Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

9 Sep, 2015

Credibilidad macro es crítica para evitar problemas

Cuando se conocía en el Fondo Monetario Internacional, que dirige Christine Lagarde, el relevo entre el PRI y el PAN en 2012, en plena reunión de otoño celebrada en Tokio, uno de los principales funcionarios que siguen de cerca la situación económica de México me comentó: “La sucesión no importa. Tienen a Agustín Carstens y eso es algo muy fuerte, porque es alguien con una credibilidad alta y para México es un activo muy valioso”.

Para el PAN, a través de sus coordinaciones parlamentarias en la Cámara de Diputados, que lleva Marko Cortés, y en el Senado, que aún lidera Fernando Herrera, sería un acto de incongruencia política no sumarse a la propuesta presentada por el presidente Enrique Peña, para aprobar que Agustín Carstens se mantenga al frente del Banco de México un segundo periodo de seis años.

Y es cierto, no porque él ocupe la presidencia del IMFC, en la reunión de otoño que se efectuará en unos días en Lima, Perú, sino porque la credibilidad ganada por el Banco de México en estos 21 años de autonomía y, en particular, en los últimos 12 años en los que ha transitado entre Hacienda y el instituto central, en dos gobiernos de distinto color, le han ganado el respeto de prácticamente todas las corrientes políticas del país, incluso, me atrevo a incluir a Morena y su dirigente eterno, Andrés Manuel López Obrador.

Traigo esto a colación porque lo que expresa el paquete económico entregado el día de ayer por el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, al Congreso, es una expresión clara de la coordinación que existe hoy en día entre la política monetaria y la política fiscal, de las que pende un “frágil equilibrio” para facilitar el tránsito de la economía mexicana por uno de los periodos de volatilidad que lejos de diluirse, está gestando una nueva sacudida.

El 17 de septiembre próximo es probable que la Reserva Federal, que encabeza Janet Yellen, inicie un proceso de alza de tasas de interés que tendrá un impacto importante para el año próximo, y de ahí que ahora se ha decidido que el remanente del Banco de México que se estima en 50 mil millones de pesos para 2015, sea destinado íntegramente a reducir deuda.

Esa reducción supondrá cumplir ampliamente con la consolidación del déficit primario a 0.5% del PIB y el más amplio a 3% del PIB. Para 2016 será de 0.25 y en 2017 de cero. En tanto el déficit más amplio deberá bajar a dos por ciento.

Bajar el déficit y ajustar el gasto parece una medida draconiana, pero por el contrario, las alternativas de financiamiento de capital, no de deuda, que tiene hoy la economía mexicana, pueden equilibrar con la participación del sector privado y el ahorro interno, la consolidación de la deuda pública. Sólo así es posible transitar a una inflación inferior a 3% y, crecer a tasas mayores a tres por ciento.

El rango propuesto de crecimiento de 2.6 a 3.6% del PIB es un objetivo alcanzable si se consideran los primeros efectos de la Reforma Energética, y otras medidas de administración microeconómica, regulación y justicia tributaria, que se han ido tomando para emparejar terrenos y eliminar distorsiones a la producción y la competencia.

Sume el que se han usado unos 14 mil millones de dólares de reservas desde que se aumentaron las subastas para evitar el desorden en el mercado cambiario, el continuar con el programa de coberturas petroleras a un precio promedio de 49 dólares por barril, en puro put y mayor al que han contratado otros que llegaron tarde al mercado, coadyuvará a reducir de 1% a 0.5% del PIB el déficit primario, de conformidad con la trayectoria decreciente establecida cuando se autorizó la Reforma Hacendaria en 2013.

El ajuste al gasto para 2016, como le anticipé, superó los 226 mil millones de pesos, 1.15% del PIB, pues recoge menor precio del barril de exportación y menor producción petrolera.

Consolidación y coordinación fiscal y monetaria son, sin duda, la mejor mezcla para que el momento de mayor volatilidad global pase más fácil. Las tasas de referencia comenzarán a subir en septiembre o diciembre.

DE FONDOS A FONDO

Sorprende la decisión de adelantar la liberalización del precio de la gasolina para 2016 y no en 2017, para que los precios al interior del país reflejen las condiciones del precio internacional del petróleo ¿adiós al IEPS? ¿Y harán lo mismo con el precio del gas LP? ¿Los consumidores nos acostumbraremos a precios energéticos de mercado?

                *Esta columna se volverá a publicar el 14 de septiembre.

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