Edgar Amador

Edgar Amador

17 Ago, 2015

Problemas permanentes, soluciones temporales

Estamos ante un problema muy complicado. El mercado petrolero que México gozó durante las últimas décadas ha cambiado de manera radical en 12 meses, es probable que no volvamos a gozar de los altos precios del petróleo. Si los bajos precios del petróleo persistirán por un periodo largo, entonces una de las siguientes variables de la economía nacional: el nivel de reservas, la tasa de interés, o el tipo de cambio, deberá de ser distinta a lo que fueron. El último ciclo de precios de petróleo alto comenzó a mediados de los 90, cuando China irrumpió en la economía como una potencia industrial y millones de sus habitantes dejaron el campo para migrar a la ciudad, provocando un exceso de demanda que disparó los precios de hidrocarburos. El impacto de China sobre los precios del petróleo fue tan alto que ni la  crisis global de 2008-2009 pudo modificar la tendencia: tras una breve caída los altos precios regresaron ayudando a que la recesión en México fuera menos severa. Las cosas han cambiado: nuevas tecnologías en EU han derrumbado el costo de extracción y producción del crudo, elevando la oferta; y por el lado de la demanda China ha menguado su crecimiento, se ha hecho más eficiente en su consumo energético. El resultado es el colapso en los precios del barril y puede significar un largo periodo de precios bajos de los energéticos. Si estamos frente a varios años de precios bajos quiere decir que la tasa de acumulación de reservas internacionales del Banxico ha cambiado y que no podremos seguir aumentando el stock como lo hacíamos. Pero el efecto más importante es que ya hay un faltante permanente en la cuenta comercial y que el déficit en ésta  será mayor en ese monto los próximos años, a menos que encontremos qué exportar o qué dejar de importar.

Si el monto exportado no se reduce, México recibirá menos dólares por los barriles que exporta debido al colapso petrolero. Esto significa que, si no bajamos el nivel de importaciones, habrá un aumento permanente en el déficit comercial y un aumento permanente en la demanda de dólares en el mercado. Es ese aumento relativo en la demanda proveniente del déficit corriente (pues ni la balanza de servicios ni la cuenta de capitales han mejorado) lo que ha empujado la cotización del dólar los últimos meses en México.

Hay tres formas de enfrentar dicha demanda: o traemos los dólares que se esfumaron con el petróleo barato, o hacemos al dólar más caro, o enfrentamos dicha demanda gastando nuestras reservas. ¿Cómo podemos traer más dólares? Podemos vender activos a los residentes en el exterior, podemos exportar más, o podemos vender bonos y/o acciones a los no residentes. Estas tres opciones son muy sensibles a las tasas de interés de la Reserva Federal de EU. Si las tasas de la Fed suben como parece que lo harán no podríamos esperar mucho en este flanco a menos que la inversión proveniente de la Reforma Energética funcione.

La segunda alternativa es hacer al dólar más caro, y eso es lo que el mercado ha estado haciendo. El mercado se ha ajustado sólo y ha pujado al alza al tipo de cambio, llevando al dólar a niveles históricos y si no ha llegado más alto es porque el tercer factor ha entrado en juego; hemos vendido reservas. Vender reservas para estabilizar el mercado es muy buena estrategia si la perturbación del mercado es temporal. Si los factores que causan el desorden son pasajeros y una vez que la borrasca pase la estabilidad se restablece y el Banxico vuelve a acumular las reservas gastadas.

Pero en estos casos cuando la caída en la oferta de dólares parece ser que va para largo, gastar reservas tiene un límite: existe un nivel mínimo de reservas a partir del cual el mercado podría preocuparse demasiado respecto de la habilidad del Banxico para actuar. Las reservas están para usarse en ocasiones de emergencia, pero si la ésta no es tal y es una nueva normal, estamos ante un problema. Si no encontramos una nueva fuente de dólares, el tipo de cambio y/o la tasa de interés serán más altos, o debemos de vivir con menos reservas de las que estábamos acostumbrados. No hay de otra, y menos si China devalúa como lo ha hecho en los últimos días.

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