Islandia regresa del frío y ahora está radiante

En 3 días cayeron los tres bancos más grandes, la moneda se derrumbó, el mercado accionario perdió 95% y casi todos los negocios de la isla estaban en quiebra
Management -
En 3 días cayeron los tres bancos más grandes, la moneda se derrumbó, el mercado accionario perdió 95% y casi todos los negocios de la isla estaban en quiebra. Foto Especial
En 3 días cayeron los tres bancos más grandes, la moneda se derrumbó, el mercado accionario perdió 95% y casi todos los negocios de la isla estaban en quiebra. Foto Especial

Cuando la crisis golpeó a Islandia hace siete años, Gudmundur Kristjansson, pescador de 55 años de edad y una amplia sonrisa, rostro curtido y mirada traviesa, casi perdió su negocio. La tasa de interés sobre sus préstamos se disparó a 300 por ciento. Tuvo que vender sus dos plantas de pescados y dos de sus cinco botes de pesca.

“Durante muchos años no invertimos pues solo estábamos pagando intereses”, afirma.

Sus tribulaciones eran las mismas de todo el país. Después de que en el curso de tres días cayeron los tres bancos más grandes de Islandia, la moneda se derrumbó, el mercado accionario perdió 95 por ciento y casi todos los negocios de la isla estaban en quiebra.

Fue un sufrimiento de corto plazo y ahora Islandia está radiante. El desempleo está en 4 por ciento, el Fondo Monetario Internacional prevé un crecimiento del producto interno bruto de 4.1 por ciento para 2015 y el turismo está en auge. Kristjansson acaba de comprar Nanoq, un bote usado ruso que está preparando para un viaje de pesca a Groenlandia.

Pero ahora que Islandia regresa al redil, Europa está de nuevo preparándose para otra catástrofe financiera en un país renegado. Grecia, después de haber incumplido unos pagos de deuda importantes, recientemente *se ha acercado más que nunca a la puerta de salida de la eurozona. Abandonar la moneda común – y tener que crear la suya propia tan de pronto – podría hundir a Grecia en un bache económico aun más profundo.

El pueblo griego vota sobre el acuerdo con los acreedores en un referendo, y Grecia y Europa han anunciado los contornos de un arreglo antes de eso.

Pero aun si eso ocurriera, la incertidumbre seguirá pendiendo sobre Grecia por mucho tiempo, planteando importantes preguntas respecto de si tiene caso que un país vaya por su cuenta, como hizo Islandia.

Islandia no es Grecia. Pequeña isla con una población de 320,000 habitantes, pudo encontrar voluntad política más fácilmente que la mayoría de los países. (Reunirse con el primer ministro no es la gran cosa para los habitantes.) Grecia tiene una población de once millones, un producto interno bruto de 242,000 millones de dólares, que es 16 veces el de Islandia, y un historial de antagonismo político y corrupción gubernamental. Los dos países se hicieron estallar a sí mismos, aunque de diferente manera. Grecia, como país, gastó en exceso; en Islandia, los bancos se lanzaron en una farra que acabó muy mal.

Pero Islandia pudo regresar del otro lado del desastre en parte porque tenía su propia moneda, que devaluó, e impuso draconianos controles de capital. Si Grecia termina adoptando su propia moneda, lo más probable es que descienda al hades económico en los meses posteriores a haber abandonado el euro, antes de tener siquiera la posibilidad de salir del otro lado.

Empero, aunque Islandia está floreciente de salud, su regreso está por ser sometido a prueba de nuevo. Recientemente, el gobierno anunció que empezaría a levantar los controles de capital impuestos en lo más agudo de la crisis. Diseñados para durar unos cuantos meses, los controles han estado establecidos durante siete años, creando un refugio en el que el país ha prosperado.

“Dieron mejores resultados de lo que se esperaba”, afirma el primer ministro, Sigmundur David Gunnlaugsson. “Pero, por supuesto, no son una situación sustentable para la economía.”

LAS CONSECUENCIAS DEL COLAPSO

Decir que en 2008 los argumentos en favor del control de capitales eran sólidos sería quedarse en extremo corto. Si Estados Unidos y Europa se emborracharon con el dinero fácil, Islandia era el tipo que en esa fiesta estaba inconsciente en un rincón.

Cuando la corona islandesa se vino abajo en 2008, los tres bancos más grandes del país tenían bienes por valor de diez veces el PIB del país. Ochenta y cinco por ciento del sistema financiero se derrumbó.

Los bancos de Islandia entraron en el negocio de la banca internacional por la puerta grande, pese a tener muy poca experiencia bancaria y regulatoria.

“Islandia quería jugar en las grandes ligas financieras, lo que era una locura con una población de 320,000 habitantes”, señala Bogi Thor Siguroddsson, presidente de Johan Ronning, empresa mayorista de artículos eléctricos.

Al mismo tiempo, Islandia se volvió blanco del capital especulativo. Ya que tenía altas tasas de interés, los corredores internacionales – y mucha gente común y corriente – pedían prestados dólares a, por ejemplo, 5 por ciento de interés; los convertían en coronas y compraban bonos islandeses que pagaban 9 por ciento. Así se beneficiaban con el diferencial entre el 5 por ciento que pagaban y el 9 por ciento que cobraban.

Al momento del colapso, se calcula que las posturas de los corredores eran de 41 por ciento del PIB. Sin controles de capital, ese dinero iba a salir, lo que hundiría aun más a la corona.

No había ninguna posibilidad de que Islandia rescatara a sus bancos, así que los dejó caer. Pero primero salvó a los depositantes locales transfiriéndolos a otros bancos “buenos”.

El gobierno islandés, con el apoyo del FMI, impuso estrictos controles de capital, impidiendo que saliera del país y prohibiendo a los individuos la compra de divisas o acciones extranjeras.

Mientras el salario real caía en 11 por ciento de 2007 a 2010, el gobierno no hizo recortes en los servicios sociales, sino que aumentó los impuestos y también ofreció alivio de deuda a los titulares de hipotecas del país.

E Islandia hizo lo que ningún país desarrollado parece dispuesto a hacer: encarceló a un montón de banqueros.

Cuando los tres bancos quebraron – tomada en conjunto, esa quiebra fue la tercera quiebra corporativa más grande de la historia en uno de los países más pequeños – los accionistas quedaron liquidados. Los acreedores extranjeros perdieron miles de millones, pero esperaban recuperar algunos bienes. Los fondos de cobertura internacionales detectaron la oportunidad y compraron algunas de esas reclamaciones, supuestamente a centavos por dólar.

Conforme mejoraba la economía, las reclamaciones – así como las posturas en dos de los bancos “buenos” del país – aumentaban en valor. Eso significaba que los fondos de cobertura efectivamente poseían una parte significativa del sistema financiero de Islandia.

“Somos el único país que permitió que unos fondos de cobertura descontrolados fueran dueños de nuestros bancos durante siete años”, indica el pescador Kristjansson.

Los controles de capital también hicieron que ocurrieran muchas otras cosas extrañas. De la noche a la mañana, el banco central obtuvo enormes facultades para determinar cómo podía gastarse el dinero. Siguroddson, el presidente de la compañía eléctrica, estaba en Japón corrupción su familia cuando le rechazaron su tarjeta de crédito, pues había llegado a su límite de divisas extranjeras. Tuvo que llamar a un número especial en medio de la noche.

“Se tiene la sensación de que hay todo un sistema observándonos y diciéndonos qué podemos hacer con nuestro dinero”, indicó.

Los fondos de pensión de Islandia, que están casi plenamente capitalizados, de pronto tuvieron la prohibición de invertir en nuevos bienes extranjeros; actualmente, un 75 por ciento de los bienes de los fondos de pensión están en inversiones denominadas en coronas. Los fondos de títulos privados y de bienes hipotecarios surgieron de la noche a la mañana como forma de invertir el dinero local, que estaba en rápido crecimiento.

Los individuos también se enfrentaban a límites en divisas extranjeras. Cuando el hijo de Magnus Arni Skulason iba a tener su fiesta de confirmación hace cinco años, le pidió a su padre que invirtiera sus ahorros de 2,000 dólares en acciones de Apple (la acción estaba a 32.50 dólares).

“Es ilegal, Jonatan, tenemos controles de capital”, le dijo su padre. La acción ahora está a 127 dólares.

Sin embargo, los controles de capital y la devaluación de la moneda tuvieron algunos efectos salutíferos.

La devaluación hizo que las exportaciones fueran más baratas y las importaciones, más caras. Era más barato viajar a Islandia. Y, si bien los salarios se redujeron, Islandia no se enfrentó al demoledor desempleo que vivieron muchos países europeos.

“En mi opinión, los últimos seis o siete años han sido una lección abierta sobre la discusión de si hay que tener o no una moneda propia y qué significa ser miembro de una moneda común que no toma en cuenta nuestra situación económica”, afirma Bjarni Benediktsson, ministro islandés de Finanzas.

Pero los controles de capital también causaron problemas a los negocios. Los inversionistas, preocupados de que los controles fueran a afectarlos, se mantuvieron al margen. La inversión extranjera se redujo y a la fecha es de solo 16 por ciento del PIB, muy por debajo del nivel anterior a la crisis.

Kristjansson, el pescador, quería comprar un bote de pesca nuevo, más eficiente con la energía. Pero solo puede pedir préstamos en moneda local a altas tasas de interés, y la mayoría de los bancos no se inclinan a prestar. Por eso compró el bote de segunda mano.

“Estamos perdiendo la competencia con las empresas que vienen del exterior”, advierte.

El ministro de Finanzas Benediktsson también ve ese problema.

“Estamos disfrutando el periodo de crecimiento sustentable más largo de la historia reciente”, asegura. Pero los controles de capital “son muy nocivos para los intereses de invertir en Islandia y también muy dañinos para la economía real, donde estamos perdiendo oportunidades.”

*bb

Tips para tus finanzas personales directo en tu correo.
Al registrarme acepto los términos y condiciones

  TAGS

Taboola
Icono de te puede interesar de en dineroenimagen

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR