Edgar Amador

Edgar Amador

8 Jun, 2015

La economía hipster

La mayor empresa de taxis del mundo no tiene un solo taxi. La mayor empresa de hotelería del planeta no posee un sólo edificio. La mayor empresa de contenidos del mundo no tiene una sola redacción. ¿Cómo ser capitalistas sin comprar capital? Fácil. Usa el capital existente. No otra cosa es la muy hipsteriana “Sharing Economy”.

En éste espacio hemos platicado ya algunas de las consecuencias de corto y largo plazos que está teniendo la larga revolución tecnológica iniciada en los años ochenta con el advenimiento de la computadora, lo que permitió reducir los costos del cálculo y el tratamiento de datos. Ese abatimiento en el costo de procesamiento de la información condujo a que, una vez que había millones de computadoras individuales que calculaban y procesaban, pudieran hacer algo que a los humanos nos cuesta mucho trabajo: comunicarse entre sí de manera eficiente.

Los humanos tenemos muchos problemas para comunicarnos. Y no nada más porque hablamos idiomas distintos. Al involucrarnos en el mercado, los humanos buscamos siempre nuestro interés individual, y eso implica la mayoría de las veces que no compartamos nuestra información, ni nuestra estrategia, pues hacerlo implicaría que el competidor tome ventaja y nos gane el negocio. Es ese egoísmo el que hace, por supuesto, que la economía produzca los grandes inventos que transforman nuestra vida, pero tiene algunas consecuencias negativas, como todo lo que hacemos o dejamos de hacer.

Como no nos comunicamos nuestras estrategias de negocios en un mercado competitivo, es absolutamente natural que se produzca un exceso de capital. Si yo quiero hacer negocio transportando mercancías de México a Laredo adquiriré una flotilla de camiones de carga. Pero si la ruta es rentable habrá varios que piensen como yo y querrán quitarme la ruta y comprarán, a su vez, sus flotillas de vehículos correspondientes. Ya armados con nuestras flotillas, el negocio será para aquel que opere con los más bajos costos y ofrezca las mejores tarifas y brinde el mejor servicio.

Tal es el resultado de una economía competitiva, bajos precios, buen servicio, pero su colateral inevitable es un exceso de capital. Casi con seguridad en todo mercado competitivo habrá capital de más, camiones de carga en exceso que van o vienen a Laredo sin carga como resultado del proceso de competencia. Pero no únicamente en los mercados competitivos puede resultar un exceso de capital. También en los monopolios, con la diferencia de que, bajo competencia, el exceso de capital es no planeado y, bajo monopolio, puede ser deliberado.

Pensemos en un operador telefónico, el que sea. Ese tipo de empresas requiere hacer una inversión tan grande en la red nacional para realizar la primera llamada, que el monto de inversión es enorme. Tan enorme que pocas empresas pueden realizarla, no es como comprarse un camión. Como pocas empresas pueden, se produce lo que se llama un “monopolio natural”, creado por el monto de la inversión necesario.

Pero una vez ya operando, tal inversión mínima cuantiosa se convierte en una disuasión. Entrar en ese mercado es tan costoso que el mero monto de inversión disuade a los competidores. Y, entre mayor sea la inversión, mayor es la disuasión y menor la competencia. Invertir capital en exceso entonces es un resultado no únicamente de la incomunicación del mercado competitivo, sino de la búsqueda de rentas del mercado monopólico.

Pero si los humanos tenemos dificultades en comunicarnos, las máquinas no. Todas hablan el mismo código y se comunican entre sí de una manera eficiente y exponencialmente económica. Este proceso está posibilitando que los poseedores de capital en el mundo se comuniquen y, sin necesidad de gastar un solo centavo adicional, aumenten el monto de capital disponible para la acumulación.

Alguien que no posea un solo camión puede convertirse en el mayor camionero simplemente poniendo en contacto a las decenas de empresas que comunican la ruta México-Laredo y haciendo una asignación más eficiente de los camiones ociosos. Los ejemplos son miles, y empresas como Facebook, en donde millones de empresas e individuos cuelgan sus contenidos, es la mayor empresa de contenidos; Uber, que no posee un solo auto propio, es la mayor proveedora de servicios de taxis; Airbnb es la mayor vendedora de noches de hotel sin poseer un solo ladrillo.

La “economía del compartir”, la muy hipstersharing economy” es en términos económicos algo sencillo: empresas y personas que no se conocen pueden hablarse entre ellas y ayudarse a resolver un muy serio problema: ¿Qué hacer con esas enormes cantidades de capital que sobran y que están sentadas allí sin hacer nada? Estamos viendo apenas el inicio de una revolución impresionante y que planteará dilemas complicadísimos. Piensen en el siguiente: si me sobra capital y lo uso, ya no necesito invertir para crecer. Pero el PIB lo que hace es contar la inversión nueva, y no cuenta el mejor uso del capital. Podría ser que crezcamos, pero que el PIB no lo refleje. El largo plazo siempre es interesante.

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