Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

19 May, 2015

No hay remedio, festejamos anuncios, no las obras

No recuerdo un fiasco como el de hace tres días —la madrugada del sábado—, que se compare con el oso hecho por el secretario de Comunicaciones y Transportes durante la supervisión que él llevaba a cabo, de la puesta en órbita por parte de una compañía rusa que acumula, en los últimos dos o tres años, más fracasos de los que uno podría imaginar, en esta riesgosa actividad de colocar satélites en el espacio.

La supervisión realizada por él, hasta el viernes por la noche, desconocido especialista en esto de lanzar satélites al espacio, fue acompañada, no solamente de un acto casi faraónico de promoción política sino también, ¡faltaría más en estos tiempos de austeridad!, de un brindis. (¿Por el éxito del lanzamiento?)

Para que no se me acuse de exagerar, me limito a transcribir párrafos del largo boletín que entregó la SCT a los medios de comunicación:

“La separación del satélite ocurrió 9 horas con 13 minutos después del lanzamiento desde el Cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán./Y en 10 días se ubicará en su posición orbital definitiva a 236 mil kilómetros de altura sobre el nivel medio del mar en un plano cercano al Ecuador./El Centenario iniciará operaciones en 10 meses, una vez que hayan concluido los períodos de prueba en órbita y de validación de los servicios en red en Tierra.”

Todavía hay más:

El secretario de Comunicaciones, Gerardo Ruiz Esparza, a las 22:00 horas (24:00 horas del Centro) hizo un brindis previo al lanzamiento del misil que transporta el satélite Centenario para ponerlo en órbita.”

Por si dudare de lo que aquí digo y transcribo, le doy la dirección donde puede usted ver el video completo, que exhibe la grave irresponsabilidad política que vemos y padecemos cotidianamente: 

https://www.youtube.com/watch?v=NbmaQUqYaLE&feature=youtu.be

¿Qué hacer ante esto? ¿Cómo explicarnos que, lejos de ofrecer una disculpa, y aceptar autocríticamente la falta de tacto por el fiasco y el ridículo en el que aquel funcionario colocó al gobierno en el cual participa, se dedicó a repetir de manera mecánica que recuperaríamos lo pagado, que el servicio no sufriría merma alguna, y que la reposición del satélite destruido tardaría más de tres años?

¿Cuándo dejaremos de festejar sólo anuncios, al margen de la suerte que corra la obra o como en este caso, la puesta en órbita de un satélite de comunicaciones? ¿Cuándo veremos las cosas objetivamente, y entenderemos que gobernar no es el festejo irracional y absurdo, sino la administración eficiente, transparente y honrada de los recursos públicos?

¿Quién debe llamar a cuentas al funcionario que comete faltas como la descrita, que además de la ineficiencia en las funciones que debe realizar, pretende echarle tierra a una conducta reprobable en todos sentidos? ¿De qué es responsable el Presidente, en relación con este sonado fracaso y ridículo mayúsculo? Sólo de la designación, no del desempeño del funcionario.  

¿Qué queda después del brindis y del satélite, que de acuerdo con el boletín de la SCT, en 10 días se ubicará en su posición orbital definitiva a 236 mil kilómetros de altura sobre el nivel medio del mar en un plano cercano al Ecuador?

¡Pobre país!

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