciando que la paridad con el dólar se ubique en nuevos mínimos históricos, incluso se espera que la tendencia prosiga en el corto plazo.

Con este escenario, el peso está perdiendo el piso y el Banxico debe hacer ya algo. 

Banxico ajustará su política monetaria

Hasta ahora, hemos defendido que Banxico dispararía un aumento de tasas tan pronto como la Fed retirara del comunicado la palabra “paciente”, término que significa que no habrá un aumento de tasas de inmediato, al menos en las dos siguientes reuniones.

Sin embargo, el comportamiento del peso nos hace pensar que, independientemente de la Fed quite la palabra “paciente” o no del comunicado en su reunión de la semana que viene (17-18 de marzo), el Banxico podría subir sus tasas de interés un poco después, a finales de este mes, el 26 de marzo.

Leamos lo que dijo Banxico en su último comunicado de política monetaria.

Por un lado señaló que “no se puede descartar la posibilidad de que el tipo de cambio permanezca en los niveles actuales por un tiempo prolongado, o que incluso registre depreciaciones adicionales” ante las perspectivas de un incremento de tasas de la Fed.

Por otro lado, afirmó que es crucial fortalecer el “marco macroeconómico de nuestro país cuando sea oportuno, principalmente en el ámbito fiscal, pero desde luego también en el monetario”.

Finalmente, en las minutas, se mencionó que la respuesta adecuada para fortalecer el “marco macroeconómico” sería una política monetaria “menos expansiva”, dado que la actual postura “no haría diferencia sobre el crecimiento, pero sí podría traer riesgos de estabilidad financiera”, y que Banxico debería actuar de manera preventiva, adelantándose a la Fed, con el fin de “proteger la estabilidad financiera”.

Apuntalando la estabilidad financiera

Contrastando ese mensaje con la realidad, pensamos que se dan las condiciones para que el Banco de México incremente ya el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria, a un día, la cual actualmente se ubica en una escala de tres por ciento.

La volatilidad cambiaria, en efecto, se ha acentuado derivado de los datos de Estados Unidos, y el peso ha registrado depreciaciones adicionales hasta alcanzar niveles críticos que ponen en riesgo la ansiada “estabilidad financiera”.

Ese escenario sienta las bases para fortalecer el “marco macroeconómico” con un incremento en las tasas, antes de que lo haga la Fed, con el fin de contener la salida de capitales y la consiguiente depreciación del peso, mandar la señal al mercado de que se inicia un ciclo de restricción monetaria, y no alterar en mucho las expectativas de crecimiento para este año.

La política fiscal ya hizo su esfuerzo para consolidar los buenos fundamentales macroeconómicos, y nos tememos que la depreciación del peso está llamando a la puerta de Banxico para que la política monetaria haga también la parte que le corresponde.

Así que prepárense: a Agustín Carstens, el banquero central más ejemplar, no le suele temblar la mano cuando es preciso dar un golpe de autoridad para calmar al peso y a los mercados.

De momento, y a partir de ayer, subastará 52 millones de dólares diariamente en el mercado de cambios durante los próximos tres meses, lo que se une al mecanismo de subastas anunciado el pasado 8 de diciembre.

Si funciona, y eso depende de lo que la Fed diga la semana que viene, quizás para el 26 de marzo baste con un alza de sólo 25 puntos base. Si es que no hace un movimiento más contundente y va por 50 puntos base.

* Director de llamadinero.com

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