La nueva gobernación en Nuevo León, ¿tendrá efectos positivos en la economía?

Nadie duda hoy, de los efectos que se dejarán sentir en temas como el discurso de los candidatos en las elecciones del año próximo y por supuesto, del discurso de los que participarán en 2018; efectos que serán evidentes, tanto en el contenido como en la forma de sus planteamientos. Asimismo, sin duda, veremos cambios sustanciales en la conducta pública de quienes acompañarán al nuevo gobernador de Nuevo León.

Sin embargo, ¿qué decir de la economía y de la conducta de los agentes económicos privados, frente a la radicalmente diferente gobernación que dice pondrá en práctica Jaime Rodríguez? ¿Trabajarán con el nuevo gobierno en un ambiente de Cero Corrupción?

¿Cuál será la reacción de algunos, ante una transparencia y apertura total ante los ciudadanos? ¿Podrán, los que durante decenios vieron como algo normal y obligado entregar un porcentaje del monto total del contrato a éste o aquel funcionario, adaptarse a las nuevas prácticas?

¿Cómo reaccionarán frente a licitaciones transparentes? ¿Se adaptarán a una competencia abierta, donde habrían desaparecido la vieja colusión y las complicidades entre proveedores y contratistas? ¿Qué harán los que durante decenios vivieron bajo la costumbre de que Este contrato te toca a ti, y el próximo a mí?

¿Verán con buenos ojos —los acostumbrados a una opacidad total—, la exigencia de abrir el acta constitutiva de sus empresas, para que los ciudadanos sepan quiénes son los socios de ésta o aquella constructora, por ejemplo?

¿Qué actitud tomarán los grandes empresarios de Nuevo León, que según la leyenda urbana apoyaron a Jaime Rodríguez porque estaban hartos del trato despótico de los funcionarios de Hacienda, y de su ninguneo y rechazo a peticiones y propuestas? ¿Verán con buenos ojos la reducción de una burocracia excesiva, corrompida hasta el tuétano? ¿Apoyarán sin reticencia alguna la nueva gobernación, que busca elevar la eficiencia y la transparencia, así como la honradez en la administración del recurso público?

En pocas palabras, ¿cómo reaccionarán ellos y el electorado neoleonés? ¿Cómo los agentes económicos privados y la población en general, ante la posibilidad de tener un gobierno de primer mundo? ¿Apoyarán todos, sin reserva alguna, tener lo que durante decenios soñaron?

Por último, pregunto, ¿la gobernación a la que se ha comprometido el gobernador Jaime Rodríguez, tendrá efectos positivos en la economía de Nuevo León? Es  más, ¿se profundizará —como consecuencia de una visión radicalmente diferente de aquélla a la que estamos acostumbrados—, la migración hacia Nuevo León del talento y capital humano de otras entidades?

Me gustaría, si le interesare el tema, que pensare en ésas y otras preguntas similares porque, de llevar a la práctica Jaime Rodríguez buena parte de sus propuestas, los empresarios del resto del país —o al menos los de las entidades más modernas integradas a la globalidad—, deberán analizar si el gobernador que resultare triunfador en la próxima elección —o el que hubiera triunfado en la más reciente—, haría lo mismo que Rodríguez en Nuevo León.

¿Le interesa el tema? Por favor, piénselo; habrá cambios, ya lo verá.