Cruzada contra la informalidad

En el futuro, los reportes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) seguirán emergiendo con cifras escandalizantes de la pobreza en México, mientras no se ponga atención a otra cifra igualmente importante que dio a conocer el Inegi a través del dato del desempleo en junio. Me refiero a la tasa de informalidad laboral, que en el sexto mes del año se ubicó en 58.1 por ciento. 

Existe una correlación obvia entre los datos de informalidad y pobreza, por ejemplo en el informe del primer trimestre de 2015 de empleo se señala a Nuevo León con un sector informal de 36.1%, mientras que el reporte del Coneval destaca que 20.4% de su población se encuentra en situación de pobreza; en cambio, Chiapas tiene a 76.2% de su población viviendo en la pobreza, mientras que su informalidad laboral asciende a 79.2%. Sin embargo, en dicha correlación también hay algunas disparidades, sobre todo, en entidades en donde el ingreso per cápita es más alto, como el DF, que tiene una pobreza de 28.4%, mientras que su informalidad laboral llega a 50.4%. Querétaro tiene 34.2% de pobreza, mientras que su informalidad es superior con 47.5%, y en estos casos y de otras entidades lo que se refleja es mayor corrupción, dado que muchas de las actividades económicas que ahí se desarrollan generan un buen nivel de ingresos, sin embargo, en muchos casos la estructura de las unidades económicas está aglomerada en estructuras corporativistas relacionadas con los gobiernos locales a través de entendimientos fuera de la legalidad. La lógica de esta dinámica también responde a la conveniencia política de ese tipo de arreglos como una fuente adicional de financiamiento y apoyo político para proyectos electorales o, incluso, para un beneficio individual.

Cuando se habla de la pobreza se señala la causalidad que tiene con el desempeño económico y se pone mucho énfasis en los programas sociales del gobierno federal, sin embargo, el asunto más relevante para efectos de un avance sustancial en la disminución del indicador tiene que ver con la informalidad.

Más que una cruzada en contra de la pobreza o un aumento de los salarios mínimos o programas de transferencias, como tantos se han hecho, habría más éxito en incidir en la disminución de la pobreza si se realizara una cruzada en contra de la informalidad, en la cual el enfoque no sería fiscal. La formalización de la economía contribuiría a impulsar la productividad, la inclusión financiera, los niveles de seguridad social, etc.

El economista Hernando de Soto propone que el método más contundente para avanzar en el combate a la pobreza es permitir que los sectores marginados cuenten con un capital amparado por la ley, dichos activos no los obtendrían por transferencias del Estado, ya que ya los tienen en las viviendas que habitan. Otro componente importante de una cruzada en contra de la informalidad serían las microfinanzas, que permitirían empezar a apalancar los activos que ya tienen en la propiedad de sus viviendas, con lo que podrían generar más riqueza y que constituye un buen incentivo para formalizarse.

Un tercer elemento es encauzar la fuerza emprendedora en la base de la pirámide para lograr que genere modelos de negocios que respondan a un entorno formal en dicho segmento, para ello es necesario crear estructuras que permitan transmitir y desarrollar herramientas prácticas para desarrollar microempresas.

Las tecnologías de la información, nuevas plataformas y esquemas, como los préstamos peer to peer mediante los cuales los núcleos sociales pueden potenciar el poder de su capital financiando nuevos proyectos que, a su vez, les produzcan intereses, son una herramienta muy poderosa.

Es momento de superar los enfoques y críticas cíclicas que aparecen cuando se publican resultados de la pobreza para tener una discusión que permita avanzar en el objetivo de disminuir sustancialmente este problema. Hoy existen un gran número de herramientas que pueden contribuir a resolver el problema, pero que se encuentran constreñidas por la inercia institucional y la falta de imaginación.