Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

25 Abr, 2015

Consumo y almacenaje: un problema mayor

No estoy descubriendo el hilo negro, lo sé. Cuando revisamos nuestros escritorios, los archivos, los clósets y demás lugares de nuestras casas u oficinas nos asombramos de la cantidad de objetos que acumulamos. No sólo es un problema de consumo excesivo, sino más bien de la cacareada sociedad postmoderna que adquiere por impulso o de manera obsesiva productos que, si nos va bien, serán utilizados por semanas y después descartados o sustituidos por nuevos “chunches” que llegarán, tarde o temprano, al mismo lugar de almacenaje.

Además de que es un gasto muchas veces superfluo y se va a replicar en nuestros familiares. El hecho es que la mayoría de las familias urbanas  no cabemos en los departamentos. Existen coleccionistas de recuerdos (el trenecito o las muñecas, vestidos de graduación y boda), y más objetos inservibles. Es tal el amontonamiento que, cuando se nos pierde algo, el tiempo para buscar en toda el área es causa de malos humores y gritos. Si se les ha perdido un objeto pequeño (celular, llaves o tabletas) excuso decirles el borlote que esto causa. ¡No quiero estar cerca de esta persona y oír sus lamentos! Este efecto se maximiza por el consumismo  desmedido. Pero no se preocupen, queridas víctimas, ya hay  un remedio en puerta:

Como suele suceder, los iniciadores en el proceso de compras compulsivas ya se dieron cuenta de que, si  no  resuelven el asunto de falta de espacio tanto residencial como de oficinas y fábricas, deben tener varias ideas. Las presento con algunas sugerencias mías:

a.- Aprenda a regalar o tirar de manera sistemática. Cada trimestre saque sus cachivaches y escoja lo que se va a ir (la inmensa mayoría al basurero) y despréndase sin miramientos de estos objetos, para dar cabida al siguiente “mugrero”.

b.- En Estados Unidos, los ingeniosos primos ya inventaron otro puesto, que es el de consultor de clósets y almacenamientos inútiles. Por una lana, va a tu casa a clasificar las cosas y sugerir dónde llevarlas… o al camión de basura. No tiene corazón ni sentimientos, es un dictador(a) que te pone en orden, lo quieras o no.

c.- Los famosos almacenes o bodegas que proliferan en el país son armas de varios filos. Por un lado son bastante caros, además de que uno se acostumbra a llenarlos y olvidarse de lo que contienen, hasta que ya no cabe ningún alfiler y entonces…. a sufrir o a rentar uno más. Dinero perdido.

d.- En cierta forma, la red, la nube y el SAT nos empiezan a ordenar y a fiscalizar mucho más. Estamos a punto de ser una sociedad sin papeles y todo se archiva en el éter cibernético. Eso sí, cuando vengan los de WikiLeaks o un hacker ponte a temblar, pero ya no vas a necesitar muchos documentos.

 

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