Inseguridad hace que los mexicanos se sientan menos satisfechos

Informa la institución que el promedio de satisfacción de vida de los mexicanos se ubicó en 7.8 en una escala de 0 al 10
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La situación del país y la seguridad de los ciudadanos explican el deterioro en la percepción de la población urbana sobre sus calidad de vida. Foto: Getty Images
La situación del país y la seguridad de los ciudadanos explican el deterioro en la percepción de la población urbana sobre sus calidad de vida. Foto: Getty Images

CIUDAD DE MÉXICO.- El promedio de satisfacción de vida de los mexicanos se ubicó en 7.8 en una escala de 0 al 10 en julio de 2015, la menor calificación de los últimos dos años e implicó una reducción de una décima respecto al mismo mes de 2014, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

La situación del país, con una calificación de 6.6, y la seguridad de los ciudadanos, con un promedio de 5.4, explican este deterioro en la percepción de la población urbana sobre sus calidad de vida.

Si bien con respecto a un año atrás hubo promedios de satisfacción superiores en nueve dominios o aspectos específicos, la satisfacción en lo que respecta a la seguridad ciudadana retrocede, lo mismo que la satisfacción con el país, registrándose para este último rubro una disminución de tres décimas”, detalló el INEGI.

El instituto también establece que los aspectos donde la población tiene mayor satisfacción son las relaciones personales, con un promedio de 8.5, y satisfacción con la vivienda y logros en la vida, con 8.3 cada uno.

Cabe destacar que dentro de la escala establecida por el INEGI, cuando la dimensión o aspecto toma un nivel entre 0 y 4, se considera como “insatisfecho”; cuando va entre 5 y 6 se identifica como “poco satisfecho”; cuando va entre 7 y 8 adquiere el valor de “moderadamente satisfecho”, y entre 9 y 10 se califica como “satisfecho”.

Los resultados mencionados son parte de la medición sobre bienestar subjetivo, que mide las percepciones de los individuos sobre su propia situación y contexto en tres aspectos: satisfacción con la vida en general y con aspectos particulares de la misma, enunciados referidos a la fortaleza anímica y sentido de la vida; y balance afectivo, que explora la prevalencia de estados de ánimo positivo o negativos en la población.

Fortaleza anímica

El INEGI también mide el estado de ánimo de los entrevistados, a través de 10 enunciados que intentan identificar si tienen fortaleza o debilidad anímica, así como sentido de vida. Las puntuaciones van de 0 a 10, donde nueve de los enunciados tienen valencia positiva, es decir que entre más cercano a 10, indica fortaleza anímica; mientras que hay uno con valencia negativa, que entre más cercano a 10, indica debilidad anímica.

Los enunciados que más identificaron a la población urbana adulta en el país fueron “lo que hago en mi vida vale la pena”, con promedio de 8.9; mientras que quienes se identificaron con expresiones como “soy una persona afortunada”, “soy libre para decidir mi propia vida” y “tengo un propósito en la vida” alcanzaron un puntaje de 8.8.

En cambio, el INEGI reportó que los enunciados de acepción positiva que tuvieron menor calificación fueron “la mayoría de los días siento que he logrado algo”, con 8.3 y “soy optimista con respecto a mi futuro”, con 8.4.

Balance afectivo

Finalmente, la medición del bienestar subjetivo que hace el INEGI también incluye el balance afectivo, que determina en una escala de 0 a 10, qué tanto el entrevistado experimentó estados anímicos ya sea positivos o negativos en un día determinado.

Aclara el instituto que el balance resulta de restar a los puntos en los estados anímicos positivos, los puntajes de los estados anímicos negativos.

Los resultados que se obtuvieron en el balance afectivo es que son positivos, pasando de 5.5 en julio de 2014 a 5.7 en julio de 2015.

Se destaca que estos datos de balance afectivo van en dirección contraria a los resultados de la satisfacción con la vida, lo que según el Inegi “es un indicio de que hay una proporción importante de la población que puede separar lo anímico de lo reflexivo a la hora de emitir sus evaluaciones, de modo que la declaración de grado de satisfacción con la vida no necesariamente es un reflejo de la situación anímica inmediata del declarante”.

 

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