Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

27 Jun, 2015

Protocolos familiares: sí o no

Llevo varias décadas dedicado a diseñar e implantar  protocolos de familias, con resultados en su inmensa mayoría satisfactorios. También he notado que unos pocos no se utilizan como fuentes de razonamiento y reglas a seguir por todos los involucrados o, desgraciadamente, se olvidan o transgreden con resultados, generalmente, nefastos.

Estoy convencido de que un Protocolo Familiar hecho y aceptado por los integrantes es un instrumento clave para la armonía y comunicación dentro del delicado sistema Familia-Empresa-Patrimonio. También observo que, si hay dolo, mala fe o simple ignorancia real o fingida por algún participante, este documento no va a funcionar. Por lo tanto, a reserva de que ustedes expongan su opinión, les paso mis pensamientos.

a.- ¿Por qué SÍ hay que tener un protocolo?

Entre muchas razones, el protocolo encauza a las familias por un camino aprobado  y consensuado.

Todos piensan que es mejor seguir reglas claras, aunque éstas pudieran afectarlos, a que cada quien tenga su forma personal de actuar.

Dicho protocolo también sirve para solidificar a la familia nuclear con códigos éticos y de conducta, comunicación y convivencia a través de las generaciones. Éste se puede ir modificando con el tiempo, pero en forma sana y en armonía, cubriendo nuevas cláusulas, además de que ya hay manera legal de incorporarlas a ciertas formas de sociedades mercantiles, amén de los testamentos, así como de consejos efectivos de administración y familiares. Es el primer paso para profesionalizar un negocio familiar.

b.- ¿Cuándo NO es conveniente formularlo?

Entre otros casos, cuando el conflicto familiar ya ha llegado a litigios por control o herencias y los abogados hacen su trabajo, que es el de ganar pleitos. O cuando la situación financiera y de mercado del negocio la tenga estancada o camino a la ruina. El protocolo ya no es tan útil si se hace para promover activamente la venta de la empresa a terceros  (aunque es básico un plan de valuación y venta aprobados).

Otra razón es si el conflicto personal, conyugal y de socios ya no permite la sana comunicación y se esté planeando sabotear lo acordado.

El facilitador debe detectar esto previamente para no causar más problemas y desilusión. Aunque puede haber otras razones, también se debe considerar que el patriarca  no esté dispuesto a acatar lo acordado, por lo que el protocolo nace sin vida o con candados que no permiten usarlo a plenitud.

Antes de diseñar y proponer un protocolo, el facilitador o asesor familiar debe cerciorarse de que haya un mínimo de funcionalidad y buena dinámica de los dueños, sus descendientes directos y otros parientes, como los cónyuges, para que vean que pueden acudir a este documento para aclarar dudas y resolver problemas. Analicen su conveniencia y procedan (o no) a su puesta en marcha.

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