Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

9 May, 2015

Los riesgos estructurales

Estas  semanas he asistido o vivido eventos que refuerzan mi opinión de que el mundo actual es, cada vez, más complejo. Me explico:

a.- Nuestro colega Pascal Beltrán del Río se refirió recientemente a las crisis y los riesgos que están presentes en el mundo. Un terremoto devastador en Nepal, la situación financiera de la Comunidad Europea con Grecia, los disturbios y la inseguridad en México, avalan su comentario.

b.- Asistí a un seminario de la empresa Deloitte sobre gobierno corporativo en el que se enfatizaron los graves riesgos en los que pueden caer negocios y sus dueños o ejecutivos por no incorporar ciertos indicadores en su planeación estratégica e irlos monitoreando. Parafraseando a un socio, Israel Zagal, “los autos que van rápido deben tener buenos frenos”. Hay múltiples ejemplos de empresas familiares en crecimiento que, por no cuidar esto, sufrieron graves descalabros e incluso desaparecieron.

c.- El fin de semana pasado me tocó vivir en Jalisco la quema de vehículos y gasolineras, bloqueos carreteros y un clima de angustia en la población y los turistas.

Los tres rubros no podrían ser más contundentes. Hay muchos focos de inseguridad y violencia en el mundo, como actos vandálicos o terroristas, y para complicar todo, un planeta donde hay movimientos telúricos, inundaciones y huracanes  con más frecuencia que antes. O estamos más informados. En resumen, los riesgos son parte de nuestro vivir.

¿Qué debemos hacer? 

Por lo pronto, el lema de los boy scouts sigue vigente: “siempre listos”. Prevenir es esencial y diseñar distintos escenarios y sus consecuencias, así como planes para limitar los daños, nos permite prepararnos. Claro que hay catástrofes naturales, pero ya efectuamos simulacros ante temblores, comunicados ante huracanes y buscamos proteger a nuestras familias y bienes con seguros y planes de contingencias.

En los negocios familiares hay que cuidar, además de la operación normal de la empresa, su situación financiera, la reputación y protección ante un entorno hostil, y blindarla con estructuras de control, directivas y, muy importante, códigos de ética y conducta para los miembros de la familia dueña, así como empleados y ejecutivos.

Los emprendedores se definen como personas que toman riesgos calculados y crean estructuras flexibles y dinámicas, para abrir empresas y hacerlas crecer y sobrevivir. No hay otra forma de trabajo, por lo que no es fácil poner negocios, y sólo una minoría lo logra con éxito. Cuando vemos con admiración cómo tal o cual empresa está creciendo rápidamente gracias al empeño de sus dueños, funcionarios y de la gente que trabaja en ella, no debemos olvidar que ese fenómeno debe estar emparejado con un sistema efectivo de controles o frenos para evitar que se desboque. En un artículo próximo hablaré de la evolución sana de los negocios, sean familiares o no, para que logren ser sustentables por muchos años.

  Y usted, amigo lector: ¿ya tiene un plan de contingencias y manejo de riesgos para su persona y familia, además de su negocio y patrimonio? Es importante este proyecto.

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