Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

25 Abr, 2015

¿Es la ley?

En la semana hubo muchos artículos y entrevistas sobre el tema de la aprobación de la Ley Anticorrupción. Expertos y legisladores dando sus puntos de vista. Si bien hay opiniones que son válidas, lo que yo veo es que pocos ponen el dedo en la llaga y señalan lo que realmente necesitamos en México.

Empezaré mi análisis por mencionar un cambio en el que existe consenso que es bueno. Tiene que ver con aplicar estas nuevas reglas en los tres niveles de gobierno. Hay consenso de que existen abusos a nivel de los Estados y que hay que frenarlos.

Por otra parte existen aspectos importantes que no se incluyeron en la Ley y que pueden llegar a limitar el campo de acción en la materia. En este caso uno de los puntos más importantes es que no se incluye el tema del fuero.

Ante esta situación identifico dos posturas. La primera fatalista y la segunda pragmática. La fatalista tiene que ver con que lo que falta en la legislación es lo más importante y por lo tanto la aplicación de la nueva ley no va a servir de mucho.

La pragmática tiene que ver con que los cambios que se lograron son buenos y  pueden ayudar. Con éstos se tiene un avance importante. Aunque reconocen que faltan aspectos lo que dicen es que es un peor escenario no haber pasado nada.

Entre estas dos visiones yo tiendo a simpatizar con la segunda. Los avances son bienvenidos y como toda ley, no esté estática sino dinámica y se pueden ir incorporando en los próximos años.

A pesar de lo anterior, creo que las dos visiones anteriores son incorrectas. Las dos tienen un supuesto implícito que es el hecho de que el problema de corrupción tiene que ver con la falta de marco legal. En su visión, el problema no es la falta de aplicación de la ley.

Lo que yo creo es que el problema de la corrupción es uno de aplicación de la Ley, mas que de nuevo marco legal.

Por ejemplo, los señalamientos que estamos viendo en las campañas políticas dan evidencia clara de casos de corrupción y de otras conductas que están en la frontera gris de la ilegalidad. Ya sea que le llamemos a ésta conflicto de interés o favores.

Señalan casas, presas, relojes, uso de aviones, uso de helicópteros, etc. Y no pasa nada del lado de la Autoridad. Con esto tenemos evidencia de que el problema está en que no hay voluntad política para actuar.

La pregunta es: ¿con la nueva ley va a cambiar esta actitud? No lo creo.

Por lo mismo yo veo que la nueva ley va a ser el cambio.

La esperanza de cambio se ve en otra parte, en la sociedad civil y no el gobierno. Por ejemplo, Organizaciones Sociales empujando cambios importantes y ciudadanos denunciando el uso de helicópteros. Se genera la presión y se actúa. No fue la Función Pública la que inhabilitó a Korenfeld, fue la presión de las redes sociales.

Por lo mismo, la esperanza no está en la nueva ley. Algo de esperanza esta en lo que cambiemos y se aplique la ley.  La mayor esperanza está en el cambio inducido por la sociedad civil. Es decir, la esperanza está en nosotros, no en el gobierno.

*Director general del FUNDEF

guillermozamarripa@itam.mx

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