José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

24 Abr, 2015

“Fast-track”

En la redacción de los documentos fundacionales de EU, su Constitución y su Carta de Derechos, se otorgó al Congreso la responsabilidad de autorizar acuerdos comerciales con otras naciones, por lo que, desde hace ocho décadas, se adoptó una fórmula conocida como “fast-track” para delegarla temporalmente al Ejecutivo.

La razón es simple: ningún país estaría dispuesto a negociar con el Ejecutivo, en la persona del Representante Comercial de Estados Unidos, entidad dependiente de la Casa Blanca para ultimar tratados comerciales sólo para tener que renegociarlos de nuevo con 434 diputados y 100 senadores.

Finalmente, la semana pasada, el proyecto de ley patrocinado por legisladores de los dos principales partidos políticos en EU para otorgar “fast-track” al presidente Obama, se envió al Comité de Finanzas del Senado, que lo aprobó ayer y se espera que lo mismo ocurra en la Cámara de Representantes en las próximas semanas.

La bronca es allegarle los votos suficientes para que pase ambos cuerpos legislativos, pues los correligionarios de Obama, de un partido que cada vez se sesga más hacia el populismo proteccionista, se oponen a cualquier tratado comercial por lo que la Casa Blanca tendrá que presionarlos para conseguir los votos suficientes.

Ahora, el gobierno de EU requiere “fast-track” —su nombre oficial es ‘autorización para promover comercio’— para ultimar la negociación de la Alianza Comercial del Pacífico —TPP, por sus siglas en inglés—, con México y Canadá, sus socios del TLC, y Chile, Perú, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Brunei, Malasia, Singapur y Vietnam.

Por fortuna para Obama, quien hoy apoya acuerdos comerciales que rechazó como candidato, la mayoría en ambas cámaras del Congreso está en manos de sus opositores republicanos, que, en términos generales, auspician las iniciativas de libre comercio y que serán quienes pongan la mayoría de votos para aprobar “fast-track.”

Los opositores a la libertad comercial ya empezaron la misma cantaleta que repiten cada vez que se acerca una nueva petición de “fast-track”: ¡que el acuerdo será devastador para los trabajadores y el medio ambiente! Así ocurrió, en 1990, cuando el presidente Bush (padre) la solicitó para negociar el TLC con México y Canadá.

En esta ocasión la oposición está dirigida por el senador Schumer, de Nueva York, quién se declaró “conmocionado, nunca he visto nada igual a esta petición —de “fast-track”— que pretende amarrarnos las manos y no votar sino al final, a favor o en contra, y sin poder introducir enmiendas.” Este cínico líder de los demócratas lleva 34 años en el Senado y ha visto al menos una docena de peticiones similares de “fast-track.”

Otra opositora es la senadora Elizabeth Warren, populista aliada de los sindicatos, y posible contendiente presidencial, quien dice que “el TPP se ha negociado en secreto y a espaldas de los representantes populares,” cuando ha habido 1,700 reuniones informativas en las que el Ejecutivo informó, puntualmente, al Congreso del estado en el que se encontraban las negociaciones, mostrándoles también los textos pactados.

Con mi experiencia en la batalla por el “fast-track” para el TLC, hace 25 años, estoy cierto de que ahora también será aprobado, dadas la nueva correlación de fuerzas en un Congreso dominado por los republicanos —aunque los populistas de extrema derecha del llamado ‘Tea Party’ como el senador Ted Cruz, también se oponen—, y un Obama irreconocible, dispuesto a presionar a sus cófrades en favor de una causa liberal que no les gusta.

De ratificarse el “fast-track” en EU —ningún otro país tiene algo parecido—. Entonces vendrá la verdadera batalla; cuando, al término de las negociaciones del TPP, se le presente el texto a las legislaturas de los países negociadores, donde, de nuevo, habrá ruidosos aspavientos y mucho teatro, sobre todo en Washington y Tokyo, pero creo que, al final, se confirmará. Ya veremos.

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