Urge combatir el flagelo del terrorismo

Lo peor es la tendencia: el número total de muertos por actos terroristas se incrementó 80% en 2014 respecto al año previo, lo que supone la tasa más elevada desde que empezó el siglo. Quienes más padecen sus consecuencias son los propios musulmanes.
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Zona Cero, Nueva York. Foto: Pixabay
Zona Cero, Nueva York. Foto: Pixabay

Combatir el terrorismo yihadista se ha convertido en una tarea harto complicada. El terrorismo, por lo general, destruye signos. Como no puede derrotar al poder real, al del Estado y a los Ejércitos, va por aquello que lo representa. Los atentados del 11 de septiembre fueron la versión más atroz: un avión se estrelló contra las Torres Gemelas, símbolo del capitalismo y su poder económico; otro contra el Pentágono, símbolo del poder militar; y un tercero podría haberlo hecho contra el Capitolio o la Casa Blanca, símbolo del poder político, si no fuera porque la rebelión de los pasajeros contra los terroristas hizo que el aeroplano finalmente se estrellara en medio de un descampado de Pensylvania. Pero en general, y hasta hace relativamente poco, los principales objetivos de los terroristas se concentraban en embajadas o instalaciones militares.

Sin embargo, los atentados del 11 de marzo en Madrid y los del pasado viernes en París, junto con las continuas masacres en el mundo árabe, donde atacan mezquitas, mercados, aldeas o playas, como en la reciente matanza de Túnez, revelan una estrategia aún más cruel. Dada la escasa sofisticación de las estructuras y armas de los terroristas y, por tanto, su limitada capacidad para perpetrar ataques sobre sus objetivos tradicionales, cada vez sometidos a una mayor y estrecha vigilancia, los extremistas islámicos se dirigen ahora a objetivos más fáciles, y apuntan a ese ciudadano de a pie que camina por la calle de París o de Beirut pensando que tiene toda la vida por delante.

Nueva realidad

Ésa es una nueva realidad con la que se debe vivir y complica enormemente cualquier operación de seguridad de los Estados. Es muy complicado y costoso monitorear todas las potenciales amenazas y abortar todas las maquinaciones que idean unos terroristas exaltados y que han encontrado en las redes sociales y en aplicaciones como Telegram, cuyos mensajes encriptados son invisibles para las agencias de inteligencia y seguridad de los gobiernos, mecanismos muy baratos y eficaces para organizarse y perpetrar burdos atentados. Y al final, alguna operación terrorista se te puede escapar, como sucedió en París.

Lo peor es que, pese a los esfuerzos por contener el terrorismo, sus costos, tanto en términos de vidas como económicos, se han disparado en los últimos años y hace muy urgente combatirlo de forma más efectiva. En lo que se refiere a vidas, los estragos son cada vez más espeluznantes. En el año 2000, antes de los atentados de Al Qaeda en Estados Unidos, el número de víctimas mortales por terrorismo era de 3,329. En el 2014, ese número se elevó a 32,658, una cifra casi diez veces superior, según el Índice de Terrorismo Global que elabora el Instituto para la Economía y la Paz. Pero lo peor es la tendencia: el número total de muertos por actos de terrorismo se incrementó en el 2014 un 80% respecto al año previo, lo que supone la tasa más elevada desde que empezó el siglo.

Afectaciones

El terrorismo es sobre todo islámico, y los que más lo padecen son los propios musulmanes. Está concentrado en cinco países: Irak, Nigeria, Afganistán, Paquistán y Siria. Cuatro de ellos, por tanto, están en Oriente Medio y uno de ellos en África, precisamente el país donde opera Boko Haram, una sucursal del Estado Islámico más criminal aún. Esos cinco países concentran el 78% de las víctimas mortales en el 2014. La mayor aberración se ha producido en Nigeria: en el 2014, el terrorismo segó la vida de 7,512 personas, lo que supone un incremento del 300%, el mayor aumento que ha registrado jamás un país.

Pero además, y esta es otra tendencia preocupante, el yihadismo se expande velozmente, tiende a un panyihadismo. Y al mismo tiempo que se expande, propaga sus víctimas, que no sólo cada vez son más, sino que además están repartidos por más naciones. Así, el número de países que registraron la escalofriante cifra de más de 500 muertos por terrorismo se elevó a once en el 2014 comparado con sólo cinco el año anterior. De esos seis nuevos países con más de 500 víctimas por terrorismo, cuatro se ubican en África: Somalia, República Centroafricana, Sudán del Sur y Camerún. El otro es Yemen, donde un grupo yihadista, los hutíes, ha puesto en jaque al gobierno yemení, y el sexto es Ucrania, donde el terrorismo es de carácter político, resultado del conflicto con Rusia.

Por supuesto que las cifras también corroboran que esa mayor actividad homicida del terrorismo se ha desviado de sus objetivos políticos, militares o religiosos al ciudadano común y corriente, y cuyas muertes se incrementaron en un 172% en el 2014.

Pronta actuación

Los países occidentales, por tanto, deben actuar cuanto antes para detener esa hemorragia terrorista que se propaga por el mundo a velocidad de vértigo, convirtiendo el mundo en un camposanto, y que significa una amenaza cada vez mayor sobre ellos, si bien no es comparable a lo que sucede en otros rincones del planeta. Hasta ahora, y excluyendo el brutal atentados del 11 de septiembre, sólo un 0.5% de las víctimas del terrorismo han acaecido en el mundo occidental. Sin embargo, son ellos los que tienen una mayor capacidad para velar por la paz mundial.

El liderazgo está sumido desde hace tiempo por Estados Unidos. Ellos son los que detentan el poder, el dinero y los servicios de seguridad, inteligencia y militar mejor preparados y sofisticados. Según los datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés), el gasto en defensa y terrorismo de Estados Unidos supera él solo el de los siguientes siete países juntos: China, Rusia, Arabia Saudita, Francia, Reino Unido, India y Alemania.

Pero eso no basta: precisa de una coalición que aporte más recursos y medios y que los atentados de París parecen estar conformando. Estados Unidos, Francia, Rusia y Bélgica empiezan a coordinar sus ataques sobre el Estado Islámico. Pero además, el presidente francés ha pedido que se active la cláusula comunitaria para la defensa, según la cual, los países de la Unión Europea deberán prestar ayuda y asistencia con todos los medios a su alcance a un Estado miembro atacado en su territorio.

Costos

La estrategia es contener su extensión y reducir el número de potenciales terroristas. No hay que perder de vista que desde 2011, entre 25,000 y 30,000 extranjeros han acudido a Siria e Irak desde 100 países distintos para convertirse en terroristas, y se estima que otros 7,000 han entrado durante la primera mitad de 2015. De ellos, 21% proviene de Europa y otro 50% de los países vecinos de Oriente Medio y África del Norte. Si el costo económico del terrorismo es alto, y el Instituto para la Economía y la Paz lo estimó en 52,900 millones de dólares (mdd) en el 2014, el costo de contenerlo es sustancialmente mayor y lo calculó en 117,000 mdd.

Otro costo, por supuesto, es el de los refugiados y desplazados. Sólo el conflicto de Siria ha significado la salida del país de 4 millones de refugiados y otros 7 millones que se han movido dentro de sus fronteras. 10 de los 11 países con más de 500 muertes por terrorismo registran a su vez el mayor éxodo de refugiados.

 * Director de llamadinero.com y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM

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