Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

3 Jun, 2015

¿Qué hacemos con el Congreso?

Desde mañana y hasta el próximo 7 de junio, fecha en la que se celebran las elecciones intermedias federales para elegir una nueva Cámara de Diputados, habrá un tenso silencio de la propaganda política, spots en radio y televisión y cobertura en medios de las campañas de los candidatos a diputados federales, gobernadores, diputados locales y demás autoridades sujetas a elección popular.

Con ello entramos en el silencio temporal de lo que habrá sido un bombardeo constante de spots en diversos medios escritos y electrónicos de las plataformas de los distintos partidos políticos que compiten en esta elección. La novedad en ella es que ahora tienen posibilidad de competir también los candidatos independientes (sin las mismas prerrogativas y privilegios en medios que los candidatos afiliados a partidos políticos) y existen amplias posibilidades de ganar para algunos de ellos.

Quizá la pregunta más importante que surge cada tres años es cómo mejorar nuestro sistema político para que el Congreso y los puestos de elección popular tengan mayor transparencia e impacto en la vida de la ciudadanía. Es esta pregunta la que ha hecho que el abanico político se haya reformado, paulatinamente, desde los años setenta (con Jesús Reyes Heroles, entonces secretario de Gobernación), cuando se incorporaron las candidaturas plurinominales para suavizar el sistema hegemónico. Hoy el sistema político electoral ha regulado el uso y disposición de tiempos oficiales en medios electrónicos (ahora incluyendo la propaganda en internet) y se ha permitido la reelección de diputados, senadores, presidentes municipales y demás autoridades (con excepción del Presidente de la República).

Ante esa interrogación el eje central del sistema federal es qué hacer con el Congreso. De ser un mero sellador de trámite de las iniciativas presidenciales, el Congreso ha ido adquiriendo poco o poco mayor relevancia en las discusiones políticas y la toma de decisiones. Sin embargo, no obstante la apertura y poder que ha adquirido desde 1997 —cuando se dio el primer rompimiento de la mayoría absoluta—, el Congreso sigue adoleciendo de vicios y flaquezas institucionales y, de hecho, que lo han mantenido a la sombra de los otros poderes.

En esta jornada electoral se elegirá a la totalidad de los 500 diputados que integran la Cámara de Diputados, muchos de los cuales ya han servido en legislaturas anteriores. Se cumple, sin embargo, la tabula rasa del primer año de aprendizaje legislativo, la acción en el segundo y, en el tercero, la búsqueda de nuevo trabajo. Desafortunadamente esta Legislatura será un lame duck de tres años mientras se lleva la transición al sistema de reelección legislativa para los senadores y diputados federales electos en 2018. 

El precedente de las reformas importantes de este sexenio las sentó esta Legislatura saliente. Será difícil que la Legislatura que elijamos para 2015-2018 haga más que discutir y alimentar discusiones políticas de cara al proceso electoral grande de 2018.

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