Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

26 Nov, 2015

Pemex... ¿Y si un día el dinosaurio ya no está ahí?

Nada mejor para describir lo que ocurre en Petróleos Mexicanos, que dirige Emilio Lozoya, que la expresión del famoso escritor Augusto Monterroso, pero ante la caída de ingresos por petróleo y producción diaria pareciera que el dinosaurio carece de capacidad de salir del pantano.

Por lo pronto, versiones van y vienen sobre que la “mala relación” de Lozoya con su amigo Luis Videgaray, secretario de Hacienda, pudiera derivar en la salida del primero en unos días, que llegará alguien como Pepe Toño González, que le ha dado la vuelta al IMSS y ahí podría acomodarse al doctor Narro, una vez que dejó la UNAM.

Puro rumor, porque evidentemente ha sido muy complicado ejecutar la Reforma Energética en todas sus vertientes, en el peor entorno global energético para realizarla, pero sería peor dar marcha atrás. Pemex no estaría quebrada si no tuviera que dedicar, como lo hace hasta hoy, casi entre el 75 y 80% de su caja para pagar impuestos, derechos, aprovechamientos y, si bien la reforma impositiva y en particular las acciones de combate a la evasión fiscal realizadas en combinación con diferentes industrias y el SAT, de Aristóteles Núñez, han permitido “contener el efecto” de la caída del precio del crudo y la caída de 36 a 19% de la participación petrolera en las finanzas públicas, el régimen constitucional y legal previsto para Pemex no le da el suficiente margen de maniobra para financiar su programa de inversión, sin tomar deuda.

Esto es lo que explica la reducción de la calificación de Moody’s  para emisiones globales de A3 a Baa1, y el mantenimiento de perspectivas negativas para el próximo mes a un año, realizadas por el equipo de Nymia Almeida, VP-Senior Credit Officer de la calificadora.

Ahora, es cierto que aún en mayo del año pasado, antes de que comenzara la picada del precio del crudo, ya se advertía una fuerte presión financiera sobre Pemex, pues su flujo después de impuestos de 9 mil 500 millones de dólares no era suficiente para cubrir su programa de inversión de 15 mil millones de dólares, y a eso sume la reducción en la rentabilidad de los activos petroleros sin espacio de maniobra para conservar el ingreso, pues se encuentra en el peor de los mundos y de eso está tan consciente el presidente Enrique Peña como el mismo Luis Videgaray.

Ahora, en este tiempo, se ha dado una transición complicada, en la que la prioridad también ha sido la negociación con el STPRM, de Carlos Romero Deschamps, en materia de pensiones y nuevo acuerdo salarial que permitiera la movilidad y no contratación de nuevo personal, acorde con la nueva estructura de organización productiva, la identificación de los activos que aumenten valor y los que por necesidad soberana deben mantenerse.

Por ejemplo, el tema de la devolución de campos pareciera afirmar la expectativa de que la producción que este año parece haber estabilizado, habrá al final caído en 6% y podría caer otro 3% el año que entra. Claro, nadie sabe qué está pasando con la exploración y producción, dada la impresionante carga fiscal que tiene Pemex. Sume que pocos sabíamos que, dentro de la evaluación realizada antes de definir con qué campos se quedaría Pemex en la Ronda Cero, los 94 campos que informa que devuelve a Sener no estaban incluidos en la petición original de la empresa por su baja productividad y alto costo.

Fue entonces que Sener, de Pedro Joaquín Coldwell, presidente del Consejo de Pemex, le pidió a Pemex que continuara temporalmente operándolos para que pudieran incluirse paulatinamente en las diferentes fases de la Ronda Uno, pero el problema es que se los encargaron sin asignarle el presupuesto para mantener la producción, y sólo representan costos. Creo que esto explica mucho lo que sucede con la empresa, pero también el porqué, le pregunto ¿qué pasaría si el dinosaurio ya no está ahí?

Nos ha faltado ver la película completa. Su principal cliente, la CFE, le ha dejado de comprar combustóleo, y salvo la monetización de tres activos con fondos, como BlackRock y KKK,  aún no ha realizado la licitación de farmouts para atraer el capital privado que le permita el desarrollo de campos, aún tiene muchos activos que monetizar y decidir con quién puede asociarse para operar las distintas filiales, les falta concretar transferencias tecnológicas.

Concluyeron la reestructura y los pasivos laborales, pero falta que cuenten cómo quedó integrada la empresa, su estructura de costos, reestructuración y reconocimiento de adeudos con proveedores de la empresa, y otros temas que seguramente mostrarán la forma en que Pemex reducirá su dependencia de la deuda y aumentará sus capacidades de captación de capital. Se vuelve empresa siendo paraestatal.

Por lo pronto, el año próximo comenzará a reducir del 70 al 65% la utilidad compartida, proceso que concluirá en el 2019, y también aumentará su capacidad de deducir sus costos de operación de 8 a 10%, dos puntos más. Un margencito del que no ha dispuesto en medio de la peor contracción petrolera de la historia reciente del país. O sea, de dino se convirtió en lagartija grandota, pero todavía le mete la mitad del ingreso al gasto público.

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