Del verbo emprender
Salo Grabinsky29 Ago, 2015
La edad de la sinrazón
En un seminario reciente un joven me preguntó sobre cómo visualizaba el mundo en 30 años, a mediados de este siglo.
Contesté que no cuento con bola de cristal, ni siquiera para los próximos seis meses, así que difícil ser futurólogo. Me puse a pensar en el libro La Edad de la Sinrazón, del inglés Charles Handy, que hace décadas hizo predicciones interesantes y aún está vigente.
Por ejemplo, los humanos van a tener muy pocas horas de trabajo en su vida productiva y Handy pensaba que las dos mil horas (40 horas por 50 semanas ) al año que ahora rigen, se pueden cumplir en oficios o profesiones nuevas en un periodo intensivo de cuatro meses dejando el resto del tiempo para estudios, deportes o entretenimiento.
Esta predicción se va a cumplir de manera extrema y con menos horas productivas, ya que los procesos automatizados, robots y las computadoras están desplazando a los trabajadores en múltiples actividades, en especial la fabricación. ¿Qué hará la humanidad con su tiempo libre? Es una gran incógnita, y me temo que ese ocio no va a ser sano en muchos casos.
Por otro lado, Handy habla de que no se puede hablar de experiencias pasadas porque los cambios actuales son “ discontinuos”, sin precedentes. No hay futurólogo que hubiera predicho los cambios de todo tipo del nuevo milenio: guerras religiosas, choque de civilizaciones, sino conquistas a sangre y fuego entre pueblos de la misma religión, pero diferentes persuasiones (chiitas, Kurdos, sunies, etcétera) al estilo del siglo IX y sus conquistas.
El advenimiento de la tecnología hace más fácil la comunicación y toma de decisiones, pero provoca una saturación de información basura, además desplaza otras formas verbales de comunicación. Vea a las personas a su alrededor y confirme.
Las estructuras familiares se han revolucionado también y no sabemos qué sucederá.
La forma de educar cambió radicalmente y los pizarrones, cuadernos y otros aditamentos escolares están cambiando por tablets y laptops. ¿Cree que sus hijos pueden multiplicar o hacer cuentas sencillas a mano sin la ayuda de una calculadora? Es un panorama preocupante, aunque creo que todavía hay remedio.
El papel de los gobiernos, instituciones internacionales y las empresas está en entredicho, porque no tienen ni idea del rumbo que viene. Espero que se resuelva de manera pacífica y razonada. Una sociedad apática, que tiene sus necesidades de vivienda, salud y entretenimiento (¿?) solucionadas se parece peligrosamente al Mundo Feliz de Huxley.
Una solución parcial es el esfuerzo de personas emprendedoras que saquen provecho a la tecnología con proyectos lucrativos y sociales, creen empleos y ocupación. Otra posibilidad es cuidar lo que queda del sufrido medio ambiente y algo utópico, un renacimiento cultural e intelectual que de manera justa, pacífica y democrática haga que la sociedad crezca y sea más sana y feliz.
¡Ojalá se logre!
Nuestro Fondo Editorial está en las librerías Gandhi del país.