Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

24 Mar, 2015

¿Podemos esperar algo bueno y útil para el país, de los que saldrán victoriosos en estas elecciones?

Hace años, un lugar común que acompañaba cada cambio de gobierno —federal, estatal o municipal—, y la renovación de los Congresos —estatales y de la Unión—, afirmaba que con cada uno se renovaba la esperanza.

Lo común en aquellas campañas, eran las promesas de los candidatos de todos los partidos contendientes las cuales, caían sin respeto alguno sobre los ciudadanos y la población en general. Eran, por su número, abundantes a más no poder; nadie podía sustraerse a su influencia y a querer y no, renovábamos la esperanza.

Al paso de los años, las promesas se convirtieron en dichos sin efecto y consecuencias;  ante esta realidad, el elector cambió radicalmente y hoy, en los tiempos que corren, la respuesta de él es la incredulidad y nulo respeto de lo que candidatos y partidos prometen.

Las campañas federales de la elección intermedia, y las de las elecciones locales (gobernadores, diputados locales y presidentes municipales), podemos afirmar que ya comenzaron. ¿Qué hemos visto y oído, de partidos y candidatos?

Si fuéremos objetivos, diríamos que han prometido lo mismo que en las campañas anteriores; no obstante los nuevos problemas y su gravedad, nadie ha propuesto algo que apunte a una solución. Es más, ni siquiera han sido capaces de esbozar una propuesta que contuviere algún elemento que coadyuvaría a la solución.

¿Cabría entonces, esperar algo de los que van a reemplazar a los que terminan su encargo? ¿Podríamos pensar siquiera, que los problemas estructurales del país, serán materia de análisis y habrá propuestas de solución, de los que salieren victoriosos?

Sin que elimine por completo la posibilidad de que hubiere algunos ilusos que respondieren positivamente a esa última pregunta, y sin el ánimo de ofender, me atrevería a afirmar que nadie en su sano juicio se atrevería a responder afirmativamente.

El descrédito de la política y de los que a ella se dedican, ha alcanzado tal magnitud, que los mismos que andan tras la victoria para ser presidentes municipales, gobernadores, y diputados locales o federales, ni siquiera prestan atención a la urgencia de enfrentar y resolver los problemas los cuales, día con día abonan a la pérdida de la confianza en el futuro del país.

¿Hay solución a esta gran tragedia del país? ¿Y si la hubiere, de dónde vendría la propuesta? ¿Acaso podemos albergar la mínima esperanza, de que los presidentes municipales podrán elaborar propuestas de solución a los problemas que sus municipios enfrentan?

¿Y los gobernadores? ¿Serían capaces de elaborar propuestas de solución, para los graves problemas de los estados que les tocará gobernar, una vez que tomen posesión? Ya no le pregunto acerca de lo que harían los diputados locales y federales al respecto porque, estoy seguro, conozco su respuesta.

Esto, que en modo alguno es exagerado,  nos coloca frente a una dolorosa realidad: El Ejecutivo Federal, lo aceptemos o no, es hoy la única institución capaz de elaborar propuestas de solución y concretarlas pero, viene la pregunta crítica, ¿se atreverá?

Por el bien del país y su futuro, no hay otra alternativa. Espero pues, que haya la voluntad política y la capacidad necesaria para ello. De no ser así, negro será el futuro.

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