David Páramo

Análisis superior

David Páramo

15 Jun, 2015

Apagón analógico

El 15 de agosto será una fecha crucial en la transición a la televisión digital terrestre, coloquialmente llamado el apagón analógico, toda vez que en la política elaborada por el Instituto Federal de Telecomunicaciones establece esa fecha como límite para que los concesionarios de televisión abierta estén transmitiendo señales digitales.

Como se recordará, ha sido un programa verdaderamente largo, lleno de sospechas y ridículos. La primera etapa, hace más de cuatro años, fue dar a los concesionarios un canal espejo digital para ir haciendo la transición, lo que llevó a una discusión tan falsa como ociosa que tuvo que ser dirimida en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, puesto que acusaban a los concesionarios de violar su título de concesión. Ya ve a lo que orillan los chairos.

En épocas de la frívola Cofetel hubo algunos intentos muy problemáticos de hacer el apagón analógico, ya que estuvieron mal planeados. Durante esta administración se ha concentrado demasiado la atención en el reparto de televisiones, necesario para que los más pobres tengan acceso a la televisión digital, discutiendo si tienen o no intencionalidad político/electoral.

Gran parte de la discusión se ha centrado en si la SCT podrá cumplir o no con la obligación constitucional de realizar el apagón analógico a partir del primero de enero del año próximo.

Esta dependencia debe coordinar no sólo la parte técnica y entregar aparatos receptores con base en un padrón elaborado por la Secretaría de Desarrollo Social, sino también la responsabilidad recae en los propios concesionarios.

El IFT está esperando el 15 de agosto para determinar cuántos concesionarios cumplen con la obligación de ya transmitir en señal digital y, a partir de ahí, ir tomando determinaciones que podrían, en el extremo, impedir que se cumpliera con el apagón.

También se analiza la posibilidad de cancelar concesiones.

Se trata no sólo de concesionarios privados sino también aquellos menores, así como de entidades públicas y de gobiernos de los estados.

Sin duda, en un mes se podrá saber con cabalidad si el país estará listo para transmitir o no en televisión digital a partir del primero de enero.

EL PEOR

Parafraseando al Limón Agrio que todos los lunes publica en su columna de Excélsior mi querida Maricarmen Cortés, hagamos, por única ocasión, uno semestral.

Si bien es cierto que se debe “agradecer” a OHL México que por lo menos no se dan golpes de pecho al estilo de Grupo Nacional Provincial o Grupo México, es difícil saber cuál de estas empresas presenta un peor comportamiento ético.

Se trata de una competencia sumamente cerrada en la que GNP y Grupo México parecerían tener una ventaja para ser las peores. En ambos casos atentan en contra de la salud y la vida.

En el caso de la aseguradora, sobornan y chantajean a médicos para que realicen procedimientos en las clínicas de GNP, AsMed, a cambio de dinero o con graves retrasos en los pagos de sus honorarios. Esto es mucho más grave que una mala práctica financiera, es un peligro para la salud de las personas.

En el caso de la Minera, está documentado que siguen los graves daños a la salud de la población de Sonora provocados por el derrame de tóxicos propiciado por la empresa. La atención se la escamotean a las personas con pretextos tan ridículos como la veda electoral, a pesar de que, supuestamente, la clínica fue construida con dinero privado, que le fue cobrado a los trabajadores de su reparto de utilidades.

Ambas empresas llegan a la desvergüenza de hacer campañas en medios de comunicación y de supuesta solidaridad social cuando, en los hechos, son una basura.

OHL parecería ser la menos peor. Ellos fingen que están ocupados dando respuestas legales e investigando realmente qué pasó en medio de una campaña de medios de comunicación donde parecen no estar tan preocupados a pesar de que siguen contradiciéndose en los hechos.

Habían prometido, hace poco más de una semana, que no volverían a utilizar su fondo de recompra de acciones en tanto no terminan las investigaciones de corrupción, pero el viernes volvieron a hacerlo. Una explicación podría ser que, según ellos, ya terminaron las auditorías que ordenaron y salieron libres, como la que ya les hizo a modo Ernst and Young que, por cierto, sólo ellos conocen.

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