Cómo la vida espiritual puede moldear nuestra autoestima

Ciudad de México.- Desde niños, antes de conocer los conceptos de vida espiritual o autoestima, experimentamos vivencias que nos ponen en contacto con este lado de nosotros, y que sin saberlo, moldearán la persona que seremos de adultos.

La dura realidad nos indica que las primeras discusiones o charlas que tenemos con adultos o compañeros, esos momentos, dejan de estar totalmente aislados, y poco a poco se definen, interpretan, desprecian u olvidan. 

Las palabras, risas, miedos o prejuicios pueden disparar esas conexiones íntimas en los sentimientos de un niño.

Los niños entran en contacto con la palabra “espiritualidad”, lo cual, explora la forma de su sentido de identidad y autoestima. Las experiencias en su forma más pura emiten una sensación de bienvenida, pertenencia, no sólo para ver el mundo sino para los otros.

Al cuestionar o condenar esos momentos especiales, se les dice a los niños que han fallado o roto las reglas de oro. Lo que en otros términos podría decirse que es un pecado.

Normalmente, desde pequeños, a los niños se les hace saber que crecen bajo determinado tipo de creencias o religión, la cual, les da cierto sentido de indentidad. Esto significa una gran decisión por parte de los adultos sobre los niños.

Para los adultos que toman este tipo de decisiones, se adapten o no a la identidad de los niños, las tendencias espirituales de sus hijos pasan a segundo plano.

Este tipo de creencias marcan la crianza de los niños, les transmiten temores innecesarios, prejucios que no deberían tener, y los aíslan. Por medio de estas ideas tienen explicaciones de las cosas que ocurren en el mundo, basadas en algo en lo que ellos no creen, pero que sus padres se preocupan por hacerles entender.

A veces, toma gran parte de la vida adulta separarse de este tipo de pensamientos, y ver la vida desde una perspectiva propia.

Por ello, se debe ser cuidadoso con lo que se les dice y transmite a los niños cuando se les habla de la vida espiritual. Es mejor mantener la mente abierta a cualquier pregunta. Se les debe permitir contestar como ellos quieran, sin asumir nada por ellos. Al final, decidirán y encontrarán su propio camino.

Jbf