Jesús Alberto Cano

Colegio Nacional de Economistas

Jesús Alberto Cano

6 Abr, 2015

Pintan difíciles 2015 y 2016 para la economía mexicana

La volatilidad económica y financiera que ha tipificado la situación de las economías de los países emergentes, que tuvieron días muy complejos durante el último trimestre de 2014, e inicio de 2015, salvo México que logró evitar lo peor vivido por otros, incluyendo los de la Zona Euro.

 La inestabilidad había iniciado en 2014, cuando el peso sufrió una depreciación promedio en su moneda  de 12.7 por ciento.

Pero no sólo el peso se vio afectado, también el resto de las monedas de los países emergentes sufrieron gran volatilidad, especialmente en 2015.

México experimentó un efecto montaña rusa en su tipo de cambio en el mes de marzo de este año, que llevó al peso de niveles de 14.95 por dólar, a finales de febrero, a 15.60 pesos por dólar a mediados de marzo, para terminar con una depreciación de 3.5%, llegando a 15.27 pesos por dólar, a finales del trimestre.

Por su parte, el real brasileño mostró una depreciación frente al dólar de 20.7% durante el primer trimestre de 2015, mientras que el peso chileno se depreció 2.95% en ese mismo trimestre, y en el viejo continente, el euro se devaluó 11.17 por ciento.

Los fuertes altibajos, especialmente a principios de 2015, son atribuibles al nerviosismo que existió entre los intermediarios financieros ante la expectativa de la normalización de la política monetaria de Estados  Unidos, como lo había anunciado la presidenta de la Fed, Janet Yellen.

Esos intermediarios estaban concentrando su atención en la inminente alza de la tasa de interés de referencia por el Sistema de Reserva Federal (Fed). Ahora se espera que esa tasa inicie sus elevaciones a partir del segundo semestre de 2015.

Durante el primer semestre del año en curso, la divisa mexicana registró una cotización máxima de 15.62 pesos por dólar, y mínima de 14.52, es decir, un difrencial de 1.05 pesos por dólar.

El peso también reaccionó a la baja de las materias primas de exportación, particularmente del petróleo, que aceleró más la devaluación del peso, una vez que el precio del hidrocarburo mexicano cotizara por debajo de los 50 dólares por barril, cuando su valor anterior andaba por 90 dólares por barril.

Ante la elevada volatilidad del peso, durante el primer trimestre, la Comisión de Cambios, presidida por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y el Banco de México, optaron por intervenir en el mercado de divisas, mediante la venta de 52 millones de dólares diarios, a través de subastas. La intención era darle liquidez al mercado de divisas y así relajar las presiones cambiarias, lo que evitó que la cotización del peso llegara a 16 unidades por dólar.

Pero aun así, los analistas de los mercados financieros y cambiarios en México y el exterior, siguen pensando que la sensibilidad del peso mexicano a posibles cambios en la postura de la política monetaria mexicana con respecto a la de EU, será un factor de presión y volatilidad en la paridad del peso. Está decidido que México subirá su tasa de interés de referencia, cuando también inicie la Fed su normalización monetaria.

Pero es indiscutible que los efectos cambiarios en las monedas de los países emergentes, como México, se pueden ver afectados por actuaciones fuera del control del país y su gobierno, así como de lo que pueda responder Estados Unidos.  Por ejemplo Irán, país que está negociando aún su situación nuclear con Estados Unidos y Europa, amenaza con afectar la estabilidad cambiaria del dólar norteamericano.

Mientras tanto, México sigue actuando con sus propios instrumentos financieros y cambiarios para mantener la estabilidad de su moneda.

Tal como el gobierno del país recortó primero en 2015 su gasto público, y ahora también anunció un recorte de 135 mil millones de pesos del gasto previsto para 2016.

Ese segundo ajuste presupuestal, así como la incertidumbre financiera y económica que prevalecerá en el exterior, también tendrán un impacto negativo en la estimación del crecimiento económico esperado para este, y el año próximo.

Los ingresos petroleros mexicanos esperados para 2016 serán de 950.3 mil millones de pesos, lo que significará una caída de 23% con respecto a lo deseado en 2015.

Pero las expectativas de los ingresos propios del gobierno federal, que no tienen mucho margen para subir, continuarán dando frutos a las arcas hacendarias y tendrán un incremento inercial durante 2016. Pero  no servirán como contrapeso a los retos de las finanzas públicas de ese año y el próximo, dada la decisión de no volver a mover los ingresos por encima de lo autorizado por el Congreso mexicano en la reforma hacendaria de 2014.

*Economista

Twitter: @acanovelez

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