Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

13 May, 2015

El dilema regulatorio de Mancera

El jefe de Gobierno, del hasta ahora Distrito Federal, se encuentra ante un dilema regulatorio. Al igual que los alcaldes de todo el orbe tiene que ser creativo en la regulación ante el arribo de nuevas compañías con modelos de negocios innovadores que antes eran impensables, pero que gracias al avance de las tecnologías de la información han venido a irrumpir en varios ámbitos de la economía. En el caso específico de Uber y Cabify el dilema de Mancera radica entre responder a las viejas estructuras de las urbes con clientelas políticas que dan resultados tangibles en las urnas versus consumidores que aparentemente no tienen una organización política tangible. El dilema se manifiesta entre grupos que pueden organizar manifestaciones versus consumidores que más allá de las redes sociales no presionan de manera directa a las autoridades. Las antiguas estructuras no son únicas de la Ciudad de México también se manifiestan en São Paulo, Barcelona o Delhi, en donde los taxistas presionan y a veces agreden a los conductores de Uber y se puede deducir que también en muchas ciudades significan un apoyo político que da rendimientos en las urnas para los políticos que los apoyan y defienden.

En México, como escribió Sergio Sarmiento ayer, los taxis no compiten en contra de Uber o Cabify, que ofrecen una experiencia de consumo contundentemente superior. El problema de los taxis es que al operar en un país en el que la lógica del éxito económico es la de organizarse y agruparse en gremios, sectores o cultivar amigos en el poder o recurrir al soborno, la lógica lleva a los agentes económicos a buscar un mercado cautivo o una renta en detrimento del consumidor cuya decisión queda prácticamente anulada ante un número de opciones limitadas. Tomemos por ejemplo el caso del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), aunque en 2006 la Comisión Federal de Competencia rompió el monopolio del Sitio 300 unos años después los usuarios del AICM nos enfrentamos a un oligopolio en el que las tarifas convergen y no hay una diferencia en el servicio.

Un ejemplo casi didáctico lo ofrecen también las casas de cambio del AICM mientras que en la Terminal 1 hay una intensa competencia y uno puede encontrar un tipo de cambio peso/dólar competitivo en la Terminal 2 el tipo de cambio suele ser el mismo, debido al número limitado de jugadores. 

El columnista Thomas Friedman nos dijo que el mundo se volvió plano gracias a las tecnologías de la información y habría que agregar que en un mundo plano las olas de innovación difícilmente pueden ser frenadas. En el entorno actual resistir los nuevos modelos de negocios que ofrecen un “market place” resulta inútil, debido a que otros sectores como el hotelero no tardan en demandar reglas para Airbnb y a su vez los restauranteros para Eatwith o similares, más vale adelantarse a lo inevitable poniendo al consumidor como eje de las reglas. Además como lo menciona Salvador Camarena coyunturalmente puede representar una oportunidad de oro electoral y no se debe menospreciar el impacto negativo en caso de que se de una regulación adversa. Filipinas ya tomó la delantera y decidió apostar por una visión pragmática estableciendo reglas con la siguiente lógica: “Vemos la innovación tecnológica como un impulso para el progreso, especialmente en la transportación en donde puede proveer al público una forma de transporte más conveniente y segura. Los servicios de transporte con base en apps ayudan a enfrentar la creciente demanda de movilidad generada por la rápida urbanización” En el futuro cercano no hay dilema.

 

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