David Páramo

Análisis superior

David Páramo

23 Jul, 2015

Necesario comprender bien

Existe una sensación de pánico o preocupación que no tiene absolutamente nada que ver con la realidad del nivel del tipo de cambio entre el peso y el dólar.

Los más desinformados creen que la caída se ha dado por fallas u omisiones de la administración de Enrique Peña Nieto. Es necesario crear un subgrupo de aquellos quienes creen que el Presidente es un dios perverso que todo lo puede, pero elige hacerle el mal a la población para obtener un insano placer. No vale la pena debatir con los superchairos, para eso tienen Twitter y Facebook; pobres de los que les creen. En los últimos diez meses las divisas han perdido frente al dólar.

¿CUÁLES SON LAS RAZONES?

Primera. Cada vez se hace más inminente la normalización monetaria en EU, que incrementaría las tasas de interés; es un síntoma de la salud de la economía de aquel país.

Se trata de una gran noticia para México, pues sería la confirmación de que nuestro principal socio comercial dejó atrás la crisis financiera de 2008-2009. Algunos estiman que implicaría un punto más en el crecimiento del PIB nacional.

Segunda. Los precios de una gran cantidad de materias primas han bajado, algunos por el fortalecimiento del dólar y otros por el menor dinamismo de economías como la china. También ha caído el precio del petróleo, que se ahondó ante el acuerdo nuclear entre EU e Irán que, eventualmente, haría que ese país regrese al mercado petrolero internacional con una capacidad muy poderosa de modificar los precios. No existe ningún elemento de la economía interna que esté espantando las inversiones; de hecho, las cifras de inversión extranjera directa son verdaderamente positivas.

¿INTERVENCIÓN?

A pesar de que, desde mediados de la década de los 90, el tipo de cambio es libre, hay quienes parecería no superaron los tiempos de “presidente que devalúa, se devalúa” o “defenderé el peso como un perro”. El tipo de cambio era la piedra de toque de la economía y toda la política monetaria se ajustaba a esa paridad. Agustín Carstens ha definido esa política como poner la brocha fija y mover toda la casa para pintarla.

En la época del tipo de cambio fijo sí se justificaba una intervención, con cargo a las reservas internacionales que, al final del día, era una diana para los especuladores internacionales.

Supongamos por un momento que, en un arranque de locura, la Comisión de Cambios (integrada por el Banco de México y la Secretaría de Hacienda) perdieran la razón y decidieran defender un nivel de tipo de cambio.

Primero deberían cambiar la misión del instituto central. No sería la estabilidad de precios sino atender el capricho de un nivel de cambios. En este momento no existe ninguna razón para intervenir, pues la inflación tiene el menor crecimiento anual desde que existe registro en 1970, es decir, la depreciación de la moneda no ha tenido impacto en el nivel general de precios. Algunas industrias han tenido que disminuir sus márgenes, lo que no ha repercutido en los consumidores finales, por las condiciones propias del mercado.

Segundo. Deberían determinar cuál es el nivel correcto del tipo de cambio. Los sectores más competitivos, como el automotriz y el aeroespacial, se benefician con lo que ha pasado con el tipo de cambio. ¿Se dañaría a los sectores que generan la mayor cantidad de empleos y de riqueza por defender a los menos eficientes o por mantener una visión obsoleta?

Tercero. En tiempos en los que se habla del Presupuesto Base Cero sería ridículo tirar a la basura buena parte de los 191 mil millones de dólares acumulados en reservas internacionales por intentar defender un nivel de tipo de cambio.

PENSAR

Para no estar preocupados por el nivel de tipo de cambio es necesario tener una mentalidad moderna, que comprenda que México no tiene la economía de las décadas de los ochenta ni los noventa, por lo que las recetas que piden son totalmente inútiles.

MALOS MANEJOS

Armando David Palacios, recién nombrado director de Administración del IMSS, parece que ya echó a andar a sus operadores: Aurora Coutiño, directora Administrativa del Hospital de Cardiología del Centro Médico Nacional Siglo XXI, e Iván García, extitular de la Jefatura de Servicios Administrativos del instituto, a quien años atrás corrieron por quejas relacionadas con malos manejos con proveedores.

Nos aseguran que Coutiño y García extorsionan a proveedores, porque se sienten respaldados por el director de Administración del instituto y por Gilberto Pérez Rodríguez, director del Hospital de Cardiología del Centro Médico Nacional Siglo XXI.

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