Hay más empresas en el Reino Unido pese a crisis

El gobierno conservador redujo los impuestos corporativos de 28 a 20 por ciento y recortó la tasa máxima del gravámen sobre los ingresos para hacer ver al país más amigable con las empresas. Para alentar a los innovadores se redujeron los trámites en industrias como la bancaria y la de energía.
Economía -
El gobierno del primer ministro David Cameron quiere financiar tres millones de prácticas profesionales. Foto:  Reuters
El gobierno del primer ministro David Cameron quiere financiar tres millones de prácticas profesionales. Foto: Reuters

LONDRES.- El 19 de febrero fue el “Día de las Demostraciones” para 16 empresas incipientes de tecnología en Londres. Una sucesión de aspirantes a ser el próximo Steve Job saltó a un escenario para ofrecer presentaciones de tres minutos ante capitalistas aventureros. La típica modestia excesiva de los ingleses no apareció para nada. Un equipo demostró cómo podría comprimir videos en línea 50 por ciento más que la competencia; otro, cómo se podría convencer a los arquitectos de usar un sistema de realidad virtual.

En 2013, se crearon más empresas en Gran Bretaña que en cualquier año durante al menos una década. Un grupo cabildero, Enterprise Nation, estima que el número del año pasado fue incluso más alto. Muchas de estas serán empresas de un solo hombre o mujer, constructores y trabajadores del sector público desplazados de sus empleos habituales por la recesión y la austeridad.

Cada vez más, sin embargo, las empresas están siendo iniciadas por el tipo de persona ambiciosa y bien educada que terminará creando empleos. Algunos estiman que Londres fue la escena de empresas incipientes más vibrante en Europa.

Cuando el actual gobierno de coalición conservador-liberal-demócrata asumió el poder en 2010, era obvio que lo dos motores de crecimiento de que habían dependido los laboristas –los servicios financieros y el sector público en expansión– estaban renqueando.

La estrategia exitosa

La coalición rápidamente declaró su intención de “reequilibrar” la economía del sector público al privado, de los servicios a la manufactura y de Londres a otras partes. Como sugiere el Día de las Demostraciones, logró uno de esos tres objetivos.

El secretario de Hacienda conservador, George Osborne, redujo los impuestos corporativos de 28 por ciento a 20 por ciento y recortó la tasa máxima del impuesto sobre los ingresos para hacer parecer a Gran Bretaña más amigable con las empresas. Para alentar a los innovadores, las barreras de ingreso se redujeron en industrias como la banca y la energía.

El gobierno de coalición también trató de abordar dos grandes quejas corporativas: la renuencia de los bancos a prestar, después de la crisis financiera, y una escasez de trabajadores calificados.

Vince Cabl, el ministro de Empresa, un liberal demócrata, creó un Banco Empresarial Británico, el equivalente del famoso Mittelstandsbank de Alemania, para distribuir préstamos a pequeñas y medianas empresas. La Tesorería cambió las reglas fiscales en un intento por alentar a la gente a invertir.

Unas 440 mil  personas iniciaron prácticas profesionales en 2013-2014, casi el doble de las 280 mil de cuando la coalición llegó al poder. Todos los partidos principales coinciden en las virtudes de estos planes y están tratando de superarse uno a otro en hacer más promesas al respecto.

El primer ministro, David Cameron, dijo que quiere financiar tres millones de prácticas profesionales para 2020, mientras que los laboristas han prometido crear 80 mil prácticas profesionales de “alta calidad” al año.

Mirando al Sector manufacturero

El gobierno de coalición también trató de dar una mano a la industria manufacturera. El financiamiento para las exportaciones es ahora más generoso. La  “catapulta manufacturera de alto valor”, que suena horrible y fue establecida en 2011, incita a las empresas, a los sectores académicos y al gobierno a trabajar mejor juntos.

Esto es parte de una nueva cadena de centros de tecnología e innovación de élite que tratan de cubrir la brecha entre la innovación inicial, una tradicional fortaleza británica, y la manufactura a escala industrial, una deficiencia conocida.

Sin embargo, no está claro si todo esto ha ayudado a la manufactura. Su parte del Producto Interno Bruto (PIB) ha permanecido en 10 por ciento durante los últimos años, y la poca recuperación en exportaciones que ha ocurrido ha sido impulsada por los servicios, no por los productos manufacturados.

¿Apoyo incondicional?

Los hombres de negocios tienden a apoyar al gobierno, cualquiera que sea su complexión, más que a la oposición. Sin embargo, el Partido Laborista ha hecho que eso parezca intuitivo.

Desde Michael Foot, a principios de los años 80, un líder laborista no ha tenido tan mala reputación entre los ejecutivos como Ed Miliband actualmente.

Mientras que sus predecesores “neolaboristas”, los primeros ministros Tony Blair y Gordon Brown, cortejaron al voto empresarial, Miliband se deleita en hacer lo contrario. Se ha enfrentado no sólo a compañías impopulares, como las empresas de energía, sino también a los líderes de compañías de confianza, como la cadena de farmacias Boots.

Parece ansioso de intervenir en los mercados y sumar costos a las empresas. En cuanto al propuesto “impuesto a las mansiones” sobre casas costosas de los laboristas, el partido “no podía haber planteado un impuesto más calculado para irritar a los empresarios”, dijo un hombre de negocios londinense.

El menguante grupo de líderes empresariales que aún simpatiza con el Partido Laborista espera que el viceministro de Hacienda, Ed Balls, y el subsecretario de Empresa, Chuka Umunna, moderen los instintos de Miliband si llega a ser primer ministro en las elecciones del próximo 7 de mayo.

Quedarse o no quearse en la Unión Europea

Aparte está Europa, sin embargo. El siempre más euroescéptico Partido Conservador promete un referendo sobre la pertenencia de Gran Bretaña a la Unión Europea si es reelegido, un plan que parece a muchos líderes empresariales innecesario y peligroso.

Un sondeo realizado por la Confederación de la Industria Británica sugirió que 71 por ciento de sus miembros piensa que la UE tiene un “impacto positivo”. Un sondeo reciente realizado por las Cámaras de Comercio Británicas sugiere que mucho más de la mitad de sus miembros piensa que un retiro “impactaría negativamente” a sus empresas.

En parte, este entusiasmo por Europa refleja preocupaciones en cuanto a la política de inmigración. Las compañías quieren trabajadores de la Europa continental para compensar la escasez de habilidades en Gran Bretaña.

Un ejemplo de ello es el hecho de que las empresas tecnológicas han cabildeado furiosamente a favor de más ingenieros de software para el país.

Los empresarios no son proeuropeos a ciegas. Les irrita, en particular, cuánto tiempo está llevando completar un mercado único en servicios. Sin embargo, detestan la incertidumbre que generaría un referendo. Si va a haber uno, dicen, que se haga lo más pronto posible para poder tomar decisiones.

 

 

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