Salo Grabinsky

Del verbo emprender

Salo Grabinsky

25 Jul, 2015

Visita a Canadá

Para bien de nuestros dos  países, el gobierno canadiense liberalizó sus requerimientos de visa para turismo y el año próximo los simplificará aún más. Aproveché esto para pasar unas vacaciones en esta región, ahora del lado oeste, desde la ciudad petrolera de Calgary hasta la bellísima Vancouver, en el Océano Pacífico. Mis impresiones:

a.- Agua... y más agua. Para los que vivimos en el México central y del norte, ver un lago es un milagro y si además está limpio es motivo de gran asombro.

En el trayecto por las Montañas Rocallosas canadienses uno no se cansa de ver montañas nevadas, glaciares, lagos y ríos de todos colores, con el agua corriendo hacia los océanos y, sobre todo, de una limpidez envidiable.

¡Qué daríamos nosotros por tener esos recursos y caudales! Tienen razón quienes predicen que los conflictos en este siglo serán por agua y no por los energéticos. En California hay una terrible sequía actualmente, y en México nuestros paisanos sonorenses se pelean entre ellos por el vital líquido. Y a los canadienses  les sobra y la cuidan mucho.

¡Nunca había visto tantos lagos y glaciares juntos! Les recomiendo en especial visitar la joya llamada Lake Louise, en la provincia de Alberta, como sacado de una postal.

b.- La gente. Aunque a primera vista la gente de Canadá es muy parecida a sus vecinos de Estados Unidos, las diferencias son grandes.

Abundan las personas amables, serviciales y con costumbres heredadas de los ingleses así como de sus leyes. Incluso en sus monedas está la efigie de la reina Isabel II, aunque llevan décadas de independencia. Es un país de inmigrantes, pero con diversas culturas y grupos étnicos arraigados.

Vancouver.- La ciudad y puerto principal al Pacífico es una verdadera joya, con vistas espectaculares, montañas, bosques y el Océano.

La región está inmersa en una burbuja inmobiliaria por la presencia y compras de bienes raíces de los nuevos ricos del mundo, los chinos. Están comprando todo, a precios fenomenales, lo que desquicia y ha encarecido la ciudad notablemente.

El nivel de vida que observé es alto, aunque existen focos de pobreza y gente sin casa en el centro de Vancouver.

El turismo ayuda mucho, pero éste se da, a mi entender, en la época de calor, entre mayo y septiembre, ya que a pesar de un clima menos extremo, en Vancouver llueve mucho.

Un problema es que hay zonas petroleras y mineras en la costa, pero lejanas a la ciudad, en ese enorme país y en Vancouver se quedan las esposas e hijos y eso ha causado problemas sociales, según me explicaron. No hay industria propiamente en esa zona.

En resumen, Canadá es uno de mis países favoritos y, a pesar de su clima extremo, sus recursos y bellezas naturales, así como su  población, lo hacen muy cercano y querido. Aprovechen que el dólar canadiense también se devaluó contra el norteamericano y, por eso, el viaje es algo más barato.

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