Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

27 Jul, 2015

Tres años de errores económicos

Todos los indicadores, tanto los de ingreso de los hogares, que comentamos en este mismo espacio la semana pasada,  como los que dio a conocer Coneval, revelan un solo hecho: la población en general se ha empobrecido, de hecho hay más pobres, aunque se observa una ligera disminución de la pobreza extrema.

Es decir, sólo la situación de los más pobres de los pobres mejoró ligeramente; el resto de la población se hizo más pobre o menos rica.

Esto se debe a una sola cosa: la economía mexicana ha tenido uno de sus peores tres años en materia de crecimiento, con un promedio anual menor al de los últimos treinta años, abajo del 2 por ciento.

Cuando la economía crece tan poco es como en una familia donde el pastel a repartir es casi del mismo tamaño y hay más personas sentadas a la mesa: a casi todos les toca menos.

Y eso ha pasado en México los últimos tres años.

Este bajo crecimiento económico se debe a que, por un lado, la estrategia del gobierno ha estado equivocada y, en menor medida, a que el ambiente internacional es adverso.

Desde los primeros indicios de lo que el gobierno pensaba hacer con la economía muchos comentaristas y muchos analistas coincidimos en que dicha estrategia ya había fracasado en México, desde el gobierno de Echeverría hasta el de Miguel de la Madrid.

Dicha estrategia se basa en las enseñanzas del economista inglés John Maynard Keynes, conocida como keynesianismo y que recomienda aumentar el gasto público para estimular la economía. Y eso ha hecho este gobierno: gasta más y se endeuda más para financiar el crecimiento del gasto.

Por desgracia, el crecimiento económico no se estimula con eso y la mejor prueba son estos tres años de raquitismo.

Para completar el cuadro, aplicaron una reforma tributaria equivocada, que golpeó los bolsillos de las clases medias y  que no solucionó ni de lejos la caída en los ingresos por la baja en los precios y la producción petrolera.

El resultado es que la economía crece poco, la deuda aumenta con rapidez y uno de los principales rubros de ingresos, que son los petroleros, se han desplomado.

Es decir, ni más ni menos que un desastre.

Es verdad que las reformas estructurales beneficiarán a la economía mexicana pero será en el mediano y largo plazos; sus efectos no llegarán a tiempo para hacer frente a un país sin ingresos petroleros suficientes.

La solución tiene dos lados. Uno de ellos, hacer recortes en el gasto público; pero recortes en serio y no sólo anunciados.

El segundo, buscar fuentes de ingresos sostenibles en el plazo y ese camino, que ningún partido político quiere emprender, es el de aplicar un impuesto generalizado al consumo. Es decir, IVA en alimentos y medicinas.

Si México no tiene ingresos saludables, que son los de los impuestos, el gasto público es insostenible y tendrá que recortarse en la medida que caen los ingresos petroleros o recurrir, como lo hace este gobierno, a endeudar al país, camino que ya probamos es insostenible.

Es momento en que el gobierno reconozca que se ha equivocado los tres primeros años y que debe corregir el rumbo. De otra manera, enfrente sólo está el abismo.

Hasta el próximo lunes con nuevas… Perspectivas.

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