Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

16 Jun, 2015

¿Cuándo entenderemos el papel positivo de la ley y su respeto?

Ayer comenzó una interesante y muy útil reunión –organizada conjuntamente por Banco de México y Banco Mundial–, aquí en el Distrito Federal. El título mismo de esta Conferencia Anual del Banco Mundial (Productivity, Growth AND the Law), es todo un mensaje el cual, tragedia nuestra, prácticamente nadie de los que ocupan posiciones con capacidad decisoria en el Congreso y el Poder Ejecutivo federal entenderán, y menos van a aceptar la urgencia de poner en práctica lo que el título pretende decir.

Es de tal importancia lo que ayer y hoy se desarrollará, que en el folleto que describe conferencias y talleres y proporciona, además, un apretado currículum de los conferenciantes y de los que participarán como comentaristas, la conjunción AND aparece resaltada con un color diferente para destacar, por si hubiere dudas, que hay una íntima relación entre productividad y crecimiento, y la ley.

¿Quién, en los tiempos que corren, se atrevería a negar o siquiera reducir la importancia de la ley, el Estado de derecho, el respeto pleno de los derechos de propiedad y en términos generales, el papel positivo que en toda sociedad juega una cultura de la legalidad, arraigada en la sociedad?

¿Acaso nuestros políticos –al menos los que de dientes para afuera afirman estar preocupados por el estancamiento económico y las mediocres tasas de crecimiento que alcanza el PIB en México desde hace más de treinta años–, y más específicamente los que dicen estar ocupados en generar las condiciones para empezar a crecer, ignoran el papel que juega la ley y su respeto pleno, en el crecimiento y la generación de confianza entre los inversionistas?

La realidad es otra; hoy, en México, casi para nadie es un misterio el papel positivo y útil que juega la ley y su respeto en el desarrollo y el crecimiento económico; luego entonces, ¿por qué nada hacemos como sociedad y gobierno para que esa afirmación, que es, esencialmente una perogrullada, cobre vigencia y se convierta en realidad?

¿Qué explica la contradicción evidente, entre las declaraciones de los funcionarios, las cuales se distinguen por su compromiso con la ley y su respeto, y las acciones cotidianas y abiertas de ellos mismos, las cuales, con un cinismo que asusta, conceden impunidad total a los delincuentes que han hecho de la violación sistemática y permanente de la ley, el nuevo deporte nacional?

¿A qué se debe que el ciudadano no castiga con el voto, dicha conducta que atenta contra el crecimiento económico, la inversión y la creación de fuentes de empleo? ¿Cómo explicar el apoyo de millones de electores, a partidos y personajes que han hecho de la hipocresía y la defensa de organizaciones de delincuentes como la CNTE y la CETEG toda una causa, la cual, sin vergüenza alguna, han abrazado con un celo digno de mejor causa?

¿Qué me diría si afirmare que lo que hermana a partidos y electores que así proceden, y prodigan apoyos a esos y otros delincuentes, lo hacen como resultado de la extendida y arraigada corrupción que hoy, lo queramos reconocer y aceptar o no, campea sin freno alguno en el país entero?

En ese ambiente, ¿servirá de algo la reunión arriba mencionada?

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