Marielena Vega

Estrategia de negocios

Marielena Vega

27 Abr, 2015

Fobaproas tras bambalinas

Se dice que si se hace un fondo para que los ahorradores del caso Ficrea recuperen el total o parte de sus ahorros sería asumir un Fobaproa, sin embargo, al venderse los activos de dicha empresa se recuperarían los recursos de ese fondo. De ahí que nos dicen que el Senado votaría a favor de  la propuesta con la finalidad de que se haga realidad. Habrá que ver si ello es cierto.

Por lo pronto, hay temas que, de no atender su costo, lo deberán pagar, en efecto, no sólo el gobierno y las instituciones, sino los mexicanos.

La lista no es muy larga, pero sí importante, comenzando por las pensiones, el servicio social y el suministro del agua.

En este último caso, le cometamos de los acuerdos que asumió el gobierno de Enrique Peña Nieto ante la OCDE en materia de agua, los cuales aún no se han cumplido y, de no hacerse, México como país daría un revés de frente a los posibles inversionistas, quienes miran como prioritarios los avances en materia de agua y de energía.

En estos acuerdos firmados con la OCDE, el objetivo es que en territorio azteca se cuente con 100% del agua residual tratada a forma de normatividad para 2030.

Se podría pensar que todavía se tiene tiempo, pero la realidad es que entre licitaciones, inversiones y puesta en marcha de proyectos el tiempo vuela. Ahí tenemos una planta que desde hace dos años se debió poner en operación y, simplemente, sigue detenida por falta de voluntad para terminar el proyecto.

Sin considerar que, en la actualidad, hablamos de que la calidad del agua tratada no es de las mejores, dado que las redes están rotas y ello provoca que el agua se vuelva a contaminar.

Y aunque, a la fecha, se cuenta con 42% de avance, falta la construcción de 3 mil plantas residuales, captadoras, de riego y tratadoras, cuya inversión supera los 3 mil  millones de dólares anuales.

Recursos que, si bien es cierto, deberán salir del presupuesto del gobierno federal, estatal y municipal, también pueden darse mediante coinversiones, que vengan avaladas de certeza jurídica.

Además de eliminar los subsidios y cobrar el líquido en su valor real, dejando a un lado la disparidad de precios, que hoy va de los 3 pesos a los 65 pesos.

Medidas que ayudarían a romper con el círculo vicioso que existe en torno a la calidad del agua en gran parte del país.

La participación de la sociedad será fundamental, dado que el tirar una batería de un aparato electrónico puede contaminar hasta 3 mil litros de agua.

Aunque algunos programas, que se han querido implementar en años anteriores, no han funcionado por las grandes inversiones que requieren, como el cambio de cajas de excusados, sí se pueden llevar a cabo esquemas más sencillos, como la colocación de una botella de agua de un litro al interior del tanque de agua del excusado, lo cual se traduciría en un ahorro anual equivalente a una cancha de futbol en amplitud y 7 kilómetros de altura tan sólo en el Valle de México.

Se deben desarrollar programas de concientización sobre el ahorro de agua para evitar su desperdicio en actividades cotidianas, como el lavado de dientes, el baño diario, entre otras, en las que se puede contribuir a recuperar el vital líquido y apoyar la reforestación de árboles.

Por lo pronto, en México se cuenta con buenas regulaciones, incluso a niveles internacionales, pero es difícil aplicarlas debido a que las oportunidades que tienen los empresarios para recuperar las inversiones son prácticamente nulas, de ahí la propuesta de créditos muy blandos o apoyos fiscales para que la inversión en plantas tratadoras fluya con más facilidad.

Pero en este sexenio, además de seguir erogando inversión en el tema, se debe de cumplir con un esquema de fomento a la cultura del agua y a la no contaminación. ¿Será ello posible? Ojalá que sí.

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