Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

18 Abr, 2015

El futuro del dinero

En su mayor abstracción, el dinero representa tiempo, que es el bien más valioso y no renovable que define al ser humano. El valor que le asignamos a un bien, digamos por ejemplo un automóvil, refleja la suma del tiempo invertido en su fabricación, no únicamente el tiempo que destinaron los trabajadores en la línea de producción, también refleja el tiempo que invirtió un ingeniero en diseño automotriz, el tiempo invertido en la generación de máquinas que ayudan a producir el vehículo así como el que destinaron los ejecutivos de la empresa en las áreas de mercadotecnia, recursos humanos, administración etcétera.

Aunque el tiempo es el bien más valioso es, también, el más barato debido a que cualquier ser humano tiene disponibilidad de vender su tiempo, no obstante, en la medida en que desarrolla habilidades especiales puede venderlo más caro debido a que no hay tanta oferta y justo porque usualmente para adquirir o aumentar las habilidades, además de tener talento  hace falta invertir tiempo en desarrollarlas. Es por ello que la acumulación de dinero implica la aglutinación del tiempo de las demás personas.

Además, el dinero es un símbolo de que vivimos en sociedad porque aunque la moneda de intercambio de tiempo tenga un valor intrínseco, pensemos en una moneda de oro, implica que estamos de acuerdo en que el oro es valioso por lo que vale la pena invertir tiempo en obtenerlo. El papel moneda cuyo nacimiento ocurrió en China implicaba una convención de que un papel representaba un depósito de oro y esto naturalmente llegó a Europa vía las rutas de la seda y así nació el patrón oro que permitió el nacimiento de un sistema financiero más sofisticado sin el que no hubiera tenido lugar la Revolución Industrial. Aunque el proceso fue largo y complejo, ya que a diferencia de lo que ocurre actualmente no había solo un emisor de billetes vinculado a un Estado nación. El primero fue el Banco de Inglaterra establecido en 1694 como proveedor de servicios bancarios de la Corona y a partir de ahí se fue desarrollando hasta que tuvo la prerrogativa única de imprimir papel moneda y colocarse en el centro del sistema financiero del mundo hasta bien entrado el siglo XX. Luego vino la Segunda Guerra Mundial y el Consenso de Bretton Woods en el cual entre muchas otras cosas se acordó que el dólar estadunidense era la moneda de referencia, como lo es hasta hoy. En ese entonces la divisa estadunidense estaba respaldada por reservas en oro lo que cambió con Richard Nixon en 1971 cuando el billete verde dejó de ser convertible a oro. El superficial recorrido que hago en esta columna por la historia del dinero muestra la creciente tendencia a la abstracción del mismo que nos lleva a establecer una suerte de consenso con respecto a su valor que encuentra su máxima abstracción en el tiempo y ahí tienen lugar las monedas digitales como bitcoin aunque ya de facto el dinero cada vez tiene más que ver con una abstracción del tiempo, ya que cuando recibimos un depósito a nuestra tarjeta de débito hay un intercambio electrónico del consenso que le asignamos al dinero y que está basado todavía en bancos centrales nacionales.

El reto del dinero electrónico

Aunque el bitcoin parece ser el futuro del dinero, plantea algunos problemas como su naturaleza inelástica que llevaría a su inviabilidad debido al número limitado de monedas en el sistema y que llama inevitablemente a un mecanismo de coordinación global que refleje las nuevas realidades y que pueda llenar los espacios vacíos que deja Bretton Woods y sus instituciones. Hoy los cambios en la política monetaria de los grandes bancos centrales de la Unión Americana y la zona euro manifiestan efectos opuestos en los que sobresale la necesidad de una mayor coordinación en un mundo globalizado de lo contrario el sistema podría incrementar el desorden que hoy apenas se esboza. En conclusión el futuro del dinero requiere instituciones supranacionales que hoy parecen lejanas como en su momento lo parecieron organismos como el FMI o el Banco Mundial.

 

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