Las incógnitas del paquete fiscal de 2016, ¿qué contendrá?

La solución ante unos ingresos petroleros que sufrirán con bastante probabilidad un nuevo descalabro el siguiente año; y ante unos ingresos no petroleros que ya se estiraron todo lo que podían dar, sólo puede descansar en el recorte del gasto público
Economía -
El gobierno tendrá que sacar la tijera y recortar el gasto público. Foto: Getty Images
El gobierno tendrá que sacar la tijera y recortar el gasto público. Foto: Getty Images

CIUDAD DE MÉXICO.- Mañana se publica el paquete fiscal para el 2016, y por primera vez en mucho tiempo se esperan muchas novedades. Por el drástico cambio en las condiciones económicas, el gobierno no puede plantear el típico paquete inercial del pasado. Por el contrario, tendrá que hacer grandes malabarismos y conciliar tres elementos: cómo reducir el déficit presupuestario en un contexto de menores ingresos petroleros y sin tener que subir impuestos. La solución tiene un sólo nombre: austeridad. Por primera vez, en lo que llevamos de siglo, el gobierno tendrá que sacar la tijera y recortar el gasto público.

En esencia, del paquete de mañana sólo se tienen dos certezas. Una es el objetivo del déficit público. Luego de elevarlo a 1.5% del PIB en el 2014 con el fin de estimular la economía, el compromiso era reducirlo a 1.0% en el 2015 y a 0.5% en 2016. Incluyendo la inversión, la meta es recortarlo de 3.5% del PIB a 3.0 por ciento.

La otra es que el gobierno ha contratado una cobertura para 212 millones de barriles de petróleo que podrá vender a un precio de 49 dólares. Ése es el principal contratiempo que tendrá que enfrentar el gobierno: la cobertura contratada para este año se realizó a un precio de 76.4 dólares, o un 36% superior al del 2016, y abarcaba 228 millones de barriles. Sólo por la cobertura, en caso de tener que ser utilizada, la pérdida de ingresos en dólares sería de algo más de 7 mil millones de dólares (mdd).

Cuadrar los números

A partir de esas dos certezas, el gobierno tendrá que enfrentar varias incógnitas y tratar de cuadrar todos los números para que al final tengamos la esperada reducción en el déficit público. Varias de esas incógnitas pueden jugar en contra del gobierno a la hora de sanear las finanzas y otras a favor. Entre las que pueden poner en aprietos al gobierno están las siguientes:

Uno: no sólo la SHCP tendrá que lidiar con unos precios y una cobertura petrolera más baja, sino que además contará con una producción de crudo menor de lo prevista, lo que significará un daño adicional para los ingresos petroleros.

En los precriterios, el gobierno barajó una plataforma de producción de 2.4 millones de barriles al día. Pero ese número, a estas alturas, parece una quimera. En el primer semestre de 2015, Pemex ha bombeado un promedio de 2.26 millones de barriles y no se ve por dónde podría reconducirla a niveles más elevados.

Dos: existe bastante certeza de que la economía, el año que viene, contará de nuevo con una baja tasa de crecimiento. En los precriterios, el crecimiento estimado era de entre 3.3% y 4.3 por ciento. Si la economía mexicana no ha logrado expandirse a esas tasas en los años previos de este sexenio, cuando contaba con mejores condiciones de crecimiento, difícilmente lo logrará en un contexto más adverso.

En la última encuesta de Banxico entre especialistas, el consenso pronostica un aumento inferior al 3.0 por ciento. Un menor dinamismo económico significará, sin duda, unos mejores ingresos tributarios de lo que se esperaba en los precriterios.

Ingresos no petroleros limitados

Tres: la Reforma Fiscal, que fortaleció la recaudación del ISR y el IVA, junto con el papel estabilizador del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) ha logrado, en lo que llevamos de año, más que compensar la contracción en los ingresos petroleros. Ahora bien, la capacidad de los ingresos no petroleros para volver a cubrir la brecha en el 2016 es muy limitada. Por un lado, todos los beneficios de la Reforma Fiscal, excluyendo una nueva subida de impuestos, ya se han explotado y no es de esperar que se repitan las tasas de crecimiento en la recaudación registradas en el reciente pasado.

Por otro lado, finiquitados los gasolinazos y esperando que las cotizaciones del crudo se asienten, es de prever que la brecha entre los precio de los combustibles en la gasolineras y el de los precios importados se estabilicen, por lo que las ganancias del IEPS ya se habrán absorbido durante este año.

Cuatro: otra potencial fuente de desequilibrio fiscal resulta de la posibilidad de que, con una mayor volatilidad de los mercados financieros derivada de la expectativa de una subida de tasas en Estados Unidos, se tensionen las tasas en México y se incremente el costo del servicio de la deuda más de lo que puedan considerar las autoridades.

Finalmente, tampoco ayudará, para efectos fiscales, el hecho de que la inflación permanezca ahora mismo en niveles demasiado deprimidos. La inflación no sólo mejora la recaudación, sino que, además, al estar el déficit y la deuda fijada en términos nominales, un mayor nivel de precios contribuye a erosionar su valor real.

La inflación anual que en los precriterios se esperaba para el 2016 era de 3%, cuando actualmente la cifra se ubica en mínimos históricos y sustancialmente por debajo de ese 3.0%.

Factores a favor

Frente a esos peligros también existen factores que pueden ayudar al gobierno a amortiguar los riesgos fiscales. Y son en esencia dos: el primero es la depreciación del peso, que no sólo puede generar presiones inflacionarias, sino que además amplía la capacidad recaudatoria en pesos de cada dólar que entre por las exportaciones petroleras.

En los precriterios se estimaba una cotización de la divisa de 14.5 pesos, algo ahora inimaginable. Por tanto, habrá que considerar en los nuevos números un tipo de cambio mucho más elevado, y quizás por encima de los 17 pesos, cuando menos.

En segundo lugar hay que contar con los fondos de estabilización. Hay que recordar que para este año, la cobertura petrolera fue de 76.4 dólares, pero el barril se presupuestó a un precio de 79 dólares. Esa diferencia se completó con 7,940 millones de pesos (mdp) provenientes del FEIP. Actualmente, el FEIP cuenta un monto cercano a los 44,000 mdp y también podría extraer algunos de esos recursos para cubrir el defecto de ingresos petroleros.

Recorte: la vía

Ahora bien, dicho todo esto y los riesgos mencionados, se puede llegar a la siguiente conclusión: uno, los ingresos petroleros sufrirán, con bastante probabilidad, un nuevo descalabro en el 2016; dos, los ingresos no petroleros (ISR, IVA e IEPS) ya se estiraron todo lo que podían dar; y tres, partimos de una situación deficitaria que este año podría rondar el 1.0% del PIB y que el año que viene tendrá que recortarse a un 0.5%.

La solución, por tanto, sólo puede descansar en el recorte del gasto público, que se realizará en el marco del enfoque “Base cero” con el objeto de romper la tendencia inercial de los últimos lustros. Y ésa es, en verdad, la gran incógnita: qué tanto limpiará el gobierno su presupuesto de egresos de gastos y programas superfluos e ineficientes.

Un reto muy grande si consideramos que hubo poco tiempo para evaluar y rediseñar en profundidad un descomunal presupuesto de egresos, sobre todo en su componente de gasto programable.

Tras quince años lloviendo recursos petroleros en abundancia, esto ya no es así. En estos días veremos si la solución que logran es estructural y va destinada a sanear las finanzas de manera duradera o si no se trata más que de un mero parche.

 

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