Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

22 Jun, 2015

Las reformas no producen milagros

Las críticas y oposición que desataron las reformas realizadas en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari sólo disminuyeron cuando se empezaron a sentir los efectos de esos cambios, años después de que se realizaron.

Hoy, apenas se está asentando el polvo de las reformas realizadas por ese gobierno y lo que más se escucha son críticas y dudas sobre su aterrizaje.

Es probable que la virulencia de las críticas se deba a que el gobierno prometió demasiado con esas transformaciones; quiso que sus efectos se notaran ya en este año y que la población en general percibiera ahora mismo la bondad de los cambios.

Hay que recordar que las reformas salinistas, todas en el sentido correcto, se tropezaron con la crisis de finales de 1994, así como los cambios del año pasado, se están tropezando con un clima económico mundial poco favorable y con muchas turbulencias en el corto plazo.

Desde el punto de vista técnico las reformas realizadas en este sexenio son todas en el rumbo adecuado: corregir defectos en sectores específicos, como en telecomunicaciones; introducir mecanismos de eficiencia en el ramo energético; abrir algunos espacios en el mercado laboral; modernizar algunos rubros del sector financiero y empezar la gran marcha hacia una mejor educación.

Lograrlos ha sido un gran logro político, que la opinión pública está reconociendo, como lo muestra el hecho de que el PRI y sus aliados vayan a tener mayoría en la Cámara de Diputados.

Pero, al mismo tiempo, el propio gobierno ha sembrado dudas sobre su capacidad de aterrizar dichas reformas en la medida que grupos radicales hacen titubear la Reforma Educativa y eso contamina la confianza en la concreción del resto de los cambios.

También, el gobierno ha prometido a muy corto plazo los resultados de las transformaciones, cuando la verdad es que sus efectos son a mediano y largo plazos.

Esperar que la aprobación de la Reforma Energética dinamizara la economía,  primero produjo ilusiones y luego desilusionados.

Colgar la reactivación económica de la entrada en vigor de las reformas de telecomunicaciones y la energética fue, cuando menos, una imprudencia.

Y hablar de que México se trasforma rápidamente es una exageración que produce críticas feroces y fortalece al populismo radical.

Todo esto junto ha golpeado la popularidad del presidente Enrique Peña Nieto.

Sin duda, las reformas serán benéficas. Unas más que otras y es probable que algunas queden cortas o no se aterricen adecuadamente.

Pero así como no hay dudas de que en general el país caminará hacia el rumbo correcto, tampoco las hay de que los beneficios se cosecharán de mediano plazo hacia adelante.

Es probable que, en lo que resta del sexenio y dado el encono y las ambiciones que desatan los periodos electorales, ya no sea posible efectuar cambios con la profundidad de los que se hicieron el año pasado.

Si acaso Hacienda no debe quitar el dedo del renglón y aprovechar la mayoría en la Cámara de Diputados, para transformar de fondo el ejercicio presupuestal del país.

Hoy, el presupuesto se planea y se aplica como se hace desde hace cuando menos 30 años y hoy el país requiere un ejercicio presupuestal más moderno, eficaz y transparente. Es casi lo único que podría esperarse en la segunda parte del sexenio.

Hasta el próximo lunes con nuevas… Perspectivas.

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