Alemania por fin tiende la mano a Grecia, ¿cómo se llegó a esto?

Alemania estaba dispuesta a aceptar una sola de las reformas planteadas a Grecia para liberar el dinero del plan de rescate y aliviar su situación financiera
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La ley suprema de la eurozona, y eso lo sabe bien Merkel, es que “una nación puede entrar en el euro, pero una vez dentro jamás puede salir”. Foto: AP
La ley suprema de la eurozona, y eso lo sabe bien Merkel, es que “una nación puede entrar en el euro, pero una vez dentro jamás puede salir”. Foto: AP

CIUDAD DE MÉXICO.- La más sublime dialéctica se ha forjado durante el esplendor ateniense de la Antigua Grecia y la Alemania clásica de fines del siglo XVII y principios del XVIII. Aristóteles y Hegel fueron sus principales exponentes y, aunque existen milenios de distancia entre los dos pensadores, ambos vinculan al helenismo con la germanidad. Ayer, tras meses de parálisis, esa hermandad por fin se volvió a encarnar en la figura del primer ministro griego, Alexis Tsipras, y la todopoderosa canciller alemana, Angela Merkel, dos líderes inteligentes y descendientes directos de esas dos grandes corrientes dialécticas (sin olvidar la dialéctica marxista de Tsipras).

Decía Hegel que “la contradicción es la raíz de todo movimiento”. Y en la contradicción ha vivido Grecia y Alemania desde que Alexis Tsipras asumió el poder el pasado 26 de enero: la contradicción de la oferta de un plan económico que lanzaba uno y la contraoferta que respondía el otro, fiel reflejo de la tesis y antítesis de las dos contrapartes.

En la tesis helena, por tradición, prevalecía el sentimiento ético del hombre, mejorar su situación y velar por su felicidad. La tesis de Tsipras sostiene que las leyes de austeridad europea no han servido para mejorar la vida de los ciudadanos griegos, sino todo lo contrario, por lo que es un absurdo incidir en los mismos errores. En la antítesis germana primaba el concepto jurídico de obediencia absoluta a las leyes. La antítesis de Merkel dictaba que Grecia debía cumplir a toda costa con las reglas fiscales establecidas por Europa, lo que exigía infligir nuevas y dolorosas reformas al pueblo griego. Aristóteles, en esa disyuntiva, diría que “un Estado es gobernado mejor por un hombre bueno que por unas buenas leyes”; Hegel rebatiría diciendo que “el pueblo es aquella parte del Estado que no sabe lo que quiere”.

Una reforma 
es suficiente

La síntesis, por fin, pudo encontrarse ayer, cuando el agua empezaba a cubrir el cuño del euro. Y quienes en apariencia dieron su brazo a torcer fueron los acreedores: en torno a las 10:15 hora de México, empezaron a parpadear en las pantallas de las computadoras de los operadores bursátiles la noticia de que Alemania, a través de las declaraciones de dos altos funcionarios alemanes cercanos a las negociaciones, estaba dispuesta a aceptar una sola de las reformas planteadas a Grecia para liberar el dinero del plan de rescate y aliviar su situación financiera. Con esa medida, se trata de evitar una inminente suspensión de pagos que pusiera en peligro la permanencia de Grecia al euro.

Así que una sola reforma basta, pero… ¿de entre cuáles? ¿Qué es lo mínimo que le está pidiendo Merkel al gobierno griego? No lo sabemos bien, pero cuatro demandas básicas plantearon los acreedores a la administración de Tsipras:

  • Primero, una subida de impuestos, centrada sobre todo en el alza del IVA en la factura de la luz, a medicinas y la supresión del IVA especial para las islas, que pasaría del 6.5% al 11.0 por ciento.
  • Segundo, la reforma al sistema de pensiones, en el que se plantea la abolición de las jubilaciones anticipadas en profesiones de riesgo (los griegos se pueden jubilar en esos casos a partir de los 52-55 años) y recortar las pensiones más bajas, algo difícil de aceptar si tenemos en cuenta que 45% de los pensionados cobran menos de 600 euros.
  • Tercero, la venta de activos del Estado y privatización de servicios públicos, con la venta del Puerto del Pireo como una de las joyas de la corona.
  • Y cuarto, otra reforma laboral a un mercado de trabajo ya muy tocado por anteriores exigencias de Europa. Pues bien, de esas cuatro, basta que Grecia ahora cumpla con una. El resto no es que se queden en el tintero, sino que Alemania propone ir acometiéndolas de manera escalonada.

 

BCE también 
otorgaba oxígeno

Un poco antes de que Alemania abriera los brazos a Grecia, el Banco Central Europeo (BCE) daba más oxígeno al sistema financiero griego, sometido a una continua fuga de capitales ante el riesgo de una eventual salida del país de la Eurozona y el establecimiento de controles de capital. El BCE elevó el techo de su programa de Asistencia de Liquidez de Emergencia (ELA por sus siglas en inglés) en dos mil 300 millones de euros (mde) para situarlo en 83 mil millones.

Pero con esas declaraciones es de esperar que el rumbo de los acontecimientos cambie completamente. Todavía ayer, Tsipras tenía previsto reunirse con Merkel y el presidente francés François Hollande. A su vez, el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, que se había mostrado reticente a reunirse de nuevo con Alexis Tsipras al juzgar su contrapropuesta como “insuficiente”, se reunirá con el líder heleno.

En cuanto se supo de la noticia, los mercados reaccionaron de la mejor manera posible. Las bolsas europeas, que habían encadenado seis jornadas consecutivas de retrocesos, la peor racha de descensos desde diciembre, rebotaron con el rally más suculento en más de un mes: la principal referencia europea, el Euro Stoxx 600, subió 1.8%. El Dax de Fráncfort creció 2.4%, el Cac-40 de París 1.8%, la bolsa de Milán 2.5% y el Ibex-35 de Madrid un 1.5%. La bolsa de Atenas, sin embargo, retrocedía 1.1 por ciento.

El anuncio también relajó la presión sobre los bonos soberanos de la zona euro. La tasa de 10 años de España descendió 4 puntos base a 2.23% y la de Italia otros 4 puntos a 2.24%. La tasa de 10 años de Alemania, que por primera desde septiembre rebasó el nivel de 1.0% para tocar un máximo intradía de 1.06%, terminó la jornada por debajo de 1.0%, en 0.98%, un incremento de 3 puntos base respecto al cierre de ayer. El euro, a su vez, se apreció 0.3% a 1.132 dólares por euro. Estados Unidos también digirió la noticia con optimismo, y sus tres índices treparon más de un 1.0%.

 

Eurozona, cohesionada

Pero quizás la mejor noticia de todas es que prevaleció el compromiso europeo de mantener a la zona euro cohesionada. Sí, las leyes son importantes en esta gran sociedad de Naciones que es Europa. Y la ley suprema de la eurozona, y eso lo sabe bien Merkel, es que “una nación puede entrar en el euro, pero una vez dentro jamás puede salir”. En ella existía la voluntad de que Grecia no se fuera del euro, sentimiento que era correspondido por Tsipras. Y como ha dicho Merkel, “donde hay voluntad, hay camino”.

Ahora, tal y como ordenaba Pítaco de Mitilene, Tsipras debe saber escoger la oportunidad. El actual programa de rescate vence el 30 de junio, y ese día, además, Grecia tendrá que desembolsar casi mil 600 millones de euros al Fondo Monetario Internacional. Pero además en julio tendrá que honrar cuatro mil 700 millones y en agosto tres mil 560 millones en deudas.

En total, de aquí a agosto deberá pagar casi 10,000 millones de euros. Tsipras necesita el dinero del rescate y ahora puede regresar al Parlamento y presumir que cuenta con el dinero sin haber permitido que Europa le imponga los muchos sacrificios que se temían.

O Merkel tiene algo de filohelénica u Obama, con el bello paisaje de Baviera al fondo, supo cómo convencer a la dama germana de la importancia de mantener la estabilidad financiera. Goethe exhortaba a que “cada uno sea a su manera un griego, pero lo que sea”. El euro, a su manera, tampoco debe perder ese algo griego.

 

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