El reto de la informalidad en Argentina

Los cartoneros de Buenos Aires ya han aprendido que la formalidad rinde frutos
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Hasta la fecha, el gobierno ha tenido poco éxito en retirar de las calles a los trabajadores que están fuera de la ley. Foto: Facebook Movimiento anti trapitos
Hasta la fecha, el gobierno ha tenido poco éxito en retirar de las calles a los trabajadores que están fuera de la ley. Foto: Facebook Movimiento anti trapitos
Después de que la economía de Argentina se desplomó en 2001, las filas de los trabajadores informales crecieron junto con las de los desempleados. En Buenos Aires, la capital, los ciudadanos indigentes rebuscaban en la basura para recolectar cualquier cosa que valiera la pena reciclar, vendían artesanías en el pavimento, cobraban a los conductores por “proteger” sus vehículos estacionados y limpiaban parabrisas en los semáforos en rojo.
 
 
Aunque la economía es ahora más fuerte, los pepenadores y cuidadores de autos no han desaparecido. Sin embargo, han encontrado destinos muy diferentes.
 
En 2013, el gobierno local confirió el estatus formal a los cartoneros, trabajadores que recorren la ciudad en busca de cartón y plástico que venden a los recicladores. Reconoció 12 de las cooperativas en las cuales se organizaron y les ofreció uniformes, planes de salud e incentivos en efectivo aparte de sus ingresos por vender la basura.
 
“Con la bonificación mensual, ahora puedo permitirme comprar cosas para mi familia que no podía antes”, dijo Gabriel Aquino mientras cargaba botellas de plástico en una destartalada camioneta pickup. “Y realmente estoy ahí para verlos, porque hay horarios establecidos”.
 
Sin embargo, otros grupos son vistos como una molestia, y están siendo tratados con brusquedad. Nadie es más menospreciado que los 'cuidacoches' o también llamados 'trapitos'. Guían a la gente hacia los sitios de estacionamiento y solicitan tarifas por mantener los autos seguros. 
 
Hugo, un 'trapito' que trabaja en el elegante distrito comercial de Palermo Soho, dijo que nunca demanda un pago. Si detecta a personas que parecen ladrones que recorren el área en motocicletas, alerta a la policía.
 
Admite, sin embargo, que no todos los 'trapitos' son tan escrupulosos como él. Algunos han dañado autos o incluso agredido a las personas que no les pagan.
 
“Están intimidando a las personas para que paguen por usar un espacio público”, dijo enojada Carmen Polledo, una concejal que pertenece al PRO, el partido encabezado por el alcalde Mauricio Macri, un probable candidato en la elección presidencial de octubre.
 
Otro blanco son los comerciantes callejeros que operan fuera de las áreas apartadas para ellos. Su número ha aumentado cuatro veces desde 2011, según un reporte de dos cámaras de comercio. 
 
Casi 13,000 puestos ilegales venden 77 millones de dólares en productos al mes. A diferencia de los 'trapitos', ofrecen un servicio que la gente quiere: A quienes no les gustan es a sus competidores que sí pagan alquileres.
 
Hasta la fecha, el gobierno ha tenido poco éxito en retirar de las calles a los trabajadores que están fuera de la ley. Macri, cuyo partido carece de mayoría en el Concejo Municipal, ha fracasado en tres intentos por aprobar un proyecto de ley que haría más fácil que la policía arrestara a los 'trapitos'. 
 
El 10 de abril, volvió a proponer la medida una vez más. Las operaciones policiales para desalojar a los comerciantes sin licencia han provocado choques violentos y bloqueos de tráfico y, en 2012, un juez emitió una orden que permitía a los artesanos vender sus productos en una extensión de tres cuadras de la Calle Perú, directamente detrás de la oficina de Macri.
 
Mientras tanto, los cartoneros están poniendo la mirada más alto. Aunque las condiciones han mejorado, Jacquelina Flores del Movimiento de los Trabajadores Excluidos se queja de que el gobierno no ha reemplazado a la antigua flotilla de camiones de la cooperativa o ajustado la bonificación mensual lo suficiente para compensar la inflación, que fue de 40 por ciento en 2014. Veintenas protestaron afuera del Ministerio del Medio Ambiente de la ciudad en marzo. El gobierno ha iniciado conversaciones con ellos.
 
Cualquiera que sea el resultado, los cartoneros de Buenos Aires ya han aprendido que la formalidad rinde frutos.
 
kgb 
 

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