Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

26 May, 2015

Por favor, perded toda esperanza

Uno de los grandes miedos que ha marcado a nuestra clase política, prácticamente desde la llegada de Hernán Cortés, es enfrentar la realidad; es tener que reconocer que las cosas no salen como uno imaginó que saldrían y, lo peor, tener que reconocer la responsabilidad que tenemos en ese resultado.

De ahí pues, que las tragedias que a lo largo de nuestra historia nos han llevado en unas ocasiones a la ruina y en otras, a debacles que casi logran borrarnos del mapa, hayan sido causadas siempre por extranjeros que quieren acabar con nuestro país. Los mexicanos todos, pero de manera destacada nuestros políticos, jamás hemos tenido algo que ver en el desastre que hoy somos pues nosotros, cual niños de pecho, somos inimputables.

Hoy, lo que vemos y escuchamos, es reflejo fiel de lo que arriba afirmo; si estamos en medio del peor período de estancamiento económico que uno pueda recordar —prácticamente tres decenios ininterrumpidos—, en modo alguno se debe a nuestras decisiones y políticas públicas erróneas sino a ese ser perverso que es el ambiente externo; también, no podía faltar entre los que quieren destruirnos, la perversa conducta de los empresarios de Estados Unidos que han decidido —con sus pospuestas decisiones de inversión—, causarnos un daño severo en materia de crecimiento económico.

Por si faltare algo a la maldad de ese par de seres malignos —el ambiente externo y el empresariado de Estados Unidos—, habría que agregar al Reino de Arabia Saudita. La manipulación del precio del barril de petróleo no tiene otro objetivo, que debilitar nuestras anteriormente sólidas y sanas finanzas públicas.

Ante las cifras que muestran un crecimiento sólido y sostenido, sólo algún mal nacido y mal mexicano puede atreverse a poner en duda las afirmaciones de nuestros funcionarios de Hacienda, y las de nuestro gobernante; no solamente estamos y evidentemente vamos muy bien sino lo mejor, vamos a estar —como diría el clásico: más mejor.

¿Negarse a reconocer lo evidente, tal y como señala una experta que cual café instantáneo súbitamente se convirtió en analista económico con la sola transcripción de cifras —tomadas de un boletín— que ni siquiera es capaz de entender, así fuere superficialmente? ¿Acaso ese pesimista que insiste en que las cosas van mal, no entiende que esto es como un partido de foot ball?

Sin embargo, lo enfrentado es, ni más ni menos, resultado de lo que hemos hecho mal, y de no haber hecho lo que debimos hacer bien en su debida oportunidad. Hoy, esta realidad no mueve a nuestra clase política a cumplir con su responsabilidad y, aún cuando no lo entendamos y menos aceptemos, ese hecho no puede ser borrado con la transcripción de un boletín por parte de ignorantes supinos y, menos con una metáfora futbolística mal escogida.

¿Acaso piensan que con la repetición de cifras aisladas, van a transformar una realidad que reclama una gobernación diferente? Además, ¿quién puede lograr, con una metáfora desafortunada, la desaparición de los efectos dañinos de una incapacidad evidente en materia de políticas públicas acordes con las necesidades estructurales de la economía mexicana?

¿Debemos entonces, perder toda esperanza?

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