Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

17 Abr, 2015

Los hoteleros y el cambio de gobierno en Quintana Roo

La llegada de Carlos Gosselin a la presidencia de la Asociación de Hoteles de Cancún (AHC) es un hecho aparte de la decisión del gobierno de Quintana Roo, de restringir los recursos públicos para el turismo en ese destino, aunque coincide en algunos aspectos.

La manera misma en que llegó este empresario a dirigir la AHC, revela las diferencias que existen en la clase empresarial de Cancún; desunión que no le viene mal al gobernador Roberto Borge, considerando que falta menos de un año para que inicie el proceso de su sucesión.

Resulta que cuando sobrevino la muerte de Roberto Cintrón, a principios de febrero, ya sólo le quedaba hasta marzo como presidente de la AHC y algunos hoteleros empujaban el regreso de Rodrigo de la Peña, miembro de una de las familias que desarrollaron hace más de 40 años los primeros hoteles en Cancún.

De hecho, De la Peña se quedó en Madrid para acompañar a un familiar de Cintrón en los trámites para traer sus restos mortales, ya que falleció allá al término de la Feria Internacional de Turismo de España (Fitur).

Mientras tanto, Gosselin, quien era vicepresidente de la AHC, convocó a una sesión del consejo directivo, donde obtuvo los votos para reemplazar a Cintrón, apoyado por Abelardo Vara, fundador de ese organismo y propietario de hoteles como el Omni y el Marriott Courtyard.

Entonces, Gosselin invitó a acompañarlo como consejero a un grupo incluyente, en el que están hoteleros locales y representantes de cadenas estadunidenses y españolas.

Entre ellos, Patricia de la Peña, hermana de Rodrigo; Robert Noé, quien es el vicepresidente y viene de las filas de AMResorts y ejecutivos de Meliá y Barceló.

Pero la llegada de Gosselin, además de que no fue consensuada con todos, sí derivó en la salida del hotelero Pedro Pueyo, de Oasis, y acortó el periodo de esta presidencia a un año en vez de los dos que prevén los estatutos.

Gosselin tendrá uno de los tres asientos en el fideicomiso, que concentra el impuesto al hospedaje y del que se han canalizado menos recursos al turismo, en el contexto de la enorme deuda pública que pesa sobre el estado.

Una decisión que hasta la fecha no ha afectado la ocupación hotelera en Quintana Roo, pero que en el mediano plazo podría debilitarla frente a competidores poderosos en el Caribe que están empujando fuerte en diversos mercados.

Los otros dos asientos del sector privado los tienen el hotelero José Chapur y el propio Vara; los tres llevan una buena relación con Borge y difícilmente alguno de ellos impulsará cambios sobre el impuesto al hospedaje en la recta final de esta administración.

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