Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

17 Abr, 2015

Gracia, cortesía y millones de dólares (Parte IV)

(En las últimas semanas hemos estado platicando sobre las habilidades de vida que son indispensables para tener éxito en el mundo de los negocios. La tercera de ellas es la Etiqueta.  Las entregas anteriores las pueden consultar en mi página http://www.excelsior.com.mx/opinion/adina-chelminsky)

La etiqueta era, hasta hace poco tiempo, un renglón olvidado en el mundo de los pequeños y grandes negocios. Una formalidad innecesaria para aquellos versados en el análisis financiero o en el manejo de tecnología ¿Para qué perder el tiempo en detalles de mera forma que no impactan los resultados constantes y sonantes?

Pero lo que hemos aprendido, poco a poco, es que, como bien dice el dicho, forma es fondo. Son justamente esos detalles “insignificantes”, muchas veces considerados hasta cursilerías, los que pueden marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.

A principios del siglo XX la madre de los manuales de etiqueta, Emily Post, escribió: “el uso de los buenos modales parece no tener cabida en el mundo de los negocios. Pero uno nunca sabe en qué momento el utilizar la buena etiqueta puede ser una ventaja competitiva… o el prescindir de ella, un costoso error.” Si esto era cierto hace casi 100 años, lo es aún más en el mundo empresarial de hoy, uno que se globaliza y sofistica cada día más.

La buena etiqueta depende simplemente de dos principios: El primero es saber actuar adecuadamente en cada situación, el segundo es hacer sentir cómoda a la gente que te rodea.

Ahora, para ser un poco más específicos…

1.-Las primeras impresiones… El saludo, para bien o para mal, nuestra primera y mejor carta de presentación. Estira la mano y da con firmeza el apretón mientras miras a la persona directamente a los ojos. Si es la primera vez que encuentras a una persona da tu nombre completo al saludarla, si la has visto con anterioridad no asumas que te recuerda, al saludarla repite tu nombre y un breve recordatorio de donde se conocieron.

¿Los hombres y mujeres, o entre mujeres, se deben saludar de beso en la mejilla? Depende de la situación y de tu carácter, pero, por regla general, siempre es mejor iniciar una relación con un apretón de manos.

2.- Como te ven te tratan. Hace 100 años, cuando la vestimenta apropiada en el ambiente de trabajo era traje obscuro y punto, era relativamente fácil vestirse ad-hoc; hoy es una cuestión que necesita un diagrama de flujo (no en balde los cientos de asesores y libros dedicados al tema). Cada sector, empresa e, incluso, día de la semana tiene un código de vestido, explícito o implícito, diferente.

Si tienes dudas acerca de lo que debes ponerte no le des vueltas al asunto, habla a la empresa y pregunta directamente. Lo que es de rigor, en todas las circunstancias, es ropa discreta, con buen ajuste y, sobre todo, una buena postura.

3.-Ni feminismo ni machismo, sino todo lo contrario. Si hay un campo en donde los roles tradicionales del hombre y la mujer han cambiado radicalmente es en el mundo de los negocios por lo que la etiqueta se ha vuelto “género neutral”, las mismas actitudes con las que se trata a un colega hombre deben imperar cuando se trata a una colega mujer (por ejemplo, en una comida de negocios paga el que haya hecho la invitación, independientemente del sexo). Sin embargo, las actitudes tradicionales de caballerosidad (como darle el paso a una mujer) y feminidad (el evitar fumar puro) siguen siendo aceptadas siempre y cuando sean utilizadas con naturalidad.

4.-El que grita pierde. No, las palabras altisonantes o el despotismo no son señales de poder sino de inseguridad. La humildad y el trato educado, aun de los más altos ejecutivos, aun hacia el más pequeño subordinado, es una de las maneras más importantes como nos percibe y juzga la demás gente. Por favor y gracias siguen siendo las palabras mágicas independientemente del tamaño de tu oficina.

6.- Dime como es tu asistente y te diré quién eres: Los modales de las personas que trabajan para ti (sean secretarias, choferes, guaruras u otros asistentes) se reflejan directamente en tu imagen. Capacita a los que te rodean para que tengan un trato amable y cortés con toda la gente, aun a la que puedan considerar sin importancia (uno nunca sabe…).

7.-¡…OOOps! Todos cometemos errores de Etiqueta. Incluso Steve Jobs o Carlos Slim, seguro, han cometido un  faux pas que les gustaría olvidar (¿tirar el vino encima de un cliente muy importante?, ¿haber mandado un mail demasiaaaaaado íntimo a la persona equivocada?). Si te equivocas no te apaniques. Pide una disculpa sincera y, en caso de que aplique, trata de reparar el daño. Sé discreto y prudente en tu reacción, que tu justificación no llame más la atención a tu falta. Después, cuando sea apropiado, busca el lado chistoso (todas las situaciones, hasta la del empresario en Japón, lo tienen). La verdadera muestra de un caballero (o dama) es asumir los errores, reírse de uno mismo y seguir adelante.

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