José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

17 Abr, 2015

Incierta situación económica

El martes pasado el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó, como todos los años justo antes de su reunión anual de primavera, sus Perspectivas de la economía mundial en las que sintetiza la situación en la que se encuentra la economía global y las expectativas de lo que sucederá el resto de este año y en el futuro inmediato.

El economista en jefe del FMI, Olivier Blanchard, se dice sorprendido de la complejidad de fuerzas en el mundo entero que están determinando la evolución de la economía, lo que dificulta hacer pronósticos. Él identifica dos elementos clave que definirán las tendencias en el mediano plazo.

El primero son las secuelas de la Gran Recesión y la crisis del euro, que resultan en bancos en situación precaria y un elevado nivel de deuda de gobiernos, empresas y familias que frena la expansión del gasto agregado e implica un más lento crecimiento económico, lo que, a su vez, retarda el obligado desendeudamiento.

También señala que el potencial de crecimiento de la economía se ha contraído, pues el de los países desarrollados ya venía cayendo antes de la Gran Recesión debido al envejecimiento de su población y a un menor aumento en la productividad, lo que se agravó con la crisis que conllevó menores acervos de capital e inversión.

La otra causa del más lento crecimiento se encuentra en los países emergentes y en vías de desarrollo cuya expansión se ha desacelerado, como es el caso de China, o caído en el estancamiento como Rusia y Brasil. A pesar de ello, este conjunto de países sigue siendo el principal motor del crecimiento global con un 70% del mismo.

Además de los fenómenos señalados, el escenario actual está dominado por dos factores con impactos distributivos apreciables: el notable fortalecimiento del dólar de EU y la caída en el precio del petróleo. El primero se debe a una recuperación más vigorosa de su economía en términos relativos y a una menos laxa política monetaria. 

La caída en los precios del petróleo se explica por tendencias de largo plazo que he comentado en columnas anteriores, y que tienen que ver con un importante aumento en la oferta de fuentes no convencionales y con la decisión de Arabia Saudita de no abatir la producción de la OPEP, como una estrategia para castigar a los nuevos productores y, de paso, a Rusia que se negó a coordinarse con el cártel petrolero.

Otro elemento que contribuyó al colapso en el precio del petróleo se enmarca en la caída generalizada en los precios de las materias primas, en general, debido al más parsimonioso crecimiento de China y otros significativos importadores. Es decir, es una historia de mayor oferta pero también de menor dinamismo en la demanda.

Blanchard considera que los riesgos macroeconómicos han disminuido y que el peligro de recesión y deflación se empieza a disipar en la Unión Europea, en buena parte por la expansiva política monetaria que sigue su banco central. Por el contrario, cree que los riesgos financieros y geopolíticos han aumentado.

Ello se debe a que la redistribución de ingresos y riqueza, derivados de las tendencias en los precios de las materias primas y el valor del dólar, afectan negativa y severamente a países exportadores que, como Rusia, Venezuela, Argentina y Brasil, están hoy peor que antes, y cada uno se halla en el umbral de su propia crisis.

El caso de Grecia no está resuelto y, a pesar de que parece que el contagio a otros países vulnerables de la zona del euro ha disminuido, nadie sabe a ciencia cierta los efectos de una eventual moratoria en su deuda, como se rumora en los mercados que puede ocurrir, o, de plano, su salida de la unión monetaria.

Los desastres de Ucrania y el Cercano Oriente continúan y aunque, hasta ahora, no han tenido impactos sistémicos sobre la economía mundial, ello puede cambiar en cualquier momento. Además, países, empresas y personas que estén endeudados en dólares de EU pero con ingresos en monedas que se han depreciado, enfrentarán   problemas para pagar, lo que puede desembocar en renovadas crisis de deuda.

Sobre México, el reporte aludido pronostica un crecimiento del 3% este año y un poco más el próximo, debido a que la caída en los precios las de materias primas nos afecta poco, a que nuestra balanza externa petrolera está equilibrada y a que nuestra economía tiene una estrecha sincronía con la de EU. El impacto negativo en las finanzas del gobierno y su menor gasto restaron 0.5% del pronóstico anterior del FMI.

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