Los retos de Gurría 2016-2021

En 2006, cuando José Ángel Gurría asumió por primera vez el liderazgo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el influyente diario británico Financial Times lo calificó como una “mente perfecta” para dirigir al organismo que ayer decidió ratificarlo por un tercer periodo, que va de 2016 a 2021. Gurría ha sido una voz fresca en el escenario internacional en una coyuntura que lleva desde inicios de este siglo, en la que los organismos multilaterales tienen la demanda de reflejar la nueva realidad global con grandes poderes emergentes y nuevos actores que rebasan el ámbito del Estado nación. La OCDE  tiene su génesis en el despliegue del Plan Marshall al final de la Segunda Guerra Mundial y, después, se convirtió en un “club de los países ricos”, en donde se realiza el análisis de las mejores prácticas y políticas para democracias liberales orientadas a tener economías abiertas. En esa pieza el diario británico citaba la capacidad de José Ángel Gurría  de navegar en un difícil entorno desde que le tocó estar involucrado en la negociación del Plan Brady, que permitió una reestructura de la deuda de México y posteriormente como secretario de Relaciones Exteriores llevó la política exterior de un país que salía de una profunda crisis económica a la vez que se planteaba de manera más pragmática ante el mundo como uno de los socios de la zona económica más vibrante del planeta con el TLCAN y también con una vocación que había convertido al país en el primero de los emergentes, en ese entonces se les llamaba en vías de desarrollo, en unirse a la OCDE. Para México formar parte de la OCDE ha sido un ejercicio a ratos difícil, pero muy positivo que ha permitido, por ejemplo, tener un diagnóstico de la dimensión de la falla educativa con los exámenes PISA o darse cuenta de la falta de eficacia de los programas sociales, que han sido inútiles para reducir la inequidad en la distribución de la riqueza. Como secretario de Hacienda, José Ángel Gurría consolidó una política macroeconómica sólida y bien plantada de cara a la primera alternancia democrática en la era moderna de México.

Cuando Gurría asumió el liderazgo de la OCDE se vislumbraba que uno de sus principales retos era ampliar la membresía de países emergentes y coadyuvar para lograr un mayor entendimiento en el debate de la globalización. En septiembre de 2006, en un discurso dado en Corea del Sur, el flamante secretario general se decía frustrado por el fracaso de la Ronda de Doha, que en el marco de la Organización Mundial del Comercio buscaba liberalizar el comercio entre naciones desarrolladas y en vías de desarrollo y que hasta la fecha no ha salido adelante. Además, Gurría se mostraba preocupado por tendencias regresivas en materia de inversión extranjera directa y citaba ejemplos en Estados Unidos, que se había opuesto a la adquisición de una compañía petrolera por parte de una empresa China y afirmaba categórico “el proteccionismo no es la respuesta”.

Aunque el Financial Times lo ignoraba cuando publicó la pieza editorial la mente y la experiencia de Gurría lo hacían más que perfecto para permitir que la OCDE navegara a partir de 2008 por la peor crisis económica que ha sufrido el planeta desde la Gran Depresión. Gurría a través de su experiencia en México supo definir como objetivo la disminución de las discrepancias fiscales entre los países que permiten la elusión fiscal en un momento en que todos los recursos son indispensables, también señaló los problemas de desigualdad que permean ahora también en las economías desarrolladas. Los retos de Gurría hacia adelante siguen siendo ampliar la afiliación de países como Brasil, India e Indonesia, entre otros, seguir señalando las mejores prácticas para atajar la corrupción que domina la discusión pública, particularmente en América Latina, y ayudar a definir nuevas políticas de cara a un entorno dinámico en materia de tecnologías de la información en donde se requiere mucha creatividad.